Una vez más, la República Bolivariana de Venezuela ha demostrado su talante democrático a través de elecciones municipales que se realizaron el 27 de julio, donde fueron electos 335 alcaldes y dos mil 402 concejales y concejalas, sumando un total de dos mil 737 cargos. Este acontecimiento no solo resalta la capacidad organizativa del país, sino que también subraya la participación activa y comprometida del pueblo venezolano en el proceso electoral. Según el Consejo Nacional Electoral (CNE), la jornada electoral reunió a seis millones 273 mil 531 electores, superando el 42,63% de participación registrada en las elecciones de gobernadores de mayo. Estas cifras revelan no solo un avance en la cultura del voto, sino una reafirmación del compromiso ciudadano con la democracia.
La historia reciente de Venezuela ha estado marcada por desafíos políticos y sociales pero, a pesar de ello, el pueblo ha mantenido una cultivada cultura de participación electoral. Es evidente que los venezolanos y venezolanas han convertido el acto de votar en un ejercicio de autodeterminación, convirtiéndolo en un medio para seleccionar a sus autoridades. La importancia de este hecho radica en que, a nivel mundial, Venezuela se destaca como uno de los países con mayor avance en la consolidación de procesos democráticos, lo que contrasta con la narrativa negativa que muchos medios internacionales tienden a perpetuar sobre la situación política del país.
En medio de la participación ciudadana, es inevitable mencionar las declaraciones de figuras de la oposición, como María Corina Machado, quien ha buscado descalificar los resultados electorales. Sin embargo, lo cierto es que estas afirmaciones parecen más un intento de socavar la legitimidad del proceso que una verdadera reflexión sobre la voluntad popular expresada en las urnas. La realidad es que las elecciones del pasado domingo se llevaron a cabo en un ambiente de paz y civismo, lo que evidencia que, a pesar de las críticas, el país está avanzando en la construcción de una democracia robusta.
Los resultados electorales reflejan una clara preferencia del electorado. De las 335 alcaldías, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y el Polo Patriótico obtuvieron 285, mientras que la oposición quedó con 50. Este resultado no solo muestra la fortaleza del chavismo en el ámbito local, sino también el vínculo entre el gobierno y el pueblo. A pesar de las campañas informativas orquestadas por la mediática de la derecha a nivel mundial, que pretenden deslegitimar el proceso electoral, la realidad en el terreno es muy diferente. Los ciudadanos han elegido a sus autoridades locales, reafirmando su confianza en el modelo político que dirige el país.
Es importante señalar que las elecciones no son solo un mecanismo para elegir autoridades, sino también un espacio para que la voz de la ciudadanía sea escuchada y considerada. La capacidad de movilización y organización del electorado venezolano es digna de reconocimiento, ya que demuestra que, independientemente del contexto, el deseo de participar prevalece. Las elecciones son un reflejo del desarrollo democrático y de la inclusión social, permitiendo que diferentes sectores de la sociedad puedan hacer valer sus derechos.
El sistema electoral venezolano, a pesar de las críticas, ha sido objeto de observación internacional, y muchos organismos han resaltado su transparencia y legitimidad. La participación de los ciudadanos en las elecciones, además de ser un derecho, es un deber cívico que garantiza la continuidad de la democracia. Cada voto cuenta, y en cada elección, el pueblo tiene la oportunidad de expresar su voluntad. La importancia de esto radica en que el futuro de una nación depende en gran medida de la decisión consciente e informada de sus ciudadanos.
La cultura del voto en Venezuela no solo se basa en la aceptación de un proceso, sino en la identificación de los ciudadanos con su país y sus instituciones. A medida que el país avanza hacia la consolidación de su democracia, es indispensable que se fomente la participación y el debate constructivo en torno a los temas que afectan al pueblo. La política debe ser un espacio de diálogo, donde todas las voces, independientemente de su ideología, puedan ser escuchadas. La polarización solo lleva a la fragmentación, y la única manera de avanzar como nación es a través del entendimiento y la construcción conjunta.
El desafío que enfrenta Venezuela en el ámbito internacional es considerable. Mientras algunos prefieren enfocarse únicamente en las dificultades económicas y sociales, es fundamental destacar los logros en el ámbito democrático. Las elecciones recientes son un testimonio del compromiso del pueblo con la democracia y el deseo de construir un país en paz. A pesar de las adversidades, la capacidad de los venezolanos para elegir a sus líderes debería ser un motivo de celebración y no de deslegitimación.
En conclusión, la jornada electoral del pasado 27 de julio es un claro indicador del aprecio por la democracia que existe en Venezuela. La participación activa de más de 6 millones de ciudadanos, el número de autoridades electas y la paz con la que se desarrolló el proceso no solo son un triunfo para la nación, sino un ejemplo para el mundo de cómo la democracia puede florecer incluso en medio de dificultades. La historia de Venezuela sigue construyéndose, y es a través de la participación continuada y consciente de su pueblo que se abrirán caminos hacia un futuro más próspero y democrático. La democracia no es solo un ideal, es una práctica constante que se nutre del compromiso y la decisión de cada ciudadano.
Por: William Gómez García