El asesinato del candidato a las presidenciales en Ecuador Fernando Villavicencio ha provocado la consternación y el repudio ante el atroz crimen desde todos los países de América y una buena parte de Europa.
También ha generado la solidaridad con esa hermana nación que atraviesa una crisis de seguridad.
La violencia y el odio quieren destruir, seguramente, el proceso electoral de Ecuador y su democracia, pero ahora es más que nunca importante fortalecer la convivencia democrática y el diálogo como herramienta de lucha contra la intolerancia.
La intimidación con un arma empuñada no afectará el desarrollo de la democracia en la región y tampoco inhibirá al pueblo ecuatoriano, que se prepara para elegir de forma libre y soberana a quienes dirigirán el destino de su nación.
Las elecciones anticipadas tendrán lugar en la fecha prevista, el 20 de agosto. La violencia no ha logrado detener el calendario electoral.
El Estado ecuatoriano está firme y la democracia no claudicará ante la brutalidad de este asesinato.
Las instituciones democráticas entregarán la conducción del Estado a otras entidades elegidas democráticamente, jamás al crimen organizado.
Fernando Villavicencio era muy crítico al hablar sobre el crimen organizado. Fue el primer asesinato de un candidato presidencial en Ecuador y se produjo a menos de un mes después de que el alcalde de Manta, una ciudad portuaria, fuera asesinado durante una aparición pública.
Se presentaba a las elecciones con el partido de izquierda Movimiento Construye, anunciando su oposición a las mafias y abogando por medidas a favor de reducir el desempleo.
Ecuador, otrora una nación relativamente segura, ha sido consumida por la violencia relacionada con el narcotráfico en los últimos cinco años.
El suceso consternó a un país que ya estaba conmocionado por una profunda crisis económica e inquietud política y social.
Los países sudamericanos han expresado su confianza en que los responsables de este acto deplorable serán identificados y llevados ante la justicia.