En Bolivia las mujeres han jugado un rol fundamental en todos los espacios de la sociedad. Sin embargo, en la parte política han dejado una huella indeleble en su rol como luchadoras por la justicia social, la igualdad y la libertad.
Unidas y organizadas, enfrentaron las desigualdades de una sociedad que no les permitía ningún tipo de participación, la pobreza y desigualdades, múltiples formas de opresión, destacando con una valentía sin igual que ha sido ejemplo histórico de las nuevas generaciones de mujeres revolucionarias.
El 28 de diciembre se conmemoró un año más de la reconocida gesta de huelga de hambre del 28 de diciembre 1977, que iniciaran cuatro mujeres, Angélica Ajhuacho, Luzmila Ajhuacho, Aurora Alborta y Nelly Colque, indomables que se rebelaron contra los abusos del régimen de Hugo Banzer, que silenció a muchos. Esposas de mineros se plantaron en La Paz con sus catorce hijos. En principio, la acción estaba orientada a protestar por sus esposos encarcelados. Exigir amnistía por ser presos políticos, otras premisas eran el retorno de los exiliados y que se pusiera fin a las persecuciones del gobierno.
Los primeros días de enero de 1978, se sumó Domitila Barrios de Chungara, que lideraba el Comité de Amas de Casa Mineras, ella emergió de la resistencia del movimiento obrero boliviano, de fuertes convicciones.
La perseverancia de estas mujeres fue un ejemplo que arrastró y movilizó a otros sectores sociales, lograron debilitar a este régimen autoritario, ya que poco a poco se fueron juntando voces como la del desaparecido Luis Espinal.
Eduardo Galeano recoge el hecho que revirtió la dictadura, que consideró con una de las descripciones más acertadas sobre la valentía de la mujer boliviana, con este relato de cómo y cuándo conoció a Domitila en una Asamblea minera en Llallagua: “Yo quiero preguntar estito, estito quiero preguntar, ¿Cuál es nuestro enemigo principal? Entonces se alzaron voces que decían la burguesía, la oligarquía, el ejército, la tecnocracia… Y ella corrigió: No compañeros, no. Nuestro enemigo principal es el miedo y lo llevamos adentro. Tiempo después en otro viaje posterior a Bolivia la encontré de nuevo en la plaza principal de La Paz, sentada en medio de la plaza junto a cuatro mujeres que también venían de la región minera de Oruro, las cinco sentaditas en medio de la plaza, con unos carteles que advertían: ¡estamos en huelga de hambre! Hasta que cayera la dictadura del General Banzer. La gente que pasaba las veía y se burlaba de ellas. Y comentaban: “¿Así que cinco mujeres van a derribar una dictadura militar?”. Yo me quedé viendo aquello, escuchando, volví después, al día siguiente, a la semana siguiente y las vi crecer. Las cinco mujeres se convertían en cincuenta, que después fueron quinientos y después cinco mil y después cincuenta mil y después quinientos mil y la dictadura militar cayó. Las cinco mujeres no estaban equivocadas. Ellas derribaron una dictadura militar. El equivocado era el miedo”.
La dictadura de Banzer marcó uno de los períodos más duros de la historia de Bolivia, caracterizado por desapariciones forzadas, censura, represión, la resistencia de las mujeres en este contexto, incluso a expensas de arriesgar sus vidas para defenderse ellas, a la libertad de expresión, a sus familias, los derechos humanos. Estas cinco mujeres trascendieron el anonimato y son ahora un ícono de las luchas sociales y de la resistencia en América Latina.
Por: Cris González/