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Lucha antidroga sin la DEA

La administración de Luis Arce ha demostrado al mundo que es posible combatir eficazmente el narcotráfico sin depender de influencias externas. La hostil pero previsible descertificación por parte de Estados Unidos, lejos de desacreditar los esfuerzos bolivianos, pone de manifiesto el éxito de una política antidrogas verdaderamente soberana y adaptada a las realidades nacionales.

Los logros de Bolivia en este ámbito son innegables y están respaldados por organismos internacionales de reconocido prestigio.

La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) y el Mecanismo de Evaluación Multilateral de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD) han certificado los avances del país en la lucha contra el narcotráfico. Estos reconocimientos contrastan fuertemente con la evaluación unilateral y sin fundamento técnico de Estados Unidos.

Uno de los mayores éxitos de la estrategia del gobierno de Arce ha sido la estabilización y reducción neta de los cultivos de coca.

Bolivia es el único país de la región que ha logrado esa meta, demostrando que es posible controlar la expansión de cultivos sin recurrir a políticas represivas o a la injerencia extranjera.

Es importante destacar que la ausencia de agencias estadounidenses como la DEA en territorio boliviano no ha debilitado la lucha contra el narcotráfico. Por el contrario, ha permitido desarrollar políticas más efectivas y menos violentas.

La baja incidencia de violencia relacionada con el narcotráfico en el país, en comparación con países donde Estados Unidos tiene una fuerte presencia, es un claro indicador del éxito de este enfoque.

El contraste con naciones como Colombia, Ecuador, México y Paraguay, donde la intervención estadounidense es abierta y los niveles de violencia son alarmantes, destaca la efectividad del modelo boliviano.

En estos países, la violencia asociada al narcotráfico no solo afecta a los directamente involucrados, sino que se extiende a la sociedad civil y desestabiliza el tejido social.

La política antidrogas de Bolivia demuestra que es posible combatir el narcotráfico respetando la soberanía nacional y sin caer en la trampa de la militarización o la injerencia externa.

El gobierno del presidente Arce ha logrado equilibrar el control de cultivos con el respeto a las tradiciones ancestrales, implementando programas de desarrollo alternativo y fomentando la participación comunitaria en la lucha contra el narcotráfico.

El Ejecutivo ha trazado un camino propio y exitoso en la lucha contra las drogas, demostrando que las soluciones locales, basadas en el conocimiento del terreno y las realidades sociales, pueden ser más efectivas que las políticas impuestas desde el exterior.


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