La crisis climática golpea cada vez con mayor fuerza a todo el planeta, y Bolivia no es la excepción: los fuertes efectos de las inundaciones, sequías y heladas provocan la merma de cultivos esenciales; afectan cada año a decenas de miles de personas que sufren graves daños en viviendas y propiedades; inciden en la paulatina precarización de actividades agropecuarias; y generan inestabilidad laboral y financiera en varias esferas sociales. De esta manera, la mayor afectación se ve a nivel municipios, donde se debe encarar de manera directa todos los efectos y buscar alternativas inmediatas de recuperación para la población.
El Gobierno nacional tiene una serie de programas y estrategias de prevención, contención y apoyo que, a pesar de mostrar resultados, no vienen de la mano con el accionar de la Asamblea Legislativa Plurinacional, que sigue imbuida en su boicot a la gestión del Ejecutivo y tiene frenados, entre muchos otros, dos importantes proyectos de ley de financiamiento externo para atender desastres naturales.
Entre los cuatro créditos paralizados en la Cámara de Senadores —en Diputados hay varios más— están dos cruciales: uno por $us 250 millones del BID para un préstamo contingente para emergencia por desastres naturales y de salud pública; y un segundo por $us 75 millones de la CAF para el Programa de Apoyo a la Gestión de Riesgos para Eventos adversos del clima, cuyos recursos se dirigirán a la atención de emergencias, el plan posincendios forestales y la atención de afectados en los departamentos.
Esta semana, el Viceministerio de Defensa Civil volvió a exhortar al Senado a que apruebe los préstamos, debido a que los departamentos y municipios golpeados por el clima se van quedando sin recursos para atender a los afectados.
Hasta estos primeros días de febrero, la temporada de lluvias 2024-2025 ya causó más estragos que los presentados en el periodo 2023-2024, y los pronósticos son poco auspiciosos e indican que las precipitaciones pluviales se mantendrán hasta marzo.
El Gobierno nacional previó esta situación ya en años pasados, pues para nadie es una novedad que el calentamiento global y otros factores externos generados por el sistema capitalista, que prioriza un salvaje extractivismo sin velar por el equilibrio medioambiental, solo tienden a intensificarse. Es en este contexto que gestionó y consiguió créditos de apoyo ante la CAF y el BID, en la perspectiva de repartir a municipios recursos extra y específicos para contingencias climáticas. Ante la parsimonia de la ALP, que privilegia solo ambiciones políticas particulares, a las gobernaciones y gobiernos municipales no les queda otra que destinar recursos económicos de otras partidas para hacer frente a las adversidades.
Pese a la crítica situación en torno a los desastres que se evidencian día a día en reportes de medios, y a pesar de los reiterados pedidos de autoridades locales, regionales y nacionales, la nueva y la vieja derecha de la ALP le siguen dando la espalda a los bolivianos.