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San Pedro y el hacinamiento

La cárcel de San Pedro tiene 128 años. Su construcción tardó dos décadas y fue entregada al Estado en 1895 con el nombre de panóptico de San Pedro.

Como panóptico, desde fines del siglo XIX y hasta mediados del XX, cumplió con su objetivo, pues toda su parte interior se podía vigilar desde un solo punto alto.

Tiene una superficie de 8.257 metros cuadrados y debía albergar a 300 internos. Hoy es un penal de tres niveles, ampliados de forma arbitraria por autoridades y reos, con más de una docena de secciones y altos índices de hacinamiento.

Con sus enormes paredes de adobe de tres metros de ancho, San Pedro es una ciudadela fortificada y emplazada en el mismo centro de la capital administrativa del país.

El Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura y la Defensoría del Pueblo sugirieron el cierre del famoso penal paceño por su antigüedad y sobrepoblación.

Régimen Penitenciario respondió inmediatamente que trabaja en consolidar un nuevo complejo penitenciario en el municipio de Viacha, donde están el Centro de Rehabilitación y Reinserción Social Qalauma, que acoge por separado a jóvenes de ambos sexos, y la cárcel de máxima seguridad de Chonchocoro.

El Ministerio de Gobierno actúa en el marco de la Ley 494, que establece la declaratoria de interés y prioridad nacional la ejecución del Proyecto Complejo Penitenciario del Departamento de La Paz y la adquisición de un terreno, en caso de no contar con uno.

Pero el hacinamiento no es sólo un problema del sistema penitenciario, es, sobre todo, de la justicia. Las estadísticas así lo confirman: a diciembre de 2022 se registraron en las cárceles bolivianas 24.824 personas privadas de libertad. De esta cifra, el 66,19% está bajo la modalidad de detención preventiva.

El 66,19% implica que, de cada diez personas recluidas en centros penitenciarios, seis permanecen en ellas bajo medidas cautelares, en una suerte de condena anticipada.

En Bolivia existen 98 establecimientos carcelarios. Construir más centros de reclusión no resolverá el problema del hacinamiento.

La justicia está lejos de las aspiraciones y necesidades de la gente y no hay una valoración fáctica, jurídica y lógica para emitir una resolución.

El Órgano Judicial no puede presumir que todos los procesados son delincuentes peligrosos que deben ir a la cárcel.


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