Más de 88 millones de iraníes lloran la partida no sólo de un presidente, sino de un hombre impregnado por la espiritualidad; quién no sólo fue el representante del poder ejecutivo de un país, sino un hombre comprometido con los oprimidos del mundo, como por ejemplo el pueblo Palestino, siendo también que su posicionamiento como jefe de gobierno ha logrado articular la fraternidad entre los países del Asia Occidental y Latinoamérica.
La actual política exterior de Irán, pese al martirio de Raisi, no se ha interrumpido, pues sus actos obedecen estrictamente a una política de Estado, la misma que “se basa en la negación de toda dominación o sometimiento a ésta”, así como “respalda la justa lucha de los desheredados frente a los arrogantes en cualquier parte del mundo”. (Arts. 152-154, Const. Iraní)
Ibrahim Raisi, después de haber servido por años en el poder judicial y la fiscalía, asumió el mando presidencial el 3 de agosto de 2021, en un escenario marcado por el debilitamiento económico ocasionado por el bloqueo económico, político y militar de Washington y sus socios europeos. Su postura fue incólume respecto a las políticas injerencistas de EEUU, en especial en la defensa del derecho de Palestina a su autodeterminación, sus críticas fueron tan duras que incluso llegaron a algunos países islámicos por su falta de compromiso y convicción.
El presidente Raisi, en los distintos foros como la ONU, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDHNU), la Unión Europea, la Organización para la Cooperación Islámica, entre otros, tenía una dinámica de confronte, denuncia y reclamo por el accionar de los países occidentales respecto a los derechos del pueblo de Palestina y las masacres cometidas por el ente sionista en Gaza.
Sus lazos de fraternidad y ayuda mutua con Centro y Latinoamérica en sus visitas a Venezuela, Cuba y Nicaragua, así como las reuniones con su homólogo boliviano, han molestado a Washington, quien al presente tiene gobiernos gendarmes en el continente como Noboa y Milei, con los cuales a cada momento planifica las formas para pulverizar a los gobiernos legítimos de los pueblos libres del continente.
El martirio del presidente iraní, su canciller y su comitiva no cambiarán casi en nada el posicionamiento ni las acciones de la política internacional iraní; pues no se debe olvidar que la teocracia islámica está dirigida por su Jefe de Estado y líder de la Revolución Islámica, el Ayatollah Ali Jamenei, quién tiene facultades como: “Delinear la política general del sistema de la República Islámica de Irán, ejercer la comandancia general de las Fuerzas Armadas, declarar la guerra, la paz y movilizar los efectivos, entre otros (Art. 110, Const. Iraní).
A tal fin, los sueños bizarros de sus enemigos, sobre la “inestabilidad” por el martirio del presidente Ibrahim Raisi, son vanos; pues el sistema de la nación persa está supervisado por el Líder de la Revolución Islámica, quien en definitiva direcciona el poder de su nación.
Si es que más adelante, con el esclarecimiento de los hechos que interrumpieron la vida del presidente en el noreste de Irán arrojaran algún indicio que lo sucedido fue un atentado, con seguridad que toda la furia será descargada sobre los posibles autores de este atentado, provocando con ello una posible guerra a gran escala, Irán ya lo ha demostrado cuando perforó “la cúpula del hierro” de Tel Aviv.
En esa línea, no se debe olvidar que EEUU y el régimen israelí desde hace más de cuatro décadas han estado saboteando y atentando contra la vida de civiles, religiosos y científicos como Mohsen Fakhrizadeh, quién fuera uno de los arquitectos del programa nuclear iraní, asesinado por la mossad el 28 de noviembre de 2020, o el General Qasem Suleimani, asesinado el 3 de enero por EEUU.
El 28 de junio, el nuevo presidente elegido seguirá los axiomas establecidos en la constitución, que en otros términos están basados en los cimientos coránicos, lo cual significa que no habrá ningún tipo de cambios en su política exterior e internacional, en relación por ejemplo con la defensa y apoyo a los países oprimidos como Palestina, por lo tanto, los enemigos del país asiático que mascullan su defenestración pierden el tiempo, si creen que la ausencia del que fuera su presidente cambiará en algo las líneas ideológicas de la República Islámica.
