Con fervor cívico y valentía, la población enfrentó a los militares que intentaron tomar la Casa Grande del Pueblo en un fallido golpe de Estado.
“Los golpistas no pasarán”, “Democracia sí, dictadura no”, fueron algunos de los gritos al unísono que se escucharon con fervor de miles de personas que se dieron cita la tarde del 26 de junio a la plaza Murillo de La Paz, centro político del país, luego de conocer que una cuadrilla militar se había apostado con tanquetas y soldados para tomar la Casa Grande del Pueblo.
La imagen rememoró, de manera inmediata, la convulsión social y la crisis política que se desató en 2019, cuando se denunció un golpe de Estado impulsado por el entonces cívico cruceño Luis Fernando Camacho y otros líderes de derecha.
El Presidente sale al balcón de Palacio Quemado para decir al pueblo que todo está controlado.
“Nunca más golpe de Estado”, “nunca más 2019”, comenzó a gritar la gente a los soldados apostados con tanquetas en cada esquina de la plaza Murillo.
Maribel Ávalos, exdirigente de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia - ‘Bartolina Sisa’, enfatizó en que como bolivianos estarán firmes para defender la democracia, porque “nunca más se puede repetir el golpe de 2019”.
“No podemos permitir más golpes de Estado, nadie puede permitir que nuevamente se derrame la sangre del pueblo”, remarcó.
Mientras tanto, abogados que salieron de sus oficinas gritaban a los soldados que lo que hacían era “traición a la patria” y que iban a ser procesados porque nadie en su “sano juicio volverá a vivir un golpe de Estado”.
La protesta de la población se armó inmediatamente.
Los gases lacrimógenos lanzados por militares para replegar a la multitud no bastaron. Inmediatamente se sumaron más sectores sociales, prendieron fogatas a los alrededores para hacer frente a los gases.
En todo el país se había declarado el estado de alerta e instalado vigilias por parte de varias organizaciones sociales y sindicales, además las instituciones publicaron pronunciamientos en contra de la toma militar.
La Central Obrera Boliviana (COB) determinó inmediatamente una huelga indefinida, convocó a la resistencia en defensa de la democracia a todos sus afiliados. La Asamblea de la Alteñidad instaló puntos de bloqueo que luego fueron retirados ante el repliegue militar del centro paceño.
Armin Flores, secretario de actas de la CSUTCB, quien recibió un impacto de balín por parte de militares, resaltó la valentía de las organizaciones sociales que se apostaron en la plaza Murillo para defender la democracia.
La ciudadanía prendió fogatas para disipar los gases lacrimógenos.
“Esta herida no va a marcar nada si no hay conciencia ni patriotismo de los bolivianos, creo que ahora es cuando tenemos que tomar conciencia de las acciones que vayamos a tomar de aquí en adelante. Nosotros siempre vamos a estar firmes con toda la democracia”, sostuvo.
Las organizaciones Azules del Oriente y Bloque Oriente armaron una caravana en rechazo al golpe de Estado fallido suscitado el miércoles 26 de junio. También expresaron su respaldo al presidente Luis Arce.
En tanto, la comunidad internacional repudiaba lo sucedido y daba todo el apoyo al pueblo boliviano que nunca más piensa en vivir una dictadura, luego de que Bolivia recuperó con sangre y dolor la democracia de los gobiernos militares.
El embajador Héctor Arce denunció en la Asamblea de la Organización de los Estados Americanos (OEA) el golpe de Estado fallido y aseguró que es parte de los planes desestabilizadores que buscan que se retorne a una “vieja república elitista y discriminadora”.
Cientos de carteles se armaron en segundos.
Indicadores
El mandatario saludó y agradeció a las organizaciones sociales y a todo el pueblo boliviano, que salió a las calles y expresó, a través de distintos medios de comunicación, su rechazo ante “la intentona golpista, que lo único que hace es dañar la imagen de la democracia boliviana a nivel internacional”.
“¡Vamos a defender la democracia y la voluntad del pueblo boliviano cueste lo que cueste!”, afirmó luego de hacer frente al general Juan José Zúñiga, quien ahora enfrenta un proceso.
Aclaró, en conferencia con los medios nacionales y extranjeros, que no será “un político que se va a ganar la popularidad con la sangre del pueblo”. “Todo lo contrario, nosotros hemos venido a reivindicar a ese pueblo boliviano que dio su sangre para recuperar la democracia”, enfatizó.
La declaración la hizo porque el general Juan José Zúñiga acusó al presidente Arce de un “autogolpe”. Algo que fue rechazado por el Jefe de Estado, quien incluso el día de la toma lo enfrentó y ordenó que repliegue sus tropas.
“Él actuó solo. Sabía que lo íbamos a destituir del comando en jefe del Ejército y ahí (lanzó) su amenaza de que las lealtades no se pueden pagar con deslealtades, como esperando que le perdonemos la falta hacia la Constitución Política de Estado”, sostuvo.
La Paz/AEP