“No se perdió la vida... pero como una rosa salvaje cayó una gota roja en la espesura y se apagó una lámpara de tierra”; “Yo estoy aquí para contar la historia.
Desde la paz del búfalo hasta las azotadas arenas de la tierra final, en las espumas acumuladas de la luz antártica, y por las madrigueras despeñadas de la sombría paz venezolana”, respectivamente “Amor América”, “La lámpara en la tierra”, 1950; o el “Poema 20”, escrito en 1924: “puedo escribir los versos más tristes esta noche/Yo la quise, y a veces ella también me quiso/En las noches como esta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito… Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella”, nos explican por sí solos la vigencia de uno de los más grandes poetas de la Historia.
Nació en el campo chileno, en Parral, el 12 de julio de 1904, en pleno invierno, con el nombre de Neftalí Reyes. Su temprana incursión en la poesía y la política lo trasladaron al cenit de la literatura. Con Residencia en la Tierra, Estravagario, o las odas a la vida cotidiana ha fascinado a millones de personas de todo el mundo.
Las casas de Neruda están llenas de objetos inimaginables y describen lo sofisticado de un hombre de letras de una vasta cultura y de una exquisitez asombrosa.
Fue escritor, periodista, diplomático y poeta comunista. Entre los hitos más relevantes de su vida está la coordinación del Winnipeg, un barco donde trasladó en 1939 a 2.000 refugiados españoles, víctimas de la Guerra Civil, hasta Chile.
A 50 años de su asesinato, lo recordamos como la memoria viva de un pueblo que dio al mundo un ser de la talla de Pablo Neruda, seudónimo que utilizó por primera vez en 1921 en honor al poeta checo Jan Neruda y que legalizó 20 años después.
Si bien ha prevalecido su poesía amorosa, con Veinte poemas de amor y una canción desesperada, el poemario más vendido en la historia de este género, escrito cuando tenía 18 años, esto no borra su preocupación por el curso de su tiempo y la carga histórica que esta conllevó y que plasmó en infinidad de obras: contra Franco; a favor o en contra de Stalin en “Las uvas y el viento”; en amparo a sus amadas juventudes comunistas, a quienes lega parte de sus propiedades materiales; al Partido Comunista, en el que militó hasta el final de sus días.
Premonitorio es su poema “El enemigo”, en el que pide castigo a los verdugos del pueblo: “pido castigo para los que de sangre salpicaron la patria, pido castigo para el traidor que ascendió sobre el crimen, pido castigo para el que dio la orden de agonía, pido castigo para los que defendieron este crimen… quiero castigo”.
En las décadas del 20 y 30 conoció y se hizo amigo de grandes artistas europeos como Federico García Lorca, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Pablo Picasso y otros miembros de la llamada Generación del 27, quienes asumieron que estaban frente a uno de los más grandes poetas del siglo XX.
Hay tanto por decir de Neruda, pero este es solo un homenaje al poeta, al amigo de Salvador Allende, quien fuera asesinado por medio de la inoculación en su cuerpo de una bacteria que le provocó la muerte, según han certificado las últimas investigaciones que procuran revelar cómo la dictadura de Pinochet asesinó a cientos de personas a partir de manipulación química.
Su velorio y funeral estuvieron rodeados de esbirros de la dictadura, que vigilaron a la multitud de dolientes. Era el poeta más querido del país y murió 12 días después de producirse el golpe, en 1973. Sus casas fueron allanadas y saqueadas por los golpistas. A los 69 años, un 23 de septiembre, murió el poeta.
Respecto a la obra de Neruda, no hay mucho que descifrar, solo estar atentos a lo que siente la mente y el corazón cuando se lee un poema como “Farewell”, mi favorito, y desde ahí saber el tamaño de un hombre que a pesar de la barbarie aún vive: “Amo el amor de los marineros que besan y se van/ Dejan una promesa/No vuelven nunca más/Amo el amor que se reparte en besos, lecho y pan/Amor que puede ser eterno y puede ser fugaz. Amor que quiere libertarse para volver a amar…/Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste/Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy”.