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Unasur y las tropas imperiales

La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) se creó en 2008 para contrarrestar la influencia de Estados Unidos en la región y en un momento político en el que en Sudamérica gobernaban varios presidentes de izquierda.

En 2014, el grupo se reunió por última vez y a partir de entonces el bloque, con marcados cambios políticos, entró paulatinamente en un final sin retorno porque la mitad de los Estados miembros ni participaron ni contribuyeron a su continuidad, mientras que otros anunciaron su alejamiento por tiempo indefinido.

Bolivia, durante el régimen de facto de Jeanine Añez, siguió la misma línea y rompió con el bloque sudamericano y con el ALBA.

Sin embargo, en un nuevo quiebre, uno tras otro, los países de América Latina eligieron gobiernos de izquierda y una nueva ola política recorrió la región.

Desde 2018, líderes ubicados a la izquierda del espectro político llegaron a la presidencia de México, Argentina, Bolivia, Perú, Honduras, Chile y Colombia.

El fenómeno se completó en Brasil, con Luiz Inácio Lula da Silva.

En Sudamérica se perfiló entonces la creación de una nueva Unasur.

Sin embargo, el presidente Luis Arce planteó a sus pares de la región, en la reunión del 30 de abril en Brasilia, mantener la Unión de Naciones Suramericanas en lugar de conformar una nueva institucionalidad.

Arce argumentó, por la experiencia y el camino recorrido, que es más fácil enmendar los errores que conformar una nueva institucionalidad que, primero, demoraría años y, segundo, nadie asegura que llegue a su meta, debido, principalmente, a los intereses internos y externos.

Por las señales políticas se da por descontado que el bloque —integrado por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela— acepte la propuesta del presidente Arce y retorne con cambios la Unasur con un nuevo y colosal peso político ante Estados Unidos.

Está por verse, no obstante, la posición de Perú, que tiene en la primera magistratura a un gobierno no elegido en las urnas y que autorizó el ingreso a su territorio de militares estadounidenses armados con aeronaves y transportes de guerra terrestre y marítimos.

Las tropas imperiales tienen previsto ejercicios militares en las fronteras con Bolivia y Colombia. Muchos advierten de una cabecera de playa de injerencia descarada que prevé controlar recursos estratégicos como el litio.

Perú vive una escalada autoritaria y el ingreso de uniformados de la primera potencia militar del mundo creará, sin duda alguna, tensiones en los países de América del Sur.

Frente a la presencia militar extranjera, que representa a un país que pretende controlar los recursos naturales de alto valor estratégico de la región, el contrapeso de la Unasur para contrarrestar la influencia de Estados Unidos es más urgente que nunca.

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