Padecen la derecha y la ultraderecha una crisis de “anorexia intelectual” agravada por la falta de rigor, profundidad y claridad en las ideas actuales de sus sectores más visibles pero intoxicada con odios de clase añejos, descritos ampliamente por orientaciones científicas diversas que han reflexionado, y demostrado, los estragos de la pobreza intelectual, política y cultural, del conservadurismo en su más amplia variedad de estratos.
Y todo eso se nota con mayor nitidez en la “batalla cultural” que están regimentando. Lo pasan por la tele. Es una decadencia disfrazada con el exitismo de las ganancias.
Es un peligro para la especie humana el vaciamiento y la banalización en la producción intelectual que la derecha celebra, paradójicamente, entre sus sectores conservadores más diversos. Celebran con orgullo su miseria intelectual, patente e incontestable, en sus medios de comunicación, sus famélicos y falsificadores noticieros y en la “farándula mediática” que fomenta narrativas baratija como si fuese un triunfo moral para despolitizar a las masas. Este es un retroceso civilizatorio que tiene sus extremos macabros en la industria bélica y en las máquinas de guerra ideológica intoxicadas con la pobreza de imaginación política de la derecha global, especialmente en su resistencia a ideas emancipadoras y su insistencia en estereotipos burgueses asfixiantes. Obsesionados por la persecución de ganancias.
Este tipo de anorexia, tanto en su “vertiente global” como “nacionalista”, tiene sintomatología alarmante en los límites del neo-nazifascismo y en las etapas más tempranas de su desesperación de clase. Son peligrosas sus expresiones miserables porque, en su caída imparable, se amplía el rompimiento epistemológico (algunos le llaman grieta) con la realidad histórica y eso tiene una lógica y una función específica para su idea de “poder”. Es una problemática de origen económico-ideológico que los pueblos padecen en forma de dictadura simbólica saturada de angustias excesivas por el peso de la explotación, el saqueo y la alienación. El empobrecimiento intelectual de la derecha tiende a contagiar al conjunto de la sociedad al disminuir, y devaluar, la cantidad y calidad de alimentos, todos, incluyendo los educativos, espirituales, colectivos… que se heredan por cultura y por historia. Este comportamiento implica una pérdida importante que lleva a situaciones de ignorancia, insensatez y desfachatez graves.
Hay aberraciones conceptuales a destajo. Sólo hay que escucharlos en sus reuniones nacionales e internacionales, en sus ponencias y en los anecdotarios de sus ganancias que anuncian siempre más desgracia para los oprimidos más explotación física, con iniciativas organizadoras inhumanas para imponer insatisfacción, distorsión de la realidad y pérdida de dignidad por ignorancia, despojo y desesperanza. Los síntomas principales de esta anorexia hieren con trastornos o desaparición de la identidad de clase de lucha y de proyectos. Se transmite a través de los medios de comunicación (televisión, internet, revistas, redes sociales) e influye en todos. En los escenarios más duros ya hay “influencers” que perpetúan la enfermedad, es decir que impiden la recuperación de sus seguidores una vez instaurado el aislamiento social, la negación de la enfermedad, la desvergüenza, los complejos de superioridad y la distorsión de la imagen de clase. Estas anormalidades burguesas van convirtiéndose en una “nueva normalidad” llamada por ellos “batalla cultural”.
Semejante crisis terminal hace metástasis también como “muerte de la ideología” y como depauperación de toda producción teórica. En sus discursos que renuncian a un pensamiento humanista, de justicia integradora, de igualdad y de moralidad fraterna. Claudican el razonamiento en favor de eslóganes vacíos. Es una crisis acelerada incubada en la incapacidad de la derecha para frenar problemas estructurales que ocasiona como el cambio climático, que es su pura responsabilidad, o la desigualdad que ellos fabrican para saquear recursos naturales y mano de obra barata.
Esa anorexia intelectual manifiesta el deseo de operar intencionalmente sobre el detrimento del conocimiento, de la historia, de las raíces, de los contextos y de la realidad objetiva, ellos suponen que dicho detrimento produce goce por dejar de lado la educación integral del ser humano, para resolver en colectivo e igualdad los problemas que nos son comunes. Es probable que esto incluya la perversión también decadente de confundir la miseria de la intelectualidad burguesa con los estragos ocasionados por sus políticas educativas, donde ellos gobiernan, cada vez más miserables y paupérrimas que no son sólo retórica o relato de coyuntura. Es una anorexia que se acentúa como doble negación del capitalismo mismo como histeria de la avaricia y la usura que han llegado a desplegar pobreza de lenguaje, neurosis, psicosis y perversión. Lo pasan por televisión, impúdica e impunemente.
Insistimos, es indispensable sistematizar y delimitar, histórica y rigurosamente, lo que es la “anorexia intelectual” de las derechas y ultraderechas, sus orígenes y alcances de clase y sus expresiones en la disputa por el sentido. Sus expresiones en toda educación, en las relaciones sociales, en los medios y sus modos. Y las perturbaciones sobre la historia futura que no da lugar a quienes rechazan o no aceptan el control el del ideal burgués. Ese futuro ha cancelado todo cuestionamiento y transformación. La operación destierro frente a toda iniciativa de organización social para salir de las miserias que impone el capitalismo. Han falsificado la democracia con su populismo de la mercancía, argumentado que eso es un triunfo, que eso es el “fin de la historia” con nacionalismos estrechos. Es una crisis intelectual que promueve un “neoliberalismo salvaje”, anarco-capitalismo, que suprime la justicia social para imponer retóricas de vulgaridad, banalidad y caprichos.
Ahogada en su “anorexia intelectual” la derecha se emborracha con sus elixires de individualismo en su “batalla cultural” como si fuese eso “la libertad” para reducir el pensamiento al minimalismo mercantil tan peligroso como su “libertad de mercado”. Además de peligroso es monstruoso el modo y los medios de la degradación intelectual de una burguesía que se derrumba en sus propios principios inhumanos, y depredadores del planeta, además del palabrerío simplista orientado a mantener privilegios y desmovilizar resistencias. Muy peligroso retroceso civilizatorio, fábrica de baratijas simbólicas.
Por: Fernando Buen Abad Domínguez/