La diferencia entre el tipo de cambio oficial de Argentina y los tipos paralelos populares (que era casi del 200% el año pasado en medio de una caída de la confianza en la moneda) se ha reducido a un solo dígito bajo el gobierno del presidente libertario Javier Milei, paralelos a las diferencias que ya existen en relación con el dólar oficial en menos del 10%. Como resultado de esta convergencia, los analistas están sopesando lo que está por venir.
El fortalecimiento de la moneda en los mercados no oficiales que los argentinos utilizan para eludir los estrictos controles de capital, vigentes desde 2019, está siendo impulsado por el enfoque de Milei en un “déficit cero”, lo que ha ayudado a reforzar la confianza en los activos locales. El peso se apreció este martes alrededor de un 1% en el mercado paralelo, hasta 1.090 por dólar, menos del 8% de diferencia respecto al tipo oficial de cerca de 1.013 pesos. Esta diferencia era del 60% en julio y de alrededor del 170% cuando Milei asumió el cargo en diciembre de 2023.
“La diferencia entre los dólares financieros (paralelos) y el dólar oficial ya es cómodamente de un dígito”, dijo el economista Roberto Geretto de la consultora Adcap, con sede en Buenos Aires. “El dólar financiero está en su nivel más bajo desde mayo de 2018”.
Milei devaluó el peso en más del 50% poco después de asumir el cargo, lo que aumentó la inflación. Sin embargo, los estrictos recortes del gasto, la reversión de un profundo déficit fiscal y las medidas para aumentar las reservas y los depósitos en dólares han fortalecido la moneda argentina desde entonces. Empresas e inversores siguen de cerca la divisa, siendo el levantamiento de los controles de capital una de las principales demandas de muchos agentes. Dicen que las restricciones siguen siendo un obstáculo importante para hacer negocios en el país rico en cereales y gas.
Podemos resaltar entonces que el discurso del presidente comienza a tener mayor fuerza cuando la brecha cambiaria entre los dólares paralelos (blue, MEP y CCL) con el dólar oficial continuó en el nivel más bajo de la era Milei, este martes. La llegada del dólar con un lavado de dinero exitoso y el compromiso de sostener el superávit fiscal y comercial, por ahora, mantiene los tipos de cambio tranquilos. En este contexto, cabe destacar que siguen vigentes los controles cambiarios (cepo), implementados en agosto de 2019 para frenar la fuga de capitales, lo que permite al Banco Central (BCRA) controlar los niveles de liquidez y mantener una devaluación programada del 2% anual.
“La diferencia entre el dólar financiero y el oficial ya es de un cómodo dígito. De hecho, en términos reales, el tipo oficial es casi como el tipo de convertibilidad (en 1991), y los financieros están en el nivel más bajo desde mayo de 2018, cuando no hubo acciones”, dijo el economista Roberto Geretto, de la consultora Adcap. Pese a ello, los analistas miran de cerca las posibles consecuencias de un retraso en el tipo de cambio, las turbulencias regionales con un real brasileño devaluado y la llegada de Donald Trump a la presidencia estadounidense con una política proteccionista. Milei pidió un apoyo al gobierno estadounidense de 25 mil millones de dólares (FMI), que podría permitir la dolarización de la economía argentina, y una inflación muy baja, aunque golpearía a la industria.
En declaraciones a la prensa, el economista de la Fundación FIEL Daniel Artana advirtió sobre un posible impacto con Trump a partir de la experiencia de su anterior mandato: “En su gobierno anterior, Trump insinuó una carrera proteccionista y algunos países como China compensaron depreciando sus monedas. Eso sería hacernos algo de ruido, porque el tipo de cambio multilateral, el dólar, sería complicado y nos presionaría aún más a la hora de competir con el resto del mundo”, afirmó.
Empresas e inversores siguen de cerca la divisa, siendo el levantamiento de los controles de capital una de las principales demandas de muchos agentes. Dicen que las restricciones siguen siendo un obstáculo importante para hacer negocios en el país rico en cereales y gas. La salida de la “pinza” está prevista para “el primer trimestre del próximo año”, estimó el economista Fausto Spotorno, y luego el tipo de cambio “no estará cerca de los 1.600/2.000 pesos, podría estar más cerca de los 1.100 y 1.200”. Creo que esta salida del ‘cepo’ funcionará muy bien”. Milei devaluó el peso en más del 50% poco después de asumir el cargo, lo que aumentó la inflación. Sin embargo, los estrictos recortes del gasto, la reversión de un profundo déficit fiscal y las medidas para aumentar las reservas y los depósitos en dólares han fortalecido la moneda argentina desde entonces. Es importante entender que los costos sociales fueron demasiado duros para los argentinos. El número de niños pobres entre 0 y 14 años alcanzó en septiembre el 66,1% (a fines del año pasado era el 58,4%). Esto implica que hay 7,3 millones de niños pobres.
Si tenemos en cuenta que 2023 terminó con 19,5 millones de personas en situación de pobreza, en seis meses se habrían sumado 5,4 millones de nuevos pobres. Mientras tanto, casi tres millones de personas han caído en la pobreza. El año pasado —al final del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner— terminó con una tasa de pobreza del 41,7% y una tasa de indigencia del 11,9% en un contexto de caída de la economía, el empleo, los salarios y una inflación que se triplicó en apenas un año. Cuando inició su gestión el cuarto gobierno Kirchner, la pobreza era del 35,5%.
El intento de estabilizar la economía argentina, con la devaluación de diciembre (alza de precios y licuefacción de ingresos) y el fuerte ajuste fiscal, profundizó la tendencia de deterioro social, especialmente en el primer trimestre. Los ingresos y pensiones de los trabajadores formales e informales sufrieron y se perdieron más de 100.000 puestos de trabajo en la construcción, el comercio y la industria. Además, se perdieron empleos informales. El trabajo se volvió más precario.
Analizando la realidad, se observa un cambio en los sistemas de precios. Las familias se ven obligadas a gastar su presupuesto en pagar los servicios públicos: agua, electricidad, transporte. Así, esta inercia genera menos capacidad para consumir otros bienes y servicios. Por tanto es posible que en el futuro, una vez completado este ciclo negativo, se produzca una caída del nivel de pobreza estadística, aunque no garantiza una mayor capacidad de consumo. Entonces lo que pasó a principios de año, fue que buena parte de los aumentos de salarios, pensiones, incluso para los sectores pobres, informales, no indigentes y las mejoras en los programas sociales se transfirió para tener más gasto en transporte, electricidad, agua, electricidad o mantenimiento de servicios públicos. La lucha es que después del estancamiento puede haber buenas noticias para que los argentinos reconstruyan su poder adquisitivo, tal vez debido a la reducción de la inflación y la apreciación de su moneda.
La Paz/AEP