Enero de 2019 fue un mes para olvidar en La Paz, aunque los vecinos del oeste de la ciudad no podrán olvidar esa quincena cuando 20.000 litros de lixiviados rebasaron la celda 4 de la planta de tratamiento de desperdicios de Alpacoma, mientras que 850 toneladas de basura se desparramaron cerro abajo y pusieron en estado caótico a la ciudad sede de gobierno.
La alarma y el conflicto que se generó entonces provocó que las autoridades municipales busquen una solución, pues los vecinos habían cerrado el paso de ingreso hacia ese botadero y la ciudad acumulaba todos los días unas 700 toneladas de basura, casi la misma cantidad que se derramó el 15 de enero.
La situación de alarma provocó que las autoridades municipales busquen un terreno de emergencia para convertirlo en relleno sanitario, mientras que el alcalde de entonces Luis Revilla era denunciado por su homólogo de Achocalla por daños a la salud pública y al medioambiente, proceso que sigue en la justicia sin ningún avance.
Se creó el relleno sanitario de Sak’a Churu y en agosto de ese año empezó a funcionar a condición de que opere dos años, es decir hasta 2021. Pero la planta entró en funcionamiento sin una licencia ambiental y el municipio tuvo que negociar con el gobierno departamental porque no había otro lugar donde llevar las toneladas de basura que genera la ciudad de La Paz.
En ese entonces se habló de un “proyecto estrella” y de una nueva planta de tratamiento, se lanzó una convocatoria para la compra de un terreno de 50 hectáreas que debía ser utilizado antes que Sak’a Churu. La alcaldía anunció con bombos y platillos que luego de un rápido proceso de negociación se encontró un terreno en Achachicala, Alto Patapampa, donde se erigiría el nuevo relleno.
El municipio paceño recibió las propuestas de las comunidades cercanas a la ciudad y llegaron de la Organización Tejada Alpacoma; ex Fundo Ingenio; Huaripata; Llaullau; ex Fundo Lipari; ex Fundo Achocalla; ex Fundo Ingenio y ex Fundo Lluto, al margen de Patapampa.
Por precio, Bs 10 el metro cuadrado, y por proximidad, 14 kilómetros del centro de la ciudad, por tanto, se eligió a Alto Patapampa; pero todo se quedó ahí, no se supo qué pasó con ese terreno, si se pagó el monto por las 50 hectáreas o se empezó la construcción de la famosa planta de tratamiento.
Indicaron entonces que el lugar era ideal porque estos terrenos están a más de 4.650 metros sobre el nivel del mar, lo que hace que no sean aptos para urbanizaciones, además que cumplían con los requisitos establecidos en la norma para la edificación de una planta de tratamiento de basura y que era la opción más económica que fue ofertada.
Lo cierto es que en agosto de 2019 empezó a operar Sak’a Churu con la perspectiva de los dos años, la planta debía operar hasta julio de 2022, pero el tiempo pasó y llegamos a 2023. En marzo de este año las autoridades iniciaron el trámite de licencia ambiental para operar Sak’a Churu por otros tres años, lo que significa que podría seguir funcionando hasta 2026.
Curiosamente la alcaldía paceña anunció la pronta implementación de una planta de industrialización de los residuos sólidos; sin embargo, hasta el momento no hay nada concreto y la basura sigue yendo hacia Sak’a Churu. De Alto Patapampa ya no se volvió a mencionar nada del asunto.