Encuéntranos en:
Búsqueda:

Foto: Archivo

Sin la industria farmacéutica boliviana, la pandemia habría sido devastadora

La emergencia sanitaria del Covid-19 rigió en Bolivia tres años, cuatro meses y 21 días.

La Paz, 20 de agosto de 2023 (AEP).-  El 10 de marzo de 2020 el país reportó oficialmente el primer caso, y diecinueve días después una mujer de 78 años, residente en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, sería la primera víctima del nuevo coronavirus.

La anciana —que contrajo el virus por contacto con una familiar que llegó del exterior del país— falleció por un distrés respiratorio severo, neumonía atípica y coronavirus positivo.

El precario sistema de salud fue desbordado en la amplia geografía nacional durante los primeros meses de la pandemia.

Conseguir una cama en un centro de salud o acceder a una unidad de terapia intensiva fue casi imposible en algunas regiones de Bolivia, abatida social y políticamente después de las elecciones impugnadas que obligó en noviembre de 2019 al entonces presidente Evo Morales a dimitir al cargo.

El gobierno de Jeanine Añez —que culpó a Morales por su mal manejo del sistema de salud en sus 14 años en el poder— “enfrentó la crisis sanitaria de forma caótica y el aumento de muertes que siguió fue uno de los peores del mundo”, denunció el influyente The New York Times.

Durante su gobierno, la fuerza pública, encargada de atender fallecimientos extrahospitalarios, informó que entre el 85% y 90% de los “cuerpos recogidos eran con probabilidad sospechosos del nuevo coronavirus”.

Cerca de 9.000 muertos oficiales contabilizó esa administración. Sin embargo, la cifra, con los subregistros que agregaron los casos extrahospitalarios, rondaba los 20.000.

El aumento de los fallecimientos —entre junio, julio, agosto y septiembre de 2020— colapsó los hospitales bolivianos y obligó a las autoridades municipales a ampliar sus crematorios y a abrir nuevos cementerios.

La Policía recogió cadáveres en domicilios, calles, vehículos y en los alrededores de los centros de salud. En la mayoría de los casos, las personas fallecieron luego de peregrinar por varios hospitales que no pudieron atenderlos.

La situación era caótica.

Suministro

La Cámara de la Industria Farmacéutica Boliviana (Cifabol), con sus 16 laboratorios asociados, fue uno de los pilares anónimos que combatió la pandemia, y otras patologías.

La Cifabol —de acuerdo con su gerente general, Josip Lino Eguino— abastece con más del 80% las necesidades de medicamentos producidos en Bolivia.

“Si el país no hubiese contado con sus industrias farmacéuticas, los efectos negativos de la pandemia habrían sido devastadores”, aseguró el ejecutivo.

La industria farmacéutica, que describe su trabajo como de compromiso con la salud de los bolivianos, tiene 88 años de experiencia, genera más de 7.000 empleos directos, muchos de ellos de alta calificación y especialización, responsables de desarrollar una labor sin margen de error, ha invertido en el último tiempo poco más de $us 500 millones en sofisticada maquinaria y tecnología de punta.

Fronteras

En una estrategia “insostenible”, como advirtió la Organización Mundial de la Salud (OMS), los países del mundo cerraron fronteras para controlar los contagios de Covid-19.

Los 16 laboratorios asociados a la Cifabol continuaron, sin pausa, a pesar de las restricciones fronterizas y el confinamiento ciudadano, los procesos productivos. Su personal trabajó bajo estrictas medidas de bioseguridad.

“Fueron tiempos complicados porque todos los países cerraron fronteras y dieron prioridad a la atención de sus necesidades internas”, recordó Lino Eguino.

La industria farmacéutica boliviana, agregó, tuvo que redoblar esfuerzos para estar a la altura de las necesidades en salud, en especial para que los bolivianos puedan acceder a los medicamentos, no solo los que se requerían para enfrentar la pandemia por Covid-19, sino también aquellos requeridos para las diferentes patologías que existen en el país.

La otra pandemia

Ante el virus que se conoció como Coronavirus SARS-CoV-2, y a la enfermedad que causa, que se denomina Covid-19, apareció otro mal durante la epidemia: la desinformación.

Al brote de la enfermedad infecciosa, en marzo de 2020, sucedieron escenas de pánico, gente asustada y preocupada, y los rumores sobre personas contagiadas y la información errada abundaron.

“En esos momentos fue importante mantener la serenidad para tratar con dignidad a los muertos y con mucho respeto y consideración a sus familiares, posiblemente contagiados”, señaló Ana Peducassé, entonces forense en la capital del Estado.

En junio de ese año, un canal de televisión transmitió imágenes en vivo de la agonía y muerte de un paciente supuestamente con Covid-19 fuera de un hospital en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, mientras los médicos intentaban salvarlo entre lamentos de dolor de uno de sus familiares.

La Defensoría del Pueblo consideró una “falta ética” la decisión de la estación televisiva de transmitir en vivo el intenso padecimiento de una persona con síntomas de coronavirus y calificó la acción como morbosa y de franca violación de los derechos constitucionales.

“Las imágenes vulneraron los derechos a la privacidad, intimidad, honra, honor, y transgredieron la inviolabilidad de la dignidad”, opinó la entonces defensora, Nadia Cruz.

Más tarde, la familia del difunto fue blanco de peligrosa hostilidad en las redes sociales. El fallecido fue despojado de su dignidad y se agravó el dolor de la familia.

En un momento de la crisis sanitaria se instaló ante la avalancha de la desinformación el rechazo ciudadano a los supuestos contagiados, y el miedo a la contaminación por los cuerpos sin sepultura se propagó en varias ciudades del país.

“Anoche han venido los vecinos y han querido sacar el cajón y botarlo afuera de mi casa, han venido con palos. He tenido que rogar para que lo entierren ahora, pero no hay solución”, relató una familiar de un difunto en la ciudad de Cochabamba.

Testimonios desesperados con el mismo tono se multiplicaron en las urbes más golpeadas por el virus. En algunos casos los velatorios se instalaron en las puertas de los cementerios a la espera de que se autorice su cremación. La Asociación de Funerarias se declaró en emergencia por la acumulación de cadáveres.

“Los fallecidos van en aumento cada día y por ejemplo el horno crematorio del Cementerio General de Cochabamba llegó