Ese miedo al referéndum demostrado por tales políticos opositores permite ver que para ellos la democracia es un juguete que les sirve para jugar mintiendo y para engañar al pueblo boliviano y a la comunidad internacional.
Como consecuencia del REFERÉNDUM planteado por nuestro presidente constitucional y legítimo Luis Arce Catacora, el 6 de agosto, sobre si se mantiene o no la subvención de hidrocarburos, la reelección presidencial continua o discontinua y el tema de los escaños parlamentarios, los políticos opositores de la derecha fascista han demostrado tener miedo a dicho referéndum, con una serie de especulaciones propias de los politiqueros, disconformes y anarquistas, simulando querer democracia y mirando desde las alturas al pueblo humilde, creyendo ser dueños de la verdad absoluta y considerándose omnipotentes. Esa realidad, más allá de la polémica de que el REFERÉNDUM debe realizarse por decreto o por ley, merece el análisis siguiente:
Todos los políticos y politiqueros opositores saben, por lo menos superficialmente, que en democracia se gobierna con el pueblo y para el pueblo, es decir con la participación y decisión del pueblo, esa es la esencia de la democracia; si no se hace participar ni decidir al pueblo, no es democracia, es dictadura, como ocurrió durante el golpe de Estado de 2019 y el gobierno de facto de Jeanine Añez; en consecuencia, es una señal mala tener miedo a cualquier referéndum, peor todavía al planteado —con acertado criterio— por el presidente constitucional y legítimo Luis Arce Catacora.
Ese miedo al referéndum demostrado por tales políticos opositores permite ver que para ellos la democracia es un juguete que les sirve para jugar mintiendo y para engañar al pueblo boliviano y a la comunidad internacional; lo cual merece censurarlo desde todo punto de vista, porque la democracia que vivimos en Bolivia costó sangre y muchos muertos, aparte de los masacrados y detenidos arbitrariamente, víctimas precisamente de políticos de esa clase —cien por cien antidemocráticos—; además, ese miedo al referéndum constituye una señal de estar articulando el ‘Plan cóndor II’, para dar un golpe de Estado, porque los enemigos de la democracia no ven con buenos ojos gobernar con el pueblo y para el pueblo como lo está haciendo nuestro Presidente, cuyo pueblo boliviano está compuesto mayoritariamente por aymaras, quechuas y tupiguaraniés que felizmente ya saben escribir y leer, y ya no creen las mentiras de los políticos opositores y de la derecha fascista; posiblemente dichos políticos no se den cuenta de esa realidad, porque su sed y angurria de poder les enceguece a tal punto que les impide darse cuenta de lo que hacen y dicen ni medir sus consecuencias, porque su deseo de obtener el PODER político como sea, es delictivo y enfermizo, por sus intereses personales y de grupo.
Por lo expuesto, ningún demócrata verdadero debería tener miedo al referéndum que nos ocupa, más bien deberían alentarlo para ver y saber cómo participa y decide el pueblo que es soberano políticamente hablando; en consecuencia, los demócratas que apoyan dicho referéndum son los que ganaron las elecciones generales del 18 de octubre de 2020 con el 55,11% del electorado eligiendo al Luis Arce Catacora sin aliarse con ningún partido, y los que están listos para participar y decidir cuando llegue el día, cumpliendo con los requisitos previstos en las disposiciones legales pertinentes.
Consiguientemente, sí dichos políticos y politiqueros le tienen miedo al referéndum, no cabe duda de que le tienen más miedo a las elecciones generales, porque perdieron en dichas elecciones desde 2005, 2009, 2014, 2019 y el 18 de octubre de 2020 conforme sabe el pueblo boliviano y el mundo entero, pese a creerse omnipotentes en esas lides políticas, donde el pueblo participa mediante sus electores, decidiendo por ellos, para sus hijos y nietos, y para una Patria grande y digna de mejor destino.
Concluyendo, TENER MIEDO AL REFERÉNDUM ES TENER MIEDO A LA DEMOCRACIA, se mire con el cristal con que se mire; peor aún si tenemos presente las amenazas de que ardería Bolivia, y el acortamiento del mandato de nuestro Presidente.
Escrito por Armando Aquino Huerta.