El presidente brasileño, Lula da Silva, lo intentó, pero su expectativa de marcar una gran diferencia en la reunión de la ONU no se tradujo en resultados, aplausos y la prensa internacional lo olvidó. No faltó esfuerzo por parte del brasileño, pero vivimos en otro mundo que tuvo a Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, Néstor y Cristina Kirchner, entre otros. Brasil ocupa actualmente cargos importantes como presidente del Mercosur, presidente del G20 y presidencia del Banco Brics. Pero no es un líder global, salvo en el tema del medioambiente, ni en el mundo ni en el hemisferio sur, ya que vivimos en una multipolaridad que se debate a nivel regional.
Lula no recibió aplausos sonoros, y fue notable la indiferencia de Zelensky al mirarlo. Aun hubo una reunión con Joe Biden que demostró lo tibia que es su proactividad, el tema era defender las condiciones de los trabajadores en ambos países. “Queremos crear, tal vez, un nuevo hito en la relación entre el capital y el trabajo. Una relación civilizada del siglo XXI. Todas las personas que creen que un sindicato débil hará que los empresarios ganen más están equivocados. No hay democracia sin sindicatos fuertes, porque los sindicatos son los que efectivamente hablan por el trabajador”, dijo Lula, tras la reunión con Biden. “Sabemos que nuestro progreso frente a este desafío depende de nuestros trabajadores. Ellos son quienes harán que la cadena de valor sea segura y mejorarán la infraestructura para mantener nuestra economía fuerte. Necesitamos valorar a los trabajadores, y eso es lo que esta nueva asociación busca. La idea fue de este señor aquí [Lula]”, señaló Joe Biden sobre la asociación entre Brasil y Estados Unidos.
Al final hubo una reunión formal con el líder ucraniano. Lula declaró que su conversación con Zelensky abordó la importancia de construir la paz y mantener el diálogo entre países. Después del encuentro, en una entrevista con periodistas, Lula también dijo que las conversaciones entre países deben apuntar a una paz duradera “para que nunca más se repita una ocupación territorial”. El encuentro entre Lula y el Presidente ucraniano duró una hora y 10 minutos. Esta es la primera reunión de jefes de Estado después de meses de opiniones diferentes sobre la guerra en Europa del Este. Por el lado del país europeo, el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, calificó la conversación como “cálida y honesta”, en la que cada país entendió su posición. Kuleba también dijo que este era un momento importante. Demasiado simplista en mi opinión.
Lula necesita entender que otras naciones tienen nuevos líderes y no escuchar más sus repetidas frases de 2003 en su primer mandato. ¿Esto es malo? Claro que no. Es la nueva dinámica de la política. Tiene que dejar de criticar al Consejo de la ONU diciendo que no es representativo, es un hecho confirmado por Biden y Macron, pero viniendo de Lula proviene de su idea fija de unirse a este grupo que tanto critica. En este caso también se sumarían India y Sudáfrica.
