“Argentina está inmersa en una grave y profunda crisis económica, financiera, fiscal, social, previsional, de seguridad, defensa, tarifaria, energética y social sin precedentes, que afecta a todos los órdenes de las sociedades y al funcionamiento mismo del Estado”.
Poco después agrega: “Esta crisis es el producto de haber abandonado el modelo de Democracia Liberal y la Economía de Mercado plasmado en la Constitución de 1853 y haber avanzado durante décadas hacia un modelo de Democracia Social y Económica Planificado, que no sólo ha fracasado en nuestro país sino en todos los países donde se ha implementado a lo largo de la historia”. Esto está casi al comienzo del Proyecto de Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos que Milei remitió recientemente a la Cámara de Diputados.
Crisis hubo y hay, sin dudas. Pero conviene aclarar que la democracia liberal —que convivió y compitió con la conservadora y con el radicalismo— murió con la crisis económica y política de 1930. En tanto que la Democracia Social y Económica Planificada no es en absoluto seguro que haya existido alguna vez en nuestro país. En la Argentina se dio a una alternancia de políticas económicas conservadoras, liberales, peronista, desarrollista y neoliberales. Pero la antedicha Democracia brilla por su ausencia.
No debe omitirse, por otra parte, que desde 1930 el golpe de Estado y el intervencionismo militar —presiones y golpes— se reiteraron hasta 1983. Es curioso —cuando no incomprensible— que el actual presidente evoque una inexistente democracia social y económicamente planificada como causante de un descalabro.
También apunta a que: “Para dar solución a la crisis actual, el Congreso Nacional debe adoptar un conjunto de medidas de emergencia para restituir la democracia…”. Desde luego sobre la base de las antedichas democracia liberal y economía de mercado. Notable: en pleno siglo XXI ya, con procesos mundiales como el deslizamiento del predominio económico mundial de Occidente hacia Oriente, con dos guerras en curso —una de las cuales enfrenta a las dos más grandes potencias atómicas del planeta— y con el avance de la desglobalización del orbe, Milei, lo más rampante, pretende conducir a nuestro país a dos “estaciones” de antaño: la democracia liberal y la economía de mercado “plasmada —como se anotó más arriba— en la Constitución de 1853”, ¡nada menos!
En fin, dice también que “sin una respuesta inmediata, integral y contundente por parte del Poder Ejecutivo Nacional y el Congreso de la Nación el país corre un serio riesgo de colapso económico y de desintegración total de tejido social por lo cual se impone la necesidad de actuar con urgencia y eliminar mediante una norma de sanción única (…) las regulaciones que restringen la libertad de los argentinos, impiden la circulación de bienes y servicios y distorsionan el normal funcionamiento de mercado”.
Lamentablemente nuestro actual presidente intenta un retorno al pasado que no se encuentra en toda América Latina.
* Exembajador en Haití y Guatemala. Consultor de la Oficina Regional de la ONU para la Paz, el Desarme y el Desarrollo en América Latina y el Caribe.