En su mensaje a la nación, el presidente Luis Arce Catacora dio un golpe de timón a la agenda política del país.
El anuncio de un referéndum nacional sobre la subvención a los hidrocarburos, la distribución de escaños parlamentarios y la reelección presidencial volcó la tortilla del acontecer político, reconfigurando de modo trascendental los escenarios estratégicos del Gobierno y las oposiciones.
Arce sorprendió a propios y extraños con esta jugada maestra que pone contra las cuerdas a su principal opositor, Evo Morales Ayma. El expresidente demandó enérgicamente ser candidato “a las buenas o a las malas”, amenazado con convulsionar el país con movilizaciones y bloqueos de caminos si no logra su cometido. En diciembre de 2023, el Tribunal Constitucional Plurinacional emitió la Sentencia 1010/2023, que establece que la reelección indefina no es considerada derecho humano, por tanto, el deseo enfermizo de Morales de retornar al poder se vio seriamente afectado por una disposición jurídica del máximo ente constitucional.
Ante esta dificultosa realidad, Morales y su equipo jurídico buscaron hacerse de la vista gorda y reafirmaron en cientos de oportunidades que el “líder de los humildes” se encuentra plenamente habilitado para las elecciones presidenciales del 2025. Refugiados en el negacionismo, tanto Evo como su entorno pretenden creer una realidad inexistente en donde un líder mesiánico está predestinado a “salvar Bolivia” a pesar de su inhabilitación electoral.
Morales y su fanaticada enfrentan un contexto bastante adverso a sus intereses. El desgaste paulatino de Evo se ve reflejado en varias encuestas de opinión pública, que le otorgan una favorabilidad electoral altamente negativa, sobre todo en segmentos pertenecientes a las clases medias urbanas. Morales y su sequito evaden estas mediciones, forzando una candidatura que no cuenta con sustento legal ni tiene posibilidades de éxito alguno.
La desastrosa situación que enfrenta el líder cocalero ahora se ve agudizada por el referéndum anunciado por el gobierno de Arce Catacora, que definirá la reelección presidencial de forma continua o discontinua. Esta decisión fue un jaque mate contra Morales, dado que será el pueblo al que dice representar el que determinará su posible candidatura o su entierro político. Desesperado y acorralado, Evo no cuenta con opciones viables que le devuelvan la banda presidencial, su desmedido interés por recobrar el Gobierno se esfuma con el paso del tiempo.
La decisión del presidente Arce de llamar a un referéndum se fundamenta en el ejercicio de la democracia directa y participativa, es decir, se le otorga a la ciudadanía la potestad de decidir sobre el devenir de Bolivia a partir de su voto. Además, las determinaciones que se tengan producto de la consulta popular deberán de ser respetadas y acatadas por los diferentes órganos de poder, incluso tendrán que ser consideradas por el siguiente gobierno si el MAS fuera derrotado en las próximas elecciones de 2025.
Este ejercicio democrático será un hito histórico para nuestro país en la medida de que seamos todos nosotros los que tomemos decisiones concernientes con el futuro de Bolivia. Fundamentalmente, tendremos la opción de negarnos a tener gobiernos que se prorroguen indefinidamente en el poder, sin alternancia y contaminados por un reeleccionismo secante.
Por: Marcos Guillen/