La historia generalmente relata la contribución de los varones en los procesos emancipatorios, y el caso de Bolivia no es la excepción; sin embargo, las mujeres en nuestro país tuvieron un rol muy activo en la lucha por nuestra independencia de la conquista española; contribución mayormente invisibilizada.
Durante la Colonia existieron mujeres que, individualmente o junto a sus compañeros, lucharon en contra de la invasión española, su participación, tanto en el área rural como urbano, tenía el mismo objetivo independentista.
Bartolina Sisa, revolucionaria indígena aymara, nació en La Paz (1750). Con el grado de virreina, comandó a los indígenas combatientes en el mismo nivel de liderazgo que su esposo, Julián Apaza, conocido como Túpac Katari, cuya muerte —descuartizado por cuatro caballos—(1781) fue obligada a presenciar. Apresada, torturada, violada —después de un año de reclusión—, el 5 de septiembre de 1782 fue ejecutada, luego de ser arrastrada, atada a la cola de un caballo; murió ahorcada, su cadáver descuartizado y sus cenizas esparcidas.
En su honor se fundó la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia “Bartolina Sisa” (1980). El 5 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Mujer Indígena (1983). Fue declarada “heroína nacional aymara” (2005).
Gregoria Apaza, revolucionaria indígena aymara, hermana de Túpac Katari. Nació en La Paz (1751). Lideró rebeliones indígenas en contra de la colonia española en 1781. Fue torturada y asesinada (1782).
Manuela Josefa Gandarillas era una aristócrata, nacida en Cochabamba (1752), apodada “la ciega Gandarillas” porque era no vidente.
Cuando los varones patriotas fueron diezmados por las tropas realistas, mujeres cochabambinas salieron a enfrentarse con ellos, dirigidas por “la ciega” Gandarillas (27 mayo, 1812), después de horas de lucha impar, todas murieron en combate, incluida Manuela “la ciega” Gandarillas. A todas estas valientes mujeres que ofrendaron su vida esa fecha se las recuerda como las “Heroínas de la Coronilla”. En honor a ellas, en Bolivia festejamos el Día de la Madre el 27 de mayo.
Vicenta Juaristi Eguino nació en La Paz (1780), era una mujer rica, puso su fortuna al servicio de la revolución independentista. Detenida varias veces, condenada a muerte, desterrada, pudo retornar a Bolivia después de la fundación de la República. En su memoria, en la ciudad de La Paz existe una plaza que lleva su nombre.
Juana Azurduy nació en Chuquisaca (1780), mujer mestiza, su familia gozaba de una buena situación económica. Luchó junto a su esposo —Manuel Ascensio Padilla— en la guerra de la independencia. Tuvo cinco hijos, cuatro murieron. Fue obligada a presenciar la muerte de su cónyuge a manos de los realistas. Sola comandó tropas patriotas.
Sucre, de donde ella era oriunda, en 1809 pertenecía al Virreinato de La Plata, junto a la actual República de Argentina y otros países; por esta razón, Juana Azurduy también luchó por la emancipación del territorio argentino.
Vivió en Jujuy, Argentina, en la completa miseria, pidió limosna para volver a Sucre, Bolivia, donde le otorgaron una pensión vitalicia, que por la burocracia no pudo cobrar. Murió sola, pobre (1862), olvidada, enterrada en una fosa común; no pudo recuperar ni los bienes que poseía antes de ser combatiente. Sus restos fueron exhumados y trasladados a la Casa de la Libertad en Sucre y descansa junto a su esposo (1962).
El Gobierno argentino le otorgó el grado de teniente coronel (1816). Simón Bolívar la ascendió al grado de coronel (1825). Fue promovida a generala del Ejército argentino (2009). Se le otorgó el grado de Mariscala (2011).
En su honor existe en Chuquisaca la provincia Azurduy, y en memoria a su esposo, la provincia Padilla. En Sucre (1976), el aeropuerto Juana Azurduy. El bono Juana Azurduy para mujeres embarazadas (2009). La Confederación de Mujeres “Juana Azurduy de Padilla” (2009).