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La fiesta mayor del tiempo de las lluvias, un tesoro cultural de los pueblos andinos

Esta costumbre reafirma los valores que unen a los miembros de la familia y a la comunidad. Es la festividad de noviembre, capaz de interesar a propios y extraños, porque representa un atractivo cultural de excepcional valía para el turismo internacional y nacional.

La Paz, 14 de abril de 2024 (AEP). – En el mundo andino, la muerte se vive con un carácter festivo. Esto quiere decir que el difunto debe ser atendido de la mejor manera posible por sus familiares, por lo que se llevan a cabo diversos rituales. El Día de los Difuntos es una de las celebraciones más importantes en esta región de los Andes. Se prepara una mesa ritual, llamada apxata en lengua aymara, quiere decir colocar los alimentos y bebidas que le gustaban al difunto. Esta ofrenda simboliza la presencia y el recuerdo del ser querido.

La festividad del Día de los Difuntos reafirma los valores que unen a los miembros de la familia y a la comunidad. Es la fiesta mayor del tiempo de las lluvias (noviembre), capaz de interesar a propios y extraños, representa un atractivo cultural de excepcional valía para el turismo internacional y nacional, capaz de motivar desplazamientos de mercados emisores de larga distancia, ya sea por sí solo o en asociación con otros atractivos contiguos. La singularidad de la festividad del Día de los Difuntos la convierte en un destino irresistible, capaz de crear y disfrutar experiencias únicas.

Es una celebración llena de significado que refleja la riqueza de la diversidad cultural y la profunda conexión que existe entre los pueblos andinos y sus ancestros.

Concepto

Es una festividad espiritual de naturaleza mística, tradicional, religiosa y social; que recuerda a todos los difuntos: abuelos, abuelas, niños, niñas, jóvenes, padres y madres. Esta celebración se desarrolla anualmente desde el 1 de noviembre hasta el último día de la semana, recordando a sus difuntos.

En definitiva, el Día de los Difuntos es una festividad integral que tiene un profundo significado social, cultural, económico, territorial y educativo. Ante todo, es una celebración que fortalece la identidad cultural andina y transmite valores de respeto, memoria, agradecimiento y conexión con la comunidad y el territorio.

Reencuentro social

Reúne a toda la familia doliente, tanto cercana como lejana, fortaleciendo los lazos familiares y el sentido de pertenencia. En estas fechas, los residentes en países extranjeros y del interior del país retornan a la comunidad, generando un reencuentro con sus raíces y seres queridos, propiciando la armonía familiar y transmitiendo al mismo tiempo la memoria de generación en generación.

Sincretismo cultural

Reafirma las tradiciones y valores espirituales de las sociedades, familias y personas de la cultura andina, fortaleciendo su identidad cultural. Es una expresión tangible del sincretismo cultural andino, que combina elementos ancestrales con la religiosidad católica. La festividad permite mantener viva la memoria de los ancestros, honrando su legado y transmitiendo sus valores a las nuevas generaciones.

Impacto económico

Es una festividad dinamizadora de la economía nacional y local, generando un importante movimiento económico en diversos sectores, por ejemplo genera economía en los hornos, panaderías, tiendas de ropa, floristerías, comercialización de frutas y otros sectores experimentan un aumento en sus ventas durante esta época. Incluso los albañiles, pintores de nichos tienen más trabajo durante esas épocas.

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Turismo

El turismo también se ve beneficiado por la festividad, ya que atrae a visitantes nacionales e internacionales que desean conocer y vivir esta tradición única.

Importancia territorial

Para los pueblos andinos el territorio es mucho más que un espacio físico, es una entidad viva, con una profunda conexión espiritual y cultural, entonces la importancia geográfica genera y amplía la relación espiritual de las personas y la comunidad con los territorios donde se encuentran los difuntos.

Cualidad educativa

El Día de Muertos permite a las nuevas generaciones conocer y comprender la historia y la cultura de nuestros ancestros. Participando en la elaboración de altares, ofrendas y otras actividades de valor cultural de la comunidad fortalecen su reencuentro con la Madre Tierra y sus raíces.

Origen

El Día de los Difuntos tiene un origen milenario que se remonta a las primeras culturas formativas de los Andes y América. En estas culturas, la muerte era vista como la disgregación del último resto.

