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Ariel Molina

Consenso conflictivo

Se ha dicho que se prefiere participar al interior de movimientos sociales o en colectivos, en lugar del ejercicio de la militancia política, cuando se observa que las estructuras jerárquicas son inalterables al interior del partido político, de ahí se entendería la idea de que éstas anularan sistemáticamente la participación política de sus militantes.

Y es que la ausencia de la democratización al interior de un partido político puede alejar la adhesión de nuevos simpatizantes.

El pasado domingo se opusieron abiertamente dos ideas al interior del MAS, la disciplina militante y el pluralismo de ideas. El primero tiene que ver básicamente con la legitimación de las resoluciones ya tomadas al interior del partido y el pluralismo apunta al reconocimiento de ideas diferentes entre militantes.

Hacia afuera, es una lucha entre enemigos que buscan desplazar del poder hegemónico al otro; sin embargo, cuando los principios constitutivos de la ideología que se ejercen son iguales o al menos similares, podríamos estar frente a la búsqueda de una lucha que Mouffe llamó entre agonismos y no entre antagonismos. Para Mouffe un adversario es un enemigo, pero un enemigo legítimo, un enemigo con el que se tiene una base común con la que se comparte una adhesión de principios ético – políticos de la democracia liberal; no hay que olvidar que la democracia finalmente es un componente del Estado liberal. Ante este conflicto, Mouffe sugiere como solución lo que denomina un consenso conflictivo; es decir, a partir del reconocimiento de la legitimidad del otro, debe llegarse a un acuerdo sobre los principios ético-políticos de la democracia pluralista y pese a mantenerse desacuerdos sobre el alcance de éstos, se superen las diferencias con un objetivo común y temporal, para ello se debe aceptar una hegemonía tan solo estacional.

La búsqueda de una democratización interna evitará el estancamiento del MAS. De hecho, ya se evidencia el desgaste natural de sus representantes ante las nuevas generaciones. No obstante, cuando se habla del MAS se anota también las dimensiones que tiene y la gran heterogeneidad que participa en éste, de ahí que la fuerza que tiene se estructura en el reconocimiento de sus diferencias y entre las particularidades de los bolivianos que engloban sus filas. Por último, no debe dejarse de lado la vigencia de la segunda parte de la sigla, que quizá entrevé el génesis de su fundación como partido político: el MAS en definitiva, solo es y será, si continua siendo el Instrumento Para la Soberanía de los Pueblos (IPSP).


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