La guerra mediática nacional e internacional desplegada en redes sociales y medios de comunicación, en las elecciones presidenciales de este domingo 28 de julio, fue desproporcionada en contra del chavismo, pero esta vez contó con un elemento adicional: la injerencia de presidentes de América Latina que no solo incitan a desconocer los resultados, sino que atentan en contra de la institucionalidad y la soberanía venezolana.
Desde el inicio del proceso electoral, el pueblo bolivariano estaba preparado para enfrentar las adversidades mediáticas que ocurren cada vez que hay un proceso electoral, son las mismas que han exaltado las supuestas cualidades de la oposición y que lavan la imagen de esos actores políticos al punto de hacerles parecer héroes, cuando en realidad tienen un historial de traiciones y delitos en contra de la integridad del país e incluso implicados en robo de activos de la nación venezolana.
Para estas elecciones, las irregularidades se iniciaron en el mismo momento en que María Corina Machado fue inhabilitada por quince años para postular a cargos de elección pública por solicitar intervención militar extranjera en el país y más sanciones. Además de ser cómplice de los hechos de corrupción ejecutados por Juan Guaidó y que han intentado desestabilizar al Gobierno, destruyendo la moral y el poder adquisitivo del pueblo venezolano.
Sin embargo, esas mismas acciones han dado más claridad a la gente que, antes de ser política, es patriota, defienden el territorio nacional y eso es un hecho histórico, como también lo ha sido el voto duro del chavismo, que por veinticinco años se ha consolidado y ha sido un bastión fundamental, crucial, que ha generado conciencia política y de clase en su gente que han formado en sus filas y tienen argumentos clarísimos en la discusión, incluso mediáticas, para reconocer los ataques de las guerras no tradicionales a las que han enfrentado la última década.
El voto duro ha mantenido en el poder al chavismo, incluso en épocas adversas, con la crisis económica en su fase más aguda, ha demostrado una capacidad de resiliencia a pesar de la hiperinflación impuesta, de la migración, de ataques y coacciones tácticos a la base social en factores como la alimentación, la salud, la educación, esto no ha mellado la columna vertebral del chavismo que demuestra que, ante más ataques, más convicción. Es un ejemplo de heroísmo popular y esto lo consolidó el propio Hugo Chávez Frías en cada acción en cada gesto, con el pago de la deuda social. El pueblo creció reconociendo la amenaza del neoliberalismo sobre los procesos sociales y ahí radica, en parte, su fortaleza.
Voto duro con Chávez en algunos procesos electorales
1998, Chávez gana las elecciones presidenciales por primera vez con el 56,2%.
2000, Referéndum Constitucional, se gana con el 71,78% y en la reelección presidencial obtuvo el 59,76%.
2004, Referéndum Revocatorio, Chávez obtiene el 59,1% de los votos.
2006, Presidenciales, Chávez es reelegido con el 62,84%, un notable crecimiento electoral.
Voto duro en la época de Nicolás Maduro
2013, con el fallecimiento de Hugo Chávez, Nicolás Maduro es elegido presidente con el 50,61% de los votos.
2018, Presidenciales, Maduro aumenta su popularidad y es reelegido con el 67,84% de los votos.
2024, nuevamente el voto duro del chavismo se manifiesta con un triunfo de 51,2% y Maduro es reelegido para gobernar los próximos seis años nuevamente.
Frente a todos los pronósticos que la prensa internacional y el plan de la derecha orquestada, esta vez con la ayuda de líderes presidenciales que prepararon el escenario para cantar fraude, para desconocer como siempre la capacidad de la maquinaria chavista, el voto duro del chavismo sigue reflejando esa complejidad, esa profundidad, que se sobrepone a cualquier sabotaje interno y externo, sin duda un noble regalo de lealtad para el líder eterno Hugo Chávez, que este 28 de julio cumpliría 70 años.
Por: Nahir González