Según Antonio Paredes Candia, antiguamente se acostumbraba a embalsamar los cadáveres con esmero, arropándolos con vendas y envoltorios tejidos de paja. Se acomodaba los cuerpos de modo que estén sentados dentro de túmulos de fácil acceso, con sus útiles, alimentos y bebidas, para que cuando el ajayu regrese a su cuerpo no sufra la falta de nada, ni nada dificulte sus visitas y acciones póstumas.

Concepción aymara del alma

Tiempo cíclico-esferoidal. La fiesta del Día de los Difuntos se concibe como una continuación de las fiestas del ciclo agrícola, que inicia cada año con el solsticio de invierno. En la visión de los aymaras, las almas viajan hacia el oeste y vuelven cada año a su lugar de origen.

Para los aymaras y quechuas el alma es inmortal, si bien la vida física tiene un final, la muerte se considera un tiempo de prolongación necesario que permite la vida eterna del espíritu.

En estas fechas, las almas regresan de su largo y eterno viaje para reencontrarse con sus seres queridos familia o comunidad y compartir sus alimentos preferidos con los suyos. Por esta razón el difunto no deja de ser un miembro más de la familia.

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Fases ceremoniales de la festividad del Día de los Difuntos

La festividad del Día de los Difuntos en la cultura aymara se compone de diversas etapas rituales que se pueden agrupar en diez fases, que según como se analicen puede ser mayor o menor.

Preparativos

Semanas antes, las familias realizan misas, alistan la casa y adquieren productos agrícolas para la alimentación y para hacer rezar a sus difuntos.

Armado de la mesa

El 1 de noviembre, al mediodía, se coloca la mesa con tantawawas (panes con forma de personas), cañas de azúcar, platos que gustaban al difunto, dulces, entre otros, en la casa del fallecido o sus familiares.

Encendido y prendido (naqtawi)

Se efectúa al mediodía del 1 de noviembre. Es un momento espiritual que da inicio a la festividad. Se organiza en cada hogar y comunidad con la participación de familiares y comunarios, quienes llevan alimentos para dar inicio a la actividad.

Velada diurna y nocturna

Durante esta primera jornada, en el día y la noche, se recibe a los rezadores y conjuntos de música, que visitan a cada casa donde hay mesas instaladas. Con los tradicionales rezos y cantos alusivos a la festividad, estos artistas deleitan a las familias y, por su puesto, a las almas de quienes en vida fueron seres muy queridos en su entorno.

Visita al cementerio

Generalmente se realiza el 2 de noviembre, en el transcurso de las horas de la mañana. En compañía de los familiares se traslada la mesa que fue preparada en casa al lecho del cementerio, donde se reza por el alma del difunto y se le recuerda con cariño. Los rezadores de diversas comunidades también acuden a los campos santos para acompañar a las familias.

Almuerzo comunitario

Luego de visitar los cementerios, los acompañantes se dirigen a la casa del difunto o a algún campo abierto donde los familiares invitan comidas de diversos gustos.

Rezo comunitario

Después del almuerzo, todos rezan en coro para el difunto, pidiendo bienestar para los que quedan en vida. Los dolientes cercanos ofrecen a cambio panes, cañas, frutas, comida, bebida, caballitos de pan y llamas de quinua.

Baile de familiares

Si es el tercer año de muerte, los familiares y las personas acompañantes de la comunidad organizan y bailan al son de la música de conjuntos de tarqueadas o pinquilladas, en señal de despedida del difunto. Desde este momento, ya no usan ropa negra, es decir los dolientes se despojan del luto que mantuvieron durante un año por la pérdida de su ser querido.

Compartimiento social

Se ha hecho tradicional que la tarde del 2 de noviembre los acompañantes compartan en su entorno social bebidas y charlas amenas en el patio del difunto. La oportunidad es un momento ideal de reencuentro entre cercanos y conocidos.

Despedida de las almas (kacharpaya)

El 2 o 3 de noviembre, dependiendo de la región, se despide a las almas hasta el próximo año. Durante este día sacuden las ropas de los familiares cercanos para que las penas se alejen de la familia.

El luto

Antiguamente, según Garcilazo de la Vega (cronista de la Colonia), los incas no usaban la ropa negra como luto, sino el duelo se expresaba de dos formas: llevando vestimenta de color pardo y el recorte del cabello.

Posteriormente, los españoles prohibieron esta tradición y en la época republicana (gobierno de Manuel Isidoro Belzu, 1848 a 1855) se obliga a usar ropa negra solo durante esta festividad. El color negro antiguamente era sinónimo de trabajo comunitario y de guerra.

Tipos de rezos

El phuluraña es una forma tradicional de rezo cantado por los niños, ya sea de forma individual o en grupo. En la cultura cristiana, el Padre Nuestro es rezado mayoritariamente por los hombres risiris (los rezadores), mientras que el Ave María es rezado principalmente por las mujeres. También existe el rezo espontáneo, que se realiza de forma improvisada al estilo del rezador, y los rezos en coro, que se hacen de manera cantada u orada, en su mayoría por grupos de músicos.

Además existen los rezos con música, en los que los grupos de tocadores visitan la casa del difunto y rezan tocando instrumentos como la tarka, el pinquillo o el quyqu. Es importante valorar y conservar estas tradiciones de rezo que forman parte de nuestra cultura y religiosidad.

Indumentaria del rezador

El rezador (risisi) puede ser de cualquier género y edad, desde niños y niñas hasta personas de la tercera edad. Por lo general, llevan un mantel blanco o un saquillo en el caso de los hombres, mientras que las mujeres suelen cargar un aguayo de colores. Las personas que más rezan suelen ser los adultos mayores que provienen de comunidades rurales, quienes, siendo humildes, necesitan llevar pan a sus familias.

Bailes y la música en el Día de los Difuntos

Durante esta época de lluvias, los instrumentos musicales como la tarka, el pinquillo y el quyqu en diferentes tamaños son los protagonistas. Mientras su melodía acompaña los bailes, las mujeres danzan cargando tantawawas y los hombres con aguayos multicolores.

Significado cultural de los elementos de la mesa

  • Llamitas de k’ispiña (de quinua): simbolizan a la recua de llamas que acompañan al difunto en su largo viaje cíclico, cargando sus alimentos y panes.
  • Caballitos de pan: al igual que la llama ayuda al difunto a cargar sus alimentos a lo largo de un año.
  • Escalera de pan: sirve a las almas para cruzar obstáculos como cerros, peñas y paredes altas.
  • Caña de azúcar: simboliza la sombra que requiere el alma para sus días de sol y lluvia.
  • Panes de “ofrenda”: son masitas en forma de aros que simbolizan los ojos del alma.
  • Pan trenzado: significa las trenzas de las imillas que se han muerto.
  • Tantawawa: son panes que representan los hijos muertos.
  • Corona de pan: representa la corona de cristo; ya es parte del mestizaje cultural.
  • El ají: por su fuerte aroma y picante, es el elemento de atracción de las almas.
  • Platos típicos: se destaca el ají de arveja, el ají de fideo, la jallpa, la chuchuqa, el luxru y otros. Se dice que son los alimentos preferidos de las almas, independientemente de los platos favoritos.
  • Quispiña: es considerada el alimento andino tradicional por excelencia en esta época.
  • Flor: rosas, claveles, popelinas, entre otras, son flores que adornan los lechos y las mesas de los difuntos.
  • Frutas: se incorporar para ofrecer la variedad de frutos que gustaba el difunto.
  • Cebolla con tuquru: representa el bastón que necesita el extinto para apoyarse en su largo viaje del año.
  • Hoja de coca: si el difunto gustaba de pijchar, es el alimento protagonista de la mesa. Así también se la utiliza para invitar con mucha llujt’a (ceniza de la caña) a los rezadores y visitantes, y como elemento de la suerte.
  • La vela: es el símbolo que ilumina el camino del difunto.
  • Suspiros: son dulces de diversos colores que se usan por amor a los niños o niñas muertas.
  • Pasancalla: representa la diversidad de la alimentación andina.
  • Leche: se usa actualmente para hacer rezar por los bebés muertos.
  • Bebidas: se destacan las bebidas de la chicha, el alcohol, la garapiña, la k’usa y hoy la cerveza, dependiendo de la región.

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