Es hora de ponerse la mano en el pecho para sacar adelante el país. Es momento de dejar de lado los intereses políticos y económicos particulares, sectoriales, por el bien de los bolivianos, abandonando los sabotajes legislativos que buscan generar descontento y convulsión social con fines proselitistas en un año electoral complicado, lo que también explica la iliquidez de divisas, necesarias para, por ejemplo, una mayor importación de la gasolina y el diésel para la población y el funcionamiento del aparato productivo.
Apostar por el boicot no solo afecta al Gobierno, sino sobre todo a los ciudadanos de a pie, a sus bolsillos. Así pasó en 2024 con las movilizaciones y los bloqueos alentados por Evo Morales para conseguir una candidatura inconstitucional, que dejaron pérdidas por más de $us 3.000 millones en la economía. Y eso no fue todo, ya que provocaron un incremento en los precios de los alimentos, porque más de un tercio de la inflación de 9,97% del año pasado se debió a estos bloqueos y la ola especulativa que generaron.
Este sabotaje también se traduce en el bloqueo legislativo a los créditos internacionales por $us 1.667 millones por parte de la nueva y la vieja derecha, lo que incluso raya con la indolencia porque, de ese monto, $us 325 millones son urgentes para la atención de los desastres por las lluvias y las inundaciones, para miles de familias afectadas y los planes de reconstrucción. Son dos años que esos préstamos duermen el sueño de los justos en el Legislativo, son millones que mejorarían el flujo de dólares en la economía.
Es correcto que esos recursos económicos no son para la compra de combustibles, como afirman políticos de la derecha en el afán de ponerle excusas a su bloqueo, pero lo que no dicen es que esos dólares llegan primero al Banco Central de Bolivia (BCB), que los desembolsa en moneda nacional a quienes ejecutan las obras del financiamiento porque todos los gastos son en bolivianos; así, esas divisas se quedan en las reservas del BCB para garantizar la importación de combustibles, el pago de la deuda externa, entre otros.
Por ello la importancia de la aprobación de esos créditos, en lo que coinciden inclusive precandidatos opositores como Samuel Doria Medina o Jorge Quiroga, más todavía porque estos préstamos no tienen condicionamientos, como los $us 12.000 millones que plantea Quiroga en su programa de gobierno y que provendrían de organismos externos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial, que siempre vienen atados a medidas de shock en contra de la población, como sucedió recién en Argentina.
Y este boicot se extiende a los contratos del litio por $us 2.000 millones, lo que hace peligrar la industrialización de este recurso estratégico y el ingreso de Bolivia a este prometedor negocio, con Argentina y Chile tomando la delantera. Todo esto forma parte de los intereses que ponen en ascuas a la economía, aunque el Gobierno la sigue jalando para adelante pese a las adversidades. Hace falta el desprendimiento de los políticos y los sectores conservadores, por el bien del país, poniéndose la mano en el pecho.