América Latina y el Caribe son regiones que mantienen una alta desigualdad que amenaza el progreso y el bienestar de sus ciudadanos. La semana pasada salió el Reporte de Economía y Desarrollo 2022 (RED 2022) del Banco de Desarrollo de América Latina, revelando el desafiante trabajo para lograr el progreso y ascenso social de todas y todos.
Para entender este informe es importante tener claro que la desigualdad sucede cuando algunas personas tienen muchas más cosas —como dinero, recursos y oportunidades— que otras. Esto puede hacer que sea difícil para las personas cambiar su situación en la vida, lo que se llama “movilidad social”.
La movilidad social es como un ascensor: permite mejorar la calidad de vida sin importar de dónde uno viene. Hay dos tipos: movilidad absoluta, que compara a los hijos con sus padres; y movilidad intergeneracional relativa, que ve si los hijos están en un lugar mejor o peor que sus padres en la sociedad.
La desigualdad es “justificable” cuando se basa en las diferencias de esfuerzo individual y contribuciones a la sociedad. Puede ser “inaceptable” que se origine en la discriminación, el privilegio y la corrupción, limitando las oportunidades de ciertos grupos desde el nacimiento y a lo largo de sus vidas. Estas barreras sistémicas perpetúan la desigualdad intergeneracional que reproduce un círculo vicioso que mantiene a las familias en dos lados opuestos: entre la riqueza y la pobreza.
Como ejemplo, podemos mencionar a los afrodescendientes y a los indígenas, grupos poblacionales que históricamente han estado en el extremo de la distribución de los ingresos en la región, enfrentando múltiples obstáculos en el progreso económico y social.
La desigualdad tiene además una mirada geográfica, habiendo zonas que siempre han estado privadas de servicios básicos, de acceso a salud y educación, afectando a comunidades enteras atrapadas en la pobreza generacional. Algunas áreas dentro de América Latina han luchado durante décadas contra la adversidad y permanentemente se han mantenido sobreviviendo. La desigualdad se ha visto con mayor énfasis en las mujeres, quienes han estado limitadas en su desarrollo pleno.
El informe señala una preocupante falta de movilidad intergeneracional, mostrando que el progreso económico y social de una persona continúa influenciado por el estatus económico de sus padres. De hecho, se menciona que muchos latinos antes de nacer ya tienen una desventaja sistemática en comparación de otros. Esto crea una sociedad donde las oportunidades parecen inalcanzables para muchos, donde el talento y el esfuerzo a menudo son insuficientes para superar las barreras económicas y sociales.
El RED 2022 reafirma el vínculo entre desigualdad y movilidad social. Es decir, mientras más desigual sea una sociedad más difícil será para sus ciudadanos moverse a un estrato social superior (por ejemplo, pasar de la clase media a una media alta). Es como si nuestras comunidades estuvieran atrapadas en un ciclo interminable de desigualdad y falta de oportunidades, afectando no solo al bienestar, sino también al crecimiento económico y la estabilidad política, ya que las sociedades con menor desigualdad tienden a ser más tolerantes ideológicamente.
Sin embargo, este no es un callejón sin salida, los países pueden tomar varias medidas para romper este ciclo, como, por ejemplo, políticas de desarrollo temprano, proporcionando un cimiento sólido para el desarrollo cognitivo y social. Implementando políticas de mercado laboral para crear oportunidades de empleo, así como mejorar las condiciones de trabajo, lo que a su vez puede elevar los ingresos y el nivel de vida de las personas. Se pueden realizar políticas públicas de protección social que brinden una red de seguridad financiera a las personas que están desempleadas, enfermas o discapacitadas, ayudando a reducir la pobreza y la desigualdad.
Promover la movilidad social no solo es una cuestión de justicia, sino igualmente de prosperidad. La ruta hacia la igualdad y la movilidad social puede ser desafiante, pero ya hemos dado los primeros pasos; juntos podemos construir un camino hacia un futuro más brillante y equitativo para todas y todos. El camino es largo, pero cada paso nos acerca más a un futuro en el que la movilidad social sea una realidad y la desigualdad un recuerdo del pasado.