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Mahmoud Elalwani

La declaración del G7 y el plan de Netanyahu

Los ministros de Asuntos Exteriores del grupo del G7, que incluye a Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia, Japón y el representante de la Unión Europea, se reunieron entre el 12 y el 14 de marzo de 2025 en la ciudad en Charlevoix, en Quebec, Canadá, y emitieron una declaración abordando la situación en Ucrania, la paz y la estabilidad regional en el Medio Oriente que conllevaba una sorpresa política al evitar hacer una referencia directa a la “solución de los dos Estados”, reemplazándola por términos vagos como “horizonte político para el pueblo palestino” y “aspiraciones legítimas” en lugar de hablar claramente de los derechos legítimos del pueblo palestino.

Este cambio refleja un giro político muy profundo en la postura occidental.

Se afrontó el conflicto palestino-israelí de forma desequilibrada porque comenzó abordando la liberación de los soldados secuestrados sin mencionar a los detenidos palestinos, se reafirmó el apoyo del grupo a la reanudación de la ayuda humanitaria y se reiteró el derecho de Israel a la legítima defensa amparado por el derecho internacional. No se exigió la retirada de Israel de Gaza y no se hizo referencia alguna a los ataques israelíes contra civiles, instalaciones médicas y otros objetivos, en una clara violación de los Convenios de Ginebra y del derecho internacional humanitario. Vale la pena señalar el repliegue y distanciamiento a la posición del G7 de 2024 que estipulaba “el apoyo total para la solución de dos Estados, en la que dos Estados democráticos, Israel y Palestina, vivan en paz y seguridad dentro de las fronteras reconocidas con la implementación de resoluciones de las Naciones Unidas”.

Parece que las principales potencias occidentales ya no están dispuestas a imponer una solución de dos Estados, ni siquiera sin fronteras claras como marco vinculante. En su lugar prefieren formulaciones más flexibles que les permitan maniobrar según los acontecimientos regionales y lograr sus intereses en la región mediante la visión de un “Nuevo Oriente Medio”. La expresión “Estado palestino”, que fue utilizada en documentos de legitimidad internacional y en declaraciones de la Unión Europea durante años, es reemplazada ahora por el grupo del G7 con una expresión novedosa que coincide con el plan de Netanyahu. Más bien se está trabajando para implementar un proyecto colonial, el “Gran Israel”, a expensas de los derechos y la existencia del pueblo palestino mediante sus frenéticos intentos de eliminarlos, según creen, mediante la limpieza étnica y el desplazamiento.

La declaración política del G7 es en contra de las Naciones Unidas, de sus instituciones y de los bloques globales y refuerza claramente que el plan de Trump para desplazar a los palestinos sigue siendo la base del enfoque estadounidense en la región y que éste no se ha detenido ni revertido. La declaración de Trump sobre no expulsar por la fuerza a la población de Gaza no es más que una definición de “desplazamiento voluntario” y éste no se detendrá en las fronteras de la Franja de Gaza, sino que incluirá Cisjordania y Jerusalén, facilitando así el éxodo de decenas de miles de palestinos para facilitar el proceso de anexión del territorio palestino para que la construcción de un Estado judío pueda desarrollarse sin mayores obstáculos. En definitiva, la eliminación del principio de la solución de dos Estados del discurso oficial del G7 es una clara indicación de que el pueblo palestino se enfrenta hoy a una nueva fase, seria y crucial, y puede que sea la más difícil.

No se requiere un gran esfuerzo para que el observador descubra que el cambio fundamental o el importante giro político se produjo bajo la intensa presión estadounidense para borrar todo lo relacionado con el Estado de Palestina. Esta es una postura adoptada por la administración Trump y su equipo, que considera que “la Palestina histórica es una tierra judía para el Estado de Israel desde el río hasta el mar”. La postura estadounidense no solo abandonó la opción de la “solución de dos Estados” que formó parte de la política oficial estadounidense desde 2002 hasta enero de 2025, sino que también avanzó hacia la judaización de toda Palestina, completando así lo iniciado por Trump en su primer mandato con la decisión estadounidense de reconocer a Jerusalén como capital de Israel. Ésta se ha convertido en una postura oficial estadounidense, donde el Estado de Palestina ha sido excluido de cualquier declaración en la que participe Estados Unidos.

La solución de dos Estados, basada en las fronteras anteriores al 4 de junio de 1967, se ha presentado durante mucho tiempo como la única opción internacionalmente aceptable para poner fin al conflicto palestino-israelí. No obstante, a lo largo de las décadas, esta solución no ha sido más que una herramienta diplomática para gestionar el conflicto, pero no para ponerle fin. En ocasiones la ocupación israelí se ha considerado que es un conflicto entre territorios en disputa, e incluso una forma de engaño político occidental. La expansión de los asentamientos israelíes, la erosión de las tierras palestinas y la falta de una auténtica voluntad internacional han hecho que esta solución sea cada día más difícil.

La disminución del apoyo occidental a la solución de los dos Estados debe impulsar al pueblo palestino a reevaluar la visión y la estrategia de lucha del movimiento nacional de pacífica resistencia política, diplomática, jurídica y popular de acuerdo con los fundamentos de las resoluciones de la ONU, que exigía dos Estados en la tierra de la Palestina histórica, equitativamente divididos, con fronteras, sus derechos, requisitos y repercusiones de conformidad con el derecho internacional, a pesar de las complejidades a que se enfrentan.

La implementación de las resoluciones legítimas de la ONU relativas al establecimiento de un Estado palestino independiente con Jerusalén Oriental como su capital y la retirada de la ocupación israelí de los territorios palestinos ocupados en 1967 representa el pilar fundamental que abre el camino para lograr la paz, seguridad y la estabilidad en la región. La comunidad internacional debe asumir sus responsabilidades para exigir cuentas a la ocupación por el genocidio y trabajar seriamente para lograr las aspiraciones del pueblo palestino a la libertad, la justicia y la independencia. Esta posición debe ir más allá de meras declaraciones y convertirse en un auténtico compromiso internacional y una acción efectiva de la comunidad internacional, incluida la imposición de una presión real sobre la ocupación israelí para que ponga fin a esta tragedia y lograr una solución política en el marco de la restauración de los legítimos derechos nacionales palestinos y el fin de la ocupación, mediante negociaciones serias que aseguren el fin del sufrimiento constante del pueblo palestino.

Por: Mahmoud Elalwani/

Embajador del Estado de Palestina en Bolivia


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