Henry ‘Ch’askas’ López, quien fue utilero de la entidad por 33 años, añora ver al plantel de sus amores competir por el título del balompié boliviano.
La Paz, 28 de agosto de 2023 (AEP).- La ilusión por volver a ver al club San José en el fútbol profesional es la gran demanda del pueblo orureño y los hinchas del equipo santo en todo el país.
Henry ‘Ch’askas’ López, quien fue utilero de la entidad por 33 años, añora ver al plantel de sus amores competir por el título del balompié boliviano.
Henry, ¿qué significa para usted el club San José?
— Es mi vida. He trabajado en el club San José desde mis 15 años y lo he hecho durante 33 años.
¿Cómo llegó a la entidad?
— Ha sido muy casual y por un sentimiento al club. Iba a ver los entrenamientos del equipo cuando estaban Luis Galarza, Dionisio Gutiérrez, Daniel Valencia; me gustaba seguir cada práctica y un día me invitó don Elías Escóbar (QEPD) —el popular ‘Caimán’—, quien ha sido mi compañero de toda la vida, me dijo ayúdame y comenzó a gustarme, los jugadores me trataron bien, el profe Jiménez también y me agradó estar al lado del plantel.
Mi primera labor era lustrar los zapatos de fútbol de los jugadores, inflaba los balones, alistaba los ponchillos; antes no se les daba ropa de entrenamiento, sino que se le entregaba a cada futbolista y cada uno se tenía que lavar y traer; además, no teníamos un depósito donde guardar.
En esa época estaba como entrenador el profesor Juan ‘Gitano’ Farías, era bueno y siempre nos agradecía por lo que hacíamos.
¿Qué le llamó más la atención en los 33 años de trabajo?
— Antes los futbolistas jugaban por más amor a la camiseta que por dinero, les debían y esperaban porque sabían que iba a llegar el dinero, ganaban, jugaban con mucha entrega, la presión era hacia ellos mismos; además, los dirigentes se preocupaban por cumplir. En cambio, en los últimos años, todo era exigencia y sin cumplir en la parte económica, les pagaban a cuentagotas, los dirigentes no ponían de su bolsillo, sino que esperaban las recaudaciones y del total repartían entre todos a lo que alcanzaba, lógicamente no era suficiente y ahí comenzaron a acumularse y crecer las deudas, finalmente la situación era insostenible, y así fue como terminó San José.
A nivel de jugadores me acuerdo de Daniel Valencia, Ramón Hicks, quienes eran mundialistas al igual que Roberto Pérez, Fernando Ochoaizpur y muchos otros, unos caballeros dentro y fuera de la cancha.
En esa época estaba como presidente don Nelson Arévalo, luego le entregaron a don Tito Terceros, el coronel José Costa y así sucesivamente.
A nivel institucional, ¿cómo era antes San José y cómo terminó?
— La diferencia es inmensa. Los dirigentes ponían dinero para hacer un buen equipo y la gente también respondía, ahora mismo San José es grande, tiene su hinchada y lleva público en todo lado; lastimosamente, los últimos dirigentes han permitido que descienda.
¿Qué es lo más lindo que vivió?
— La clasificación a la Copa Libertadores en 1993 y después ha habido una seguidilla de participaciones en torneos internacionales. Cuando logramos el pase por primera vez a la Libertadores en 1992 fuimos recibidos como héroes en Oruro, en Caracollo nos esperó una gran cantidad de gente y nos acompañó en caravana hasta la ciudad. Fue algo inolvidable.
El 95 se repitió la escena después de conquistar el título del fútbol profesional boliviano.
¿Qué fue lo malo y frustrante?
— El descenso y cómo terminó la institución después de haber vivido momentos gloriosos. Me duele todo lo que pasó en los últimos años, casi nos hacen desaparecer. Se está volviendo a encaminar, se está preparando para jugar el torneo de la B. Ansío que en el corto plazo San José vuelva a ser protagonista del fútbol profesional.
¿Con qué jugadores se llevó bien y con quiénes mal?
— De acuerdo con mi función me llevaba bien con todos, no podía hacer algo que me ponga en contra, aunque había jugadores especiales a quienes tenía que entenderlos, especialmente a los extranjeros que venían de equipos grandes y tenían otro trato, al que debía acomodarme.
¿A cuántos presidentes conoció?
— Si no me equivoco, son como unos 20, cada uno tenía su carácter, unos eran muy responsables, otros a medias y los más que solo fueron a figurar a costa del club, dejándolo quebrado.
Hubo presidentes que dirigieron de seis a siete años y otros que apenas duraron una semana. La hinchada le hizo escapar porque prometió algo y no cumplió.
¿Quién fue el mejor presidente?
— Don Florencio España, porque era un señor muy cuidadoso en el manejo, especialmente del dinero. Alguna vez nos dijo: Yo no te puedo regalar ni un centavo de la plata del club, de mi bolsillo sí. Gracias a él se construyó el complejo Húngaros 55, donde se entrena el equipo. Antes íbamos de cancha en cancha.
¿Quiénes fueron los peores?
— Sebastián Bueno, uno de los que se ha hecho la burla del club; después está la pareja Soruco, Wilson Martínez, quienes llegaron, prometieron cielo y tierra, no pasó nada, mentían, no cumplían, aunque lo hacían con quienes ellos traían, pero con los de abajo, con quienes han aguantado tanto tiempo y a los antiguos no les han dado ni un peso.
¿Le pagaron lo que le deben o sigue la deuda?
— He trabajado dos años gratis, los últimos antes que descienda el club; encima, muchas veces, cuando viajábamos a jugar partidos al interior, he conseguido hotel, comida, pasajes gratis, algo que no ha podido hacer el dirigente; todo por la amistad y los años que me conocían.
Esas acciones no han sido reconocidas, ni siquiera agradecidas, pero así son las cosas y hay que seguir adelante.
Sigo en proceso para cobrar lo que me deben por los 33 años de servicio. Me duele, pero tengo mi familia y necesita un sustento.
¿Qué es lo que más extraña?
— Que San José no juegue partidos en el fútbol profesional. En la actualidad no hay fútbol competitivo en Oruro y eso se siente.
Cuando pasa por la secretaría del club, ¿qué siente?
— Una gran nostalgia, muchas veces no se entiende cómo un club tan grande está cerca de desaparecer. Ojalá Dios, la Virgen y la gente hagan algo para hacer revivir al club, aunque todo es con plata y eso es lo más difícil.
¿A qué se dedica?
— Sigo en el fútbol. Ahora estoy trabajando en Real Oruro con el profesor Sergio Apaza. El presidente del club, don Richard Vásquez, tiene un lindo proyecto y ojalá podamos subir al profesionalismo. En dos años que participa en la Asociación de Fútbol de Oruro, ya tiene su propio complejo, un privilegio que pocos tienen, y es por la seriedad y buena organización de la directiva.
¿No se animó a estudiar para ser entrenador de fútbol?
— Todos me decían eso, pero hay que reconocer que todo tiene su lugar, nunca me animé, aunque por lo que he visto, pasado, conocido y aprendido, creo que estoy en condiciones de hablar de fútbol con cierta propiedad. Cada técnico te deja una enseñanza.
¿Qué anécdotas vivió en San José?
— Hace cinco años, llegamos al aeropuerto y Elías Escóbar entró al baño y la delegación salió camino a la ciudad, pero a mitad de la ruta nos dimos cuenta de que no estaba el ‘Caimán’ y tuvimos que volver a recogerlo.
En otra oportunidad, era en Potosí. Después de un partido estábamos retornando a Oruro, cuando llegamos a la tranca nos dimos cuenta de que faltaba el ‘Caimán’ y otra vez a volver a Potosí para recogerlo. El cuerpo técnico y los jugadores querían patearlo y le advirtieron que no vuelva a ocurrir, pero no, seguía.
Cuando viajamos a Colombia para jugar un partido de Copa Libertadores, desviaron toda la utilería a otra ciudad y más bien estábamos a dos días del compromiso, pues llegó casi sobre la hora toda la indumentaria.