Tres mujeres, un barco y un lago: el descubrimiento que reescribe la historia del comercio andino hacia los mercados internacionales. Una prueba más de la importancia del Titicaca no solo como centro espiritual y cultural, sino también como un eje clave de intercambio durante la República.
El lago Titicaca, el cuerpo de agua navegable más alto del mundo y cuna de las civilizaciones andinas, ha sido testigo de un nuevo descubrimiento arqueológico que promete cambiar la comprensión de la historia comercial de la región. Usziel De La Fuente, Deborah Mattos y Karen Mamani son las mujeres que lideran este histórico hallazgo en el lago sagrado.
El equipo de investigadoras, las primeras arqueólogas subacuáticas bolivianas, ha encontrado, después de tres años de arduo trabajo, una embarcación hecha de metal cerca del antiguo muelle de Guaqui, en La Paz.
“En el momento de registrar el muelle hemos encontrado la embarcación y también ha sido sorpresivo ver los remaches, o sea toda esta estructura de la embarcación”, destacó Usziel De La Fuente en entrevista con RTP.
“Ahí destapando el sedimento nos hemos dado cuenta de que se trataba de una estructura de metal y tenía remaches. De esa forma ha sido que era muy posible que se trate de un casco de metal”, resaltó Deborah Mattos.
Según las investigadoras, la estructura, sumergida en las profundidades del lago, tiene 18 metros de largo y 3,6 metros de ancho. Se presume que formaba parte de la flota boliviana a finales del siglo XIX para transportar minerales, especialmente desde las ricas minas de Corocoro, pasando por el puerto de Guaqui, hasta el puerto de Puno, en Perú, y otros mercados internacionales.
“Yo me siento emocionada porque me ha parecido gigante la evidencia”, resaltó Mattos.
La noticia ha generado muchas expectativas incluso a escala internacional. La gente, invadida por la curiosidad de conocer cada detalle y ver con sus propios ojos la embarcación, aspiraba a que este tesoro pudiera ser sacado de las profundidades del lago. Empero, esta hazaña no será posible, según las investigadoras.
La arqueóloga De La Fuente explicó que no se puede sacar porque representaría un costo presupuestario elevado y sin sentido, ya que en el proceso la embarcación se destruiría. Lo mejor para conservarla es que esté en el sitio, resguardado por las aguas cristalinas del Titicaca, porque “ese ambiente es lo que le ha permitido mantenerse intacto durante tantos años”.
Este hallazgo es una prueba más de la importancia del lago Titicaca no solo como centro espiritual y cultural, sino también como un nodo crucial para el comercio durante la República.
Arqueología subacuática en Bolivia
El descubrimiento, financiado por el Fondo Concursable Mujeres Bolivia Apthapi Jopueti y la Unesco, no fue casual. Usziel, Deborah y Karen, arqueólogas tituladas de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), han sido las protagonistas detrás de esta hazaña. En 2016, siendo aún estudiantes universitarias, fueron seleccionadas para recibir formación especializada en buceo deportivo y arqueología subacuática.
Luego de tres años de capacitación intensa, estas jóvenes bolivianas no solo se convirtieron en pioneras en la arqueología subacuática boliviana, sino que también sentaron las bases de lo que hoy es el Grupo Científico de Investigación Subacuática en Bolivia (GCISUB).
La fundación de este grupo en 2021 marcó un hito para la arqueología del país. Comenzaron registrando fotográficamente los muelles históricos y prehispánicos del lago Titicaca, tarea que las llevó a identificar una zona con características antrópicas en el muelle de Guaqui. Lo que empezó como una observación fotográfica de estructuras terminó por convertirse en una misión de excavación que llevó al descubrimiento de la embarcación.
El rol del muelle de Guaqui
De acuerdo con las investigaciones, el antiguo muelle de Guaqui, construido en 1903, jugó un papel fundamental en la economía boliviana del siglo XIX. Desde este puerto las embarcaciones transportaban minerales pesados, especialmente cobre, hacia el Perú para luego ser exportados a nivel mundial.
Según las arqueólogas, la nave fue utilizada no solo para el transporte de mercancías, sino también en la construcción de la infraestructura portuaria de Guaqui.
La embarcación descubierta es una de las piezas clave que hicieron posible la construcción del muelle de Guaqui y su posterior uso comercial.
“Los relatos que pasan de generación en generación son importantes para nosotros porque la misma gente nos decía: ‘Sí, hay una embarcación que ha naufragado’, pero no sabían que esta más bien pertenece al muelle. No es un naufragio como tal, sino que ha sido utilizado para la construcción del muelle”, señaló De La Fuente.
El trabajo de investigación científica que realizaron las arqueólogas está complementado con la recopilación de información de los pobladores en esas regiones, cuyo aporte fue importante para lograr este descubrimiento.
Esta nave no solo se utilizó para el transporte de grandes mercancías, sino que también fue un importante medio para pequeñas comunidades, como Santa Ana en Copacabana y Taraco, que aprovechaban su uso para comercializar sus productos en la región, según De La Fuente.
Por otra parte, los archivos documentan que las primeras embarcaciones que llegaron al lago Titicaca datan de 1860, la más antigua es el Aurora. Es posible que esta lancha haya formado parte de la flota de Zornick, un adinerado empresario que se dedicaba principalmente a la extracción de minerales, enfatizó Deborah Mattos.
Este descubrimiento pone en evidencia la relevancia de las rutas comerciales andinas en el siglo XIX, y cómo el lago Titicaca se convirtió en un eje pluvial de intercambio entre Bolivia y Perú. La combinación de técnicas avanzadas de excavación subacuática y la colaboración con expertos internacionales ha permitido revelar detalles nunca antes vistos de esta época.
Preservación del patrimonio cultural
El impacto de este descubrimiento no se limita solo a la historia regional. En 2024, el proyecto Embarcaciones del Titicaca, presentado por el equipo de arqueólogas, recibió financiamiento de la Unesco a través de su Oficina Regional en Montevideo.
Este respaldo no solo permitió la continuación de las excavaciones, sino también la colaboración con Michael Habex, arquitecto especializado en tecnologías de construcción, quien está desarrollando planos detallados de la embarcación encontrada. Su asesoría es crucial para entender cómo estas embarcaciones eran construidas y adaptadas a las duras condiciones del lago.
Otro aspecto fundamental del proyecto ha sido la realización de talleres de difusión en las comunidades aledañas al lago milenario. Las arqueólogas han trabajado de cerca con las autoridades y los comunarios de Guaqui, Escoma, Puerto Acosta y Santa Ana, en Copacabana, para concienciar sobre la importancia de preservar las estructuras y piezas arqueológicas sumergidas.
La sensibilización de la población local ha sido un factor determinante para asegurar el compromiso con la sostenibilidad y la proyección turística de la zona.
“Es esencial que la sociedad conozca y valore el patrimonio subacuático del Titicaca. Solo a través de la educación y la concientización podremos garantizar su preservación para las futuras generaciones”, comentó Karen Mamani.
Este enfoque en la preservación no solo asegura la continuidad de las investigaciones, sino que también fortalece el turismo cultural en la región, abriendo nuevas oportunidades económicas para las comunidades locales.
Un futuro prometedor
El descubrimiento de esta embarcación es solo el comienzo de una serie de hallazgos que podrían transformar nuestra comprensión del pasado andino. Las investigaciones en el lago Titicaca han revelado la existencia de varios muelles sumergidos en diferentes comunidades, cada uno con su propia historia. Aunque muchos de estos son pequeños en comparación con la estructura masiva del muelle de Guaqui, todos aportan valiosa información sobre el comercio y la cultura de la región, según las investigadoras.
El equipo de arqueólogas bolivianas sigue trabajando incansablemente para explorar más rincones del lago milenario y descubrir lo que aún yace bajo sus aguas.
Con el apoyo de instituciones internacionales y el compromiso local, el futuro de la arqueología subacuática en Bolivia es prometedor. El lago Titicaca, depositario de siglos de historia, aún tiene mucho que contar, y gracias a estas mujeres valientes y determinadas sus secretos seguirán emergiendo.
Este es solo el inicio del trabajo de investigación arqueológica que tiene previsto realizar Usziel De La Fuente, Deborah Mattos y Karen Mamani para entender mejor las rutas comerciales que atravesaban el lago Titicaca. Lo cierto es que la embarcación permanecerá en el fondo de las aguas mientras se continúa la exploración.
“Para entendernos mejor y entender nuestra sociedad actual, tenemos que entender nuestro pasado y de dónde venimos”, destacó Mamani.
“Todavía tenemos que trabajar mucho en archivo y, bueno, nos queda mucho trabajo todavía que hacer”, concluyó Mattos.
La Paz/AEP/Milenka Parisaca