En una encuesta realizada por el reconocido portal brasileño Poder 360, se encontró que los medios mundiales se han olvidado y desinteresado por Lula: El País (España) —el periódico español no menciona a Lula ni a Brasil—; Le Figaro (Francia) —mención de Lula y Brasil solo en la parte final del texto, pero nada sobre el discurso de Lula en la ONU—; The Guardian (Reino Unido) —no hay ninguna mención de Lula o Brasil—; The Wall Street Journal (EEUU) —ninguna mención de Lula o Brasil. La publicación destaca la ausencia de muchos líderes, menciona a China, Francia, India, Rusia y el Reino Unido—; The Washington Post (EEUU) —menciona a Lula en medio del texto para decir que el secretario general de la ONU, António Guterres, está intentando persuadir al brasileño para que cambie su posición respecto a la guerra en Ucrania. La publicación destaca que Lula adoptó una posición neutral sobre el tema en su discurso. Al final del texto, el diario afirma que Lula y Biden se reunirán este miércoles (20 de septiembre). En su versión online, el Washington Post publicó un texto en el que el nombre del Presidente brasileño aparece en el título: “Biden y Lula intentan encontrar una causa común, a pesar de tener opiniones diferentes”. Esta es una referencia a la reunión de los dos líderes de este miércoles para discutir los derechos laborales. La noticia destaca cómo el petista criticó a Estados Unidos. Ya al principio dice que “Lula habló contra el bloqueo económico de Estados Unidos contra Cuba que dura décadas” y también “condenó” la competencia entre las superpotencias que “exacerbó las desigualdades sociales y económicas en el mundo”—; Financial Times (Reino Unido) —la portada de la edición internacional del periódico solo menciona los discursos de Biden y Zelensky, sin mencionar a Lula ni a Brasil. En el texto publicado en su sitio web, el diario menciona a Brasil solo para decir que Estados Unidos lanzó una iniciativa de cooperación—; The New York Times (EEUU) —menciona a Lula en la última parte del texto publicado en el sitio web y que forma parte de la edición impresa, solo para decir que Lula y Biden se reunirán este miércoles (20 de septiembre); Corriere della Sera (Italia) —menciona a Brasil como uno de los países que no tomó posición en la guerra de Ucrania y dice que el asesor especial de la Presidencia para Asuntos Internacionales, Celso Amorim, minimizó el peso del encuentro de Lula con Zelensky.
Biden organizó una cena para una treintena de líderes mundiales, así para empresarios como el multimillonario Bill Gates, el martes (19), en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Excluyó a Lula, que estuvo en la ciudad el domingo 17. Lula llamó a su carcelero cuando estaba en prisión para trabajar con él y debe designar a su Ministro de Justicia para el Tribunal Supremo Federal.
Finalmente, en detalle, hay que mirar lo que dice el mandatario boliviano Luis Arce: “El Presidente defiende el multilateralismo en la ONU y propone la construcción de un nuevo pacto para el futuro, equilibrado de tal manera que no permita que un niño muera de hambre hoy para asegurar alimentos para otro niño no nacido. Bolivia siempre estará comprometida con la defensa y fortalecimiento del multilateralismo y seguir contribuyendo al desarme en cumplimiento del Derecho Internacional, el Derecho Internacional Humanitario, desde una visión centrada en la paz con justicia social, el bienestar de las personas y la convivencia pacífica”.
También el presidente chileno, Gabriel Boric, criticando la participación de Estados Unidos en la promoción del golpe de Estado en su país y la denuncia contra el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua. “Los desafíos de la democracia deben afrontarse siempre con más democracia y nunca con menos. Un golpe de Estado nunca es inevitable; la democracia siempre ofrece alternativas”, afirmó el Presidente chileno al recordar el 50 aniversario del golpe de Estado impuesto por Augusto Pinochet (1915-2006). “También descubrimos que los derechos humanos son una base ética innegociable en la acción política y que no tienen filiación política, y deben ser defendidos en todas las circunstancias, independientemente del color político del gobierno que les falte el respeto”.
Los argentinos abordaron una cuestión histórica y estructural. El presidente Alberto Fernández criticó duramente el accionar del Fondo Monetario Internacional (FMI) en los países endeudados durante su discurso en la 78 Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada el martes. Fernández destacó la necesidad de “financiación para el desarrollo sostenible” de la comunidad internacional, pero expresó su preocupación por el sistema actual que, según él, “no parece adaptarse a un mundo que quiere recuperar el patrimonio perdido; por el contrario, apoya políticas ortodoxas que profundizan las desigualdades”. En tono contundente, el mandatario argentino calificó de “vergonzosa” la práctica del FMI de imponer aranceles adicionales a países que ya cargaban con deudas externas insostenibles.
En última instancia, los líderes latinoamericanos tienen problemas y enfoques que están más arraigados en el continente que la visión de Lula de una ambición personal de convertirse en un líder global. Hay pobreza urgente en el continente y todavía somos incapaces de integrarnos o eliminar la burocracia que nos limita. Una nueva generación pide paso, y lo que cabe, como lo hicieron Cristina Kirchner y Rafael Correa, es permitir ese camino. Tenemos mucho que hacer aquí además de preocuparnos por acercarnos a los problemas de Europa o Estados Unidos.