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Roberto Chambi Calle

Ultraderechistas chilenos apoyan a golpistas en Bolivia

Uno de los elementos vitales para la paz y la convivencia de los Estados es el respeto y el ejercicio de la soberanía y la autodeterminación, consagrados por la costumbre y las normas internacionales, en tal sentido no respetarlos y negar que una nación los ejerza sería el inicio de un conflicto que fácilmente puede desencadenar en una guerra, por ello es reprobable e inaceptable que el Senado Chileno se entrometa en asuntos internos de Bolivia al “solicitar la liberación” de dos de los artífices de las masacres que dieron un saldo de más de 37 muertos durante el golpe de Estado de 2019 contra el primer presidente Indígena del Estado Plurinacional de Bolivia.

La sangre derramada de los 37 mártires de Sacaba y Senkata, la ruptura del orden constitucional y el desfalco de los recursos financieros del Estado tienen dos sindicados; Jeanine Añez y Luis Fernando Camacho, quienes hoy son procesados por la justicia, dos individuos que hoy vociferan que se vive en un supuesto “régimen” cuando paradójicamente durante su “gobierno transitorio” se violaron a diestra y siniestra los derechos humanos; los mismos comprobados en varios informes de las distintas instituciones de Derechos Humanos, quienes afirmaron que sí hubo un golpe de Estado en 2019 y que por tal hecho hoy están en la cárcel.

Los actores internacionales aun teniendo conocimiento de ello, niegan la vulneración del orden constitucional, y para tal fin recurren a una serie de mecanismos de permeación, como sus medios corporativos, sus grupos y élites de poder, quienes irradian esta falacia con el fin de fortalecer sus narrativas para despojar del poder a gobiernos legítimamente establecidos, como lo hicieron con Brasil, Honduras, Paraguay, etc. o como intentan ahora con Gustavo Petro en Colombia, en donde ya mascullaron su defenestración.

Los asuntos internos de los Estados respecto a otros no deben estar en las agendas de los parlamentos, hacerlo es fisurar el Ius Cogens y la Carta de Naciones Unidas, cuyo propósito es la paz y la seguridad de las naciones.

El Senado chileno comete un craso error, peor aun cuando se refiere a dos individuos que hasta el día de hoy siguen inoculando el odio y el racismo contra otras personas que tienen una visión diferente a la de ellos. Esa barbarie del 2019 al 2020, hoy aún tiene secuelas; pues las clases oligárquicas “fascistoides” hoy continúan practicando sus acciones barbáricas como la de golpear con puños, látigos y palos a quienes no están de acuerdo con sus guiones, como lo hicieron contra la asambleísta cruceña Muriel Cruz cuando estaba ingresando al hemiciclo legislativo de Santa Cruz.

El trillado doble rasero de los 26 senadores chilenos en concomitancia con la ultraderecha internacional como VOX de España no tienen la moral ni mucho menos la autoridad para “solicitar la liberación” de Añez y Camacho, ya que ellos desconocen la veracidad de los hechos suscitados, y aun conociéndolos, sus posturas obedecen a los dictámenes de aquellas logias de poder que quieren someter al mundo para explotar y aprovecharse de sus recursos naturales; pues su fin es tener marionetas obsecuentes como Boluarte en Perú o como Añez en 2019.

Un Estado respetuoso del Derecho Internacional, por sobre todo, debe cumplir sus normas como la no injerencia en asuntos internos de los Estados, siendo este un principio fundamental de la convivencia pacífica de los seres humanos tal cual reza el art. 2 numerales 4 y 7 de la Carta de NNUU.

Siguiendo esa línea, la Carta de la OEA (art. 19) es clarísima cuando manifiesta que “Ningún Estado o grupo de Estados tiene derecho de intervenir, directa o indirectamente, y sea cual fuere el motivo, en los asuntos internos o externos de cualquier otro. El principio anterior excluye no solamente la fuerza armada, sino también cualquier otra forma de injerencia o de tendencia atentatoria de la personalidad del Estado, de los elementos políticos, económicos y culturales que lo constituyen”.

Los senadores chilenos al entrometerse en los asuntos internos de Bolivia ponen en peligro la política internacional y las relaciones internacionales del Continente; así como se burlan e irrespetan la armadura jurídica y el Estado de Derecho que tienen los Estados, siendo su postura hipócrita y de doble rasero frente a la integración latinoamericana, similar a la que hizo su mandatario Gabriel Boric cuando en la cumbre sudamericana de jefes de Estado arremetió contra Venezuela y su gobierno; Chile dice ser “socialista”; pero en los hechos pareciese que el exdictador Augusto Pinochet sigue al mando de esa nación.


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