A principios del presente milenio algunos gobiernos populares de izquierda (socialismo del siglo XXI) empezaron a ganar elecciones y tomar el poder en varios países sudamericanos, logrando cambios políticos, económicos y sobre todo sociales, expresados en que los grupos de poder tradicionales (empresarios privados y familias “notables” ) ya no accedían a cargos jerárquicos como cancillerías, ministerios y embajadas.
Estos grupos de poder tradicionales buscaron y buscan recuperar esos espacios perdidos mediante denuncias de corrupción. Tratan de convencer a los ciudadanos que la economía está prácticamente en el abismo, que todo es una ilusión y otras muletillas que cuando llegan las elecciones prácticamente no tienen influencia en los votantes.
Últimamente surgió la figura del libertario Javier Milei, que resume las expresiones y objetivos que tienen los grupos de poder (sobre todo de derecha). Al igual que su discurso, trata de imponerse con insultos y con descalificativos, como el de llamar “comunistas ignorantes” a los que no piensan como él, no dejándoles hablar e interrumpiendo a gritos las posiciones contrarias a su vieja teoría liberal.
Trata de imponer que su ideología liberal es nueva. En su discurso indica que la Humanidad tiene que hacer desaparecer a los bancos centrales, a la casta política y a los comunistas, para que, de esta forma, exista la sociedad libre. Olvida que este discurso lo manejaba Adolf Hitler, quien decía que debía liberarse a Alemania de los partidos políticos tradicionales que causaron el atraso económico e industrial (1 de febrero de 1933); así también liberarse de los homosexuales, gitanos, comunistas y de los judíos. Lamentablemente, eso no solo quedó en discurso y se llevó a cabo con los resultados que la Humanidad conoce.
A nivel latinoamericano, las dictaduras militares que hicieron crujir a sus pueblos tenían el mismo discurso de Milei, sobre todo Pinochet, que profesaba que deberíamos liberarnos de los comunistas. Discursos que pasaron a los hechos, causando luto, pena y dolor.
Inventa datos como que el comunismo o socialismo (para él lo mismo) asesinó a más 150 millones de personas (nadie sabe cómo obtuvo ese dato), pero olvida decir que las naciones que profesan el liberalismo hicieron desaparecer naciones y pueblos enteros. Ahí tenemos como ejemplo los apaches norteamericanos; ni qué decir de los pueblos originarios de Europa.
Indica que, si es gobierno, no tendrá trato con países como China, Cuba y otros considerados dictatoriales, porque no dejan a sus ciudadanos expresarse. Pero fomentará los lazos con países liberales donde los policías o ciudadanos de características anglosajones matan a negros, a latinos, a otras minorías raciales, y son liberados como si nada.
Habla de libertad en la comunicación y no dice nada de los países que apoyan a Ucrania que prohibieron la emisión de medios de comunicación rusos como Sputnik y Rusia Today. ¿Será que la libertad que profesa son las libertades que le convienen?
La Humanidad tiene que estar atenta a la causa de estos libertarios, que cuando toman el poder llevan su discurso de odio a los hechos y cuando los organismos internacionales reaccionan estos ya causaron la muerte de miles de ciudadanos. La Humanidad no puede darse el lujo de repetir esta parte de la Historia