Durante las últimas semanas, nombres de calificadoras de riesgo como Moody's, Standard & Poor’s y Fitch Ratings estuvieron latentes en la opinión pública por las valoraciones que hicieron a la capacidad financiera del Estado Plurinacional, sin embargo llama la atención que para ello no se hayan considerado fortalezas de la economía boliviana, como la inflación más baja de la región y estabilidad de precios, el récord de exportaciones, altas recaudaciones tributarias, el crecimiento del PIB del 4,3% al tercer trimestre de 2022, entre otros elementos que se constituyen en indicadores de la estabilidad económica.
Pero, al margen de ello, lo que es aún más extraño es que las citadas calificadoras de riesgo no tengan el mismo tratamiento con todos los países. Prueba de ello es lo que ocurre con Estados Unidos, que pese al quiebre de cuatro bancos en solo 11 días y el riesgo que tiene de caer en default el 1 de junio si no se eleva su techo de endeudamiento, estas entidades no han actuado o emitido algún informe al respecto.
Esta es una clara muestra del proceder de las calificadoras de riesgo y denota que se constituyen en un instrumento de los organismos monetarios internacionales para tratar de incidir y condicionar los modelos económicos que se aplican en determinados países, obviamente, buscando su conveniencia.
De tal manera, no es muy difícil llegar a la conclusión de que el objetivo de estas calificadoras es montar un escenario propicio para que se continúen aplicando las políticas y recetas económicas que vienen desde los fondos internacionales, constituyéndose así en instrumentos de condicionamiento.
En ese marco, cabe recordar que organismos como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional emiten recomendaciones a países de la región para que modifiquen sus modelos económicos y sus políticas, las cuales refieren a devaluaciones de sus monedas, cortes en el pago de aguinaldos, entre otras que dejan entrever hacia dónde apuntan.
Por lo señalado, la credibilidad y ética de estas calificadoras son muy cuestionables, y está demás decir que varios de sus veredictos estuvieron en contraposición con la realidad, por lo que lo mejor es tomar las calificaciones emitidas por estas entidades bajo esos parámetros.