olivia atraviesa momentos de profunda indignación ante el espectáculo vergonzoso de ciertos actores políticos que, en lugar de servir al país, se dedican a rendir pleitesía a Evo Morales. Fernando Loza, la “cocinera de Morales”, es un claro ejemplo de esta descomposición. En vez de legislar en beneficio de los bolivianos, se ocupa de bloquear caminos y recursos en la Asamblea, perjudicando directamente a la población. Como si fuera poco, se presenta como un referente enseñando a tomar en tutuma, cuando lo que debería hacer es educarse primero. ¿Sabe siquiera cómo agarrar un libro?
Pero Loza no es el único payaso político. Héctor Arce, otro servil a Morales, sigue causando un daño irreparable al país. Su historial está marcado por la corrupción, el uso de influencias y un cinismo desmedido. Es un mentiroso profesional, incapaz de sostener sus propias declaraciones. Su cobardía es su carta de presentación, y su papel en la Asamblea no es más que el de un títere movido por la ambición y el resentimiento.
El país también sufre por culpa de más evistas ignorantes que difunden mentiras sobre la economía, especialmente sobre el flujo de divisas. La realidad es clara: el Gobierno gestiona financiamiento con organismos internacionales que, antes de aprobar cualquier crédito, evalúan si Bolivia
tiene capacidad de pago, donde si el país estuviera en crisis como algunos afirman, no se otorgarían estos recursos externos destinados a importantes proyectos de inversión en beneficio del país. Posteriormente la Asamblea Legislativa Plurinacional tiene la obligación de revisar y aprobar estos desembolsos, de tal manera que los fondos ingresan en dólares al Banco Central de Bolivia, que los administra para pagar la compra de combustibles, importaciones y el servicio de la deuda externa. Al mismo tiempo, los proyectos financiados con estos créditos se ejecutan en moneda nacional, generando empleo y dinamizando la economía. Sin embargo, estos recursos se ven trabados en la Asamblea por la mezquindad de ciertos asambleístas que, en su afán de boicotear al Gobierno, terminan perjudicando a todos los bolivianos.
Y mientras los evistas hunden la economía con su bloqueo político, en La Paz tenemos un alcalde que hace el ridículo con sus métodos “científicos”. En plena crisis por deslizamientos, su gran idea fue usar una botella para medir el movimiento de la tierra. ¿Este es el nivel de gestión que merecen los paceños? Es lamentable que alguien así esté al frente de una ciudad, pero claro, cuando se vive rodeado de botella tras botella de alcohol, no se puede esperar más de una autoridad mediocre.
Otro personaje que avergüenza al país es Reynaldo Ezequiel, el “socialista sociable”, quien, al igual que Loza, solo se deja ver entre bebidas y borracheras en lugar de cumplir con su deber. ¿Qué ejemplo le están dando a la juventud estos políticos de pacotilla? Su única preocupación es mantenerse en el poder a cualquier costo, aunque eso implique hundir a Bolivia en el atraso y la mediocridad.
Bolivia no merece esta clase de políticos. Son un obstá- culo para el desarrollo, un cáncer que asfixia al país con su corrupción, ignorancia y desidia. En lugar de generar oportunidades, se dedican a boicotear todo intento de progreso, convirtiéndose en una carga insoportable para el pueblo. Su ineptitud y ambición desmedida están condenando a generaciones enteras a un futuro incierto.
La Asamblea Legislativa debería ser un espacio de de- bate y construcción, pero estos personajes la han conver- tido en un circo de mentiras y bloqueos. No les importa el bienestar de los bolivianos, solo sus propios intereses y los de su jefe Morales. Mientras tanto, la economía se ralentiza, los proyectos se detienen y las oportunidades desaparecen, todo gracias a su irresponsabilidad.
Es urgente que el pueblo boliviano exija un cambio real. No podemos seguir gobernados por políticos mediocres, corruptos y sin preparación. La indignación debe transformarse en acción, en un rechazo contundente a estos traidores que han demostrado que su lealtad está con Evo Morales y no con Bolivia.
El país merece líderes con visión, con compromiso y con integridad. No más serviles, no más borrachos ni ignorantes tomando decisiones cruciales. Es hora de que Bolivia despierte y se deshaga de estos parásitos que solo saben bloquear, mentir y robar. La indignación de los bolivianos debe convertirse en un grito de cambio.
Por: Miguel Clares (Economista)