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Una voz firme en política exterior

En un mundo cada vez más convulso y polarizado, donde los intereses de las grandes potencias parecen imponerse sobre los principios del derecho internacional y la autodeterminación de los pueblos, la voz del presidente boliviano, Luis Arce, resonó con fuerza y convicción en la reciente Cumbre del ALBA-TCP en Caracas.

Con un discurso enérgico y sin ambages, el mandatario boliviano defendió las causas justas que han marcado la historia de la región latinoamericana y caribeña.

Su respaldo inquebrantable a la causa palestina, su solidaridad con México en la crisis diplomática con Ecuador y su denuncia contra las acciones intervencionistas de Estados Unidos en diferentes partes del mundo evidenciaron la talla de un verdadero estadista comprometido con la paz, la soberanía y la dignidad de los pueblos.

Al reafirmar el compromiso de Bolivia con el reconocimiento de Palestina como Estado miembro pleno de la ONU y condenar la violencia perpetrada por Israel en la Franja de Gaza, Arce no solo se hizo eco de una causa histórica, sino que también demostró su coherencia con los principios de respeto a los derechos humanos y la libre determinación de los pueblos.

Su solidaridad con México en medio de la tensión diplomática con Ecuador también merece ser destacada. En un momento en el que las divisiones y los rencores amenazan con fracturar la unidad regional, la voz de Arce se alzó como un llamado a la cordura, al diálogo y a la solución pacífica de las controversias.

Pero quizás lo más significativo del discurso del Presidente boliviano fue su contundente denuncia contra las acciones de Estados Unidos —al que acusó de amenazar la paz mundial con su multimillonario apoyo a Ucrania, Israel y Taiwán—, por lo que instó a la comunidad internacional a condenar estas acciones y a fortalecer los esfuerzos por la paz y la estabilidad global.

Arce no solo se posicionó como un firme defensor de los principios del derecho internacional y la no injerencia en los asuntos internos de otros Estados, sino que también reivindicó la lucha histórica de los pueblos latinoamericanos y caribeños por su independencia y soberanía.

Es precisamente en este punto donde radica la verdadera talla de estadista del mandatario. En un mundo donde los intereses económicos y geopolíticos parecen relegar a un segundo plano los valores y principios fundacionales de las naciones, el Presidente boliviano alzó la voz para recordar que la dignidad, la autodeterminación y el respeto a la igualdad de derechos son conquistas irrenunciables para los pueblos de América Latina y el Caribe.

Con sus palabras, Arce demostró una vez más que su compromiso con la paz, la justicia y la dignidad de los pueblos no es una simple retórica, sino un principio rector de su política exterior.


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