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Adolfo Mena Gonzales

Muerto el perro… ¿se acaba la rabia? Caso Página Siete

Bien señalaba un compañero que al momento que salía la Embajada de los Estados Unidos y se cortaba, por así decirlo, lo grueso de lo oficial de relaciones diplomáticas con el águila del Norte, desde arriba no quedarían tranquilos en cuanto a continuar con sus mecanismos de injerencia, desestabilización y obviamente espionaje.

Es así que, cuando las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos dejan de ser fluidas, el Tío Sam no duda en buscar personas que le fueran útiles a sus intereses y empieza a ver cómo da continuidad con su tarea, y vemos cómo muchas ONG, personas individuales, así como medios de comunicación y sus dueños —o “dueños de programas”— terminan cumpliendo el rol que antes personeros oficiales con apellidos gringos hacían, con lo cual identificarlos era mucho más complejo, ya que se camuflaban bajo banderas de libertad de expresión, trabajo en comunidades, cuando únicamente son operadores políticos del Tío Sam.

Lo mencionado es aplicable a gran cantidad de dinámicas, ya que la pugna por el poder por parte de la narrativa del Imperio no ha frenado y obviamente no lo hará. Es así que, cuando Página Siete deja de imprimir su pasquín tendencioso y obviamente politizado es iluso pensar que ningún otro medio lo reemplazará y que este no vaya a estar financiado por el Tío Sam, la Unión Europea (UE) o algún empresario que está en desacuerdo con las medidas sociales en favor de las mayorías implementadas por el Movimiento Al Socialismo (MAS) en todos sus años de gobierno. Por eso es importante evaluar con cuidado quiénes son los potenciales reemplazos. Ya lo decía Susana Bejarano en el programa Insurgentes, capaz sea Brújula Digital o Fides se torne mucho más opositor de lo que ya es. El punto es que siempre habrá algún “Página Siete” de turno, por cuanto apostar a la eliminación de medios opositores no es una alternativa. Capaz convenga evaluar un mecanismo asociado a lo que planteaba Huxley con la inundación de la información, algo que hasta la fecha como Gobierno no entendemos, aspecto que debe ir de la mano de la batalla cultural, dispareja en todo sentido, y que hemos visto que hasta la fecha no logra consolidarse.

El punto neurálgico en este asunto es que tendremos nuevos opositores, frontales, que pasarán a una etapa de victimización al ser “nuevos” y, en otros casos, personajes vulnerables, como Amparo Carvajal, que a la mirada de los medios (Fides) se verá como una viejecita débil e inocente, sin que estos recuerden cómo defendió a delincuentes racistas de la Resistencia Juvenil Cochala (RJC) o a la misma Jeanine Añez, que emitió un decreto para eximir de asesinatos a los policías y militares por los hechos violentos realizados durante el golpe de Estado de 2019.

Los medios de comunicación opositores (no tienen otro nombre) tendrán un nuevo representante y es iluso pensar como Proceso de Cambio que derrotado Página Siete no existirá otro que enarbole la bandera de la victimización para defender intereses privados y consignas reaccionarias. Por eso la tarea del Gobierno debe ir orientada a dar voz a las mayorías, con contenido cultural y de entretenimiento con formación de conciencia social, porque si algo enseñó el golpe es que a nivel cultural y mediático no se gana, tuvo que ser el desgaste de la oposición en 11 meses el que coadyuvó a que ese porcentaje “indeciso” que no votó por el MAS en 2019 otorgara confianza en 2020 al compañero Luis Arce. Son políticas comunicacionales, culturales y educativas que deben trabajarse seriamente para llevar adelante esta lucha desigual contra los medios de comunicación. Medios de comunicación opositores, los que tendrán nuevos rostros y patrocinadores, ya que, como vimos, la UE lamentó el cierre de Página Siete, sin dejar de lado su posición y el rol crucial que tuvo en el golpe de 2019.


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