El conocido periódico The Times publicó un controvertido artículo titulado Expanding BRICS alliance should worry NATO, que en su traducción al español puede leerse de la siguiente manera: La ampliación de la alianza BRICS debería preocupar a la OTAN.
La intención evidente es satanizar a los BRICS, no obstante, tanto la existencia del artículo como las reacciones al mismo nos develan un escenario geopolítico pletórico y dramático necesario de analizar con arte, filosofía y ciencia.
Es cierto que la asociación internacional BRICS, que se reunirá entre el 22 y el 24 de este mes en Kazan, nunca ha sido un bloque militar, sin embargo, si el teórico y estratega militar Carl von Clausewitz tiene razón al afirmar que “La guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas por otros medios”, por mucho que la cancillería rusa exprese que “resulta ridículo equiparar siquiera teóricamente a los BRICS con el agresivo bloque militar de la OTAN, que durante las muchas décadas de su existencia sólo se ha caracterizado por promover invasiones sangrientas y por socavar la seguridad en diversas regiones del planeta”, no es menos cierto que transformar la arquitectura financiera global por vías pacíficas constituye una amenaza para aquellos que han utilizado las guerras justamente para mantener el status quo, especialmente desde el punto de vista económico, donde el capitalismo, en su fase superior, fusionó el poder especulativo del dólar, el capital financiero de los bancos y el capital productivo de las industrias, en enormes multinacionales que controlan el proceso de concentración y centralización del capital que agudizan la explotación y la dominación, no sólo contra la clase trabajadora sino también contra naciones, expresándose el imperialismo como un sistema de control global.
Rompiendo esa lógica, los países BRICS en la actualidad han logrado superar al G7 en su contribución a la economía mundial, asimismo, aportan energía a 40% de la población mundial, además representan alrededor del 42% del uso de energía renovable y acumulan 38% de las importaciones mundiales del petróleo. Finalmente, si se admiten todos los nuevos países que solicitan ingreso a la plataforma, esa cifra aumentaría a 55%. Entonces, no se trata de una preocupación especulativa, pues lo energético es fundamental para entender y determinar la confrontación global entre el modelo unipolar promovido por el imperialismo norteamericano y el orden multipolar, que empujan potencias emergentes como China, Rusia, India e Irán. Además de países como Venezuela, que con la reserva petrolera más importante del mundo y sus minerales estratégicos, al ingresar a la alianza, facilitaría la emergencia de un nuevo orden donde el poder no sirva para la coerción sino para el desarrollo en conjunto, en formatos modernos de alianzas que respeten culturas y soberanías, tal y como ha sucedido con Petrocaribe y CELAC.
Los BRICS han instaurado en el escenario internacional políticas de desdolarización y reformas de los mercados globales como una estrategia para acumular poder frente a las de instituciones financieras controladas por Estados Unidos, tales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, y aunque no se vean los misiles en los lobbys de los bancos y las torres financieras, esa es la verdadera guerra mundial. Al destronarse el dólar estadounidense como la moneda principal para las transacciones petroleras y las sanciones económicas no sean más panfletos, el modelo imperante se desmoronará bajo la mirada absorta de Washington y sus aliados. Los miles de millones que fluctúan en esas políticas y esas preocupaciones son los que el imperialismo trata de mantener en sus manos a través de la sangre que actualmente se derrama en Medio Oriente y en Ucrania bajo el auspicio de la OTAN.
“La OTAN es la destrucción, el dolor y el sufrimiento de millones de personas, la supresión de la identidad nacional, la expansión desenfrenada de la infraestructura militar y la imposición de la dictadura neoliberal en interés de un solo Estado (…) BRICS es la creación, la ayuda al desarrollo, el enriquecimiento mutuo de las civilizaciones, el respeto a los intereses de todos los países en aras de la construcción de un orden mundial verdaderamente justo”, puntualizó la Cancillería rusa, liderada por el experimentado ministro para Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, que deja en claro el contraste entre los modelos y bloques que se debaten conceptual y materialmente el mundo.
Es necesario celebrar la invitación que le hacen a la OTAN de preocuparse por los avances en materia económica y política que tienen los BRICS hoy, pues en ese sentimiento se guardan certezas que nos permiten decir que el futuro no es un sueño, frase con la que la artista Cao Fei nombró una de sus exposiciones más importantes. Cao Fei (Guangzhou, China, 1978) es una de las artistas visuales más importantes de China y del escenario internacional contemporáneo. Ella experimenta con diferentes medios, plataformas y soportes, interpretando cómo los abruptos cambios sociales y tecnológicos del siglo XXI afectan nuestras subjetividades y nuestra noción del pasado y del futuro.
La artista que crea en un cine remodelado de Pekín, situado cerca del 798 Art District, en una zona con un pasado industrial construida en los años 50 con la ayuda de profesionales de la Unión Soviética, es en principio una investigadora que centra su trabajo en cuatro temas fundamentales: “Memorias del socialismo y ciencia ficción”, “Fabricación y globalización”, “Pasado y presente del mundo virtual” y “Urbanización y distopía”. Temas que son en esencia amplios escenarios en los cuales el mundo en transformación debe pensarse en función de garantizar el desarrollo humano y alejarse del apocalipsis transhumano que se vislumbra en los planteamientos de magnates y presidentes amantes del capitalismo neoliberal. Second Life o RMB City, por ejemplo, es un entorno virtual tridimensional e interactivo que tuvo mucho éxito en la década de 2000, ahí se mezclan símbolos, espacios y objetos típicos de la cultura china: bicicletas, banderas rojas, estrellas amarillas, edificios, osos pandas, trenes, estatuas de Mao, etc. Germinan de forma pletórica y caótica objetos cotidianos y arquitectónicos al ritmo del desarrollo. La artista utiliza el vídeo como recurso principal, pero el espacio expositivo siempre es una instalación inmersiva, que nos permite viajar en diferentes planos de la realidad, de lo virtual a lo material, permitiendo además que podamos transitar del pasado al futuro en una obra, invitándonos a jugar con las fronteras de lo que concebimos como realidad, dejándonos preguntas, preocupaciones y esperanzas en un discurso plástico que no deja indiferente ni a politólogos ni a filósofos ni a economistas… sobre todo si ponemos en el horizonte del desarrollo de la humanidad a la sociedad y la economía china.
Por: David Gómez Rodríguez/