La democracia es tan voluble como el agua en un vaso, quienes la detentan la doblegan mediante una serie de mecanismos como el poder económico, dejando de lado las demandas de los necesitados, así por ejemplo el “Demos”: pueblo y el Kratos: poder son tan solo referentes de un ideal; en otras palabras, el voto en las urnas no siempre refleja la legitimidad de un pueblo frente a un gobernante, peor aún cuando esa pseudodemocracia se confabuló contra Pedro Castillo yuxtaponiendo su legitimidad al servicio de las élites, por ello es que hoy los paladines del nuevo orden mundial arremeten contra aquellos que no son sumisos a sus órdenes, sosteniendo y manteniendo a “gobiernos” ilegítimos como el de Dina Boluarte.
Los más de 70 muertos de la mano represora de su gobierno no les han importado a los países que defienden los derechos humanos, todo lo contrario, siguen echando pólvora al incendio humano que iniciaron con el envío de tropas militares para asegurar a su marioneta en el poder, ya que EEUU —vox populi— tiene más de 800 bases militares en todo el mundo, cuyo fin obedece a “su política exterior de seguridad”, pues aún sigue creyéndose el sheriff; por tal motivo, hoy ha militarizado el Perú con 1.000 soldados, medios aéreos y náuticos.
Su realismo preventivo cristalizado en los golpes suaves, duros, híbridos, o su proxy war obedecen al contorno de la política exterior estadounidense, en otros términos tratan de imponer su seguridad nacional —más fuerte aun después de los atentados del 11 de septiembre de 2001— con el eslogan de luchar contra el terrorismo internacional o contra aquellos gobiernos o grupos que son “el caldo de cultivo del terrorismo”; por ello es que no pueden permitir que Maduro, Díaz Canel u Ortega existan.
La soberanía de un Estado está condicionada por el poder y para imponerla EEUU utiliza a las instituciones de la comunidad internacional (ONU, OEA, FMI, etc.) y sus normas como meros instrumentos de su “política mundial de seguridad”, imponiendo y condicionando su presencia sobre toda la sociedad internacional. La historia ha sido testigo de cómo la Casa Blanca depone, mantiene y protege a sus títeres y alfiles; gendarmes que se ocupan de proteger y aplicar la política exterior estadounidense a los más de 8.000 millones de habitantes del planeta; ¿es justo?
Las violaciones a los DDHH en el país andino y el silencio de Washington son una muestra clarísima de que Boluarte está bajo el manto de su administración, razón por la cual aún no es procesada por los delitos que se han cometido durante su “gobierno” frente a los informes demoledores de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y Human Rights Watch (HRW) en un escenario casi de total desaprobación del pueblo, de acuerdo con el último informe del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), en el que se manifiesta que el 79% de los peruanos desaprueba su gestión, así como 9 de 10 desaprueba la gestión del Congreso.
No obstante de esta desaprobación lapidaria y en una actitud desafiante, proterva y desleal, Boluarte había determinado lograr un acuerdo con el Congreso sobre el adelantamiento de elecciones generales para abril de 2024, hoy embriagada con el “poder” bajo la sombra del Congreso ilegítimo y la capa de EEUU dijo que el “tema de adelanto de elecciones está cerrado” y que “seguirá trabajando, hasta julio de 2026”, en una actitud irresponsable frente a un pueblo indignado que nuevamente realizará la “toma de Lima” para que renuncie a su mandato, se cierre el Congreso y se llame a una asamblea constituyente.
El golpe de Estado en Bolivia se llevó la vida de más de 37 personas, el golpe parlamentario en conjunción con las ultraderechas peruanas han ocasionado más de 70 muertos, con la diferencia de que en el Estado Plurinacional se han procesado y encarcelado a los autores de las masacres de Sacaba y Senkata, y no así en el Perú donde los autores de las muertes y las violaciones a los derechos humanos continúan impunes en un “gobierno” oprobioso y obsecuente que sigue socavando la dignidad del pueblo peruano y latinoamericano, peor aún al abrir las puertas de la Patria Grande al Ejército de EEUU.