El 10 de noviembre de 2019 Bolivia es testigo una vez más de un golpe de Estado, principalmente financiado por las logias de las cuales forma parte Fernando Camacho y su padre, dando lugar al autonombramiento de la exsenadora Jeanine Añez como “presidenta” del Estado Plurinacional de Bolivia.
El equipo de la autonombrada había llegado al poder con el claro objetivo de destrozar un país que había tomado casi 14 años para reconstruirse, además de llenarse los bolsillos, dando inicio a una serie de actos de corrupción en todas las áreas que formaron parte del gobierno, el área de salud no quedó exenta, ya que formaban parte de este equipo mercaderes de la salud como Luis Larrea, a quienes claramente les perjudicaba el Sistema Único de Salud (SUS), que había nacido el 2019, por lo que una de las primeras medidas que tuvieron como gobierno dictatorial fue dejar de financiar el SUS, logrando con esto dirigir a los pacientes a la atención en la parte privada, generando mayor gasto en la población y llenando los bolsillos de las clínicas privadas.
El 10 de marzo de la gestión 2020 se notifica el primer caso positivo de COVID-19 en una Bolivia con un sistema sanitario desbaratado, e improvisado, en una Bolivia desamparada víctima de dictadura, donde se priorizaba la compra de material de represión a la salud de la población; la entonces autoridad de salud Aníbal Cruz anunciaba que Bolivia se encontraba preparada para afrontar la pandemia, cuando en toda la gestión del gobierno de facto no se contaba ni siquiera con un plan elaborado. La única estrategia que utilizó el gobierno de la autonombrada fue la cuarentena y los vuelos para “bendecir” y orar a Dios que realice el trabajo que ellos no hacían, la población que vivía del día tuvo que someterse a violentas represiones en el afán de poder llevar el alimento a su familia, mientras que los ministros del golpe usaban las avionetas del Estado para trasladarse con un staff de modelos.
El subsector privado ofrecía pruebas PCR para diagnóstico de COVID-19, las más baratas oscilaban entre Bs 700 a Bs 1.000 y tardaban alrededor de dos semanas en ofrecer un resultado, el gobierno de facto no había tomado los recaudos de comprar pruebas para la población, menos de fortalecer los hospitales con equipamiento adecuado y oportuno, es más, la pandemia fue el mejor pretexto que el gobierno de facto tuvo para robar, compraron equipamiento a precios desorbitados, que ni siquiera pudieron cumplir un objetivo. Como consecuencia de este manejo improvisado llegamos a un pico de letalidad del 9% teniendo como promedio una letalidad del 6,2% durante la primera ola, es decir que de cada 100 bolivianos y bolivianas que enfermaban el COVID-19, 6,2 llegaban a fallecer.
Con las elecciones del 20 de octubre y el cambio de gobierno el 8 de noviembre, el actual presidente Luis Arce Catacora tiene como primera medida priorizar la salud, gestionando de manera inmediata la adquisición de pruebas de diagnóstico, vacunas y fortalecimiento de establecimientos de salud, además de crear un plan de lucha contra la COVID-19, planificando de esta manera una lucha ordenada basada en cuatro pilares estratégicos, diagnóstico oportuno masivo gratuito, vacunación masiva voluntaria gratuita, coordinación interniveles y vigilancia epidemiológica activa. Además de restaurar el SUS con todas las prestaciones y medicamentos que brinda.
El gobierno del presidente Luis Arce ha afrontado la pandemia desde la segunda ola epidemiológica, donde ha logrado realizar más de 5 millones de pruebas entre antígeno nasal y PCR de manera gratuita, además de dotar más de 24 millones de dosis de vacuna para la prevención de la COVID-19 gratuitamente a la población boliviana, ha logrado fortalecer el sistema de salud con la implementación de unidades de terapia intensiva a nivel nacional, y ha establecido una coordinación interniveles sin discriminación de color político.
Estas políticas, planes y estrategias que ha llevado el gobierno del actual presidente Luis Arce han llevado a que Bolivia pueda bajar la letalidad de un 6,2% en la primera ola a un 0,2% en la sexta ola, superando la etapa crítica de la pandemia de la COVID-19 anunciando este 31 de julio el fin del estado de emergencia sanitaria en el territorio boliviano.
El presidente de Bolivia, Luis Alberto Arce, ha demostrado que realizando una adecuada planificación y operativización de un plan tangible, aplicando una estrategia basada en la promoción, prevención y atención de calidad a través del SUS, Bolivia ahora no muestra militares reprimiendo gente en las calles, sino ha logrado vencer a la pandemia del COVID-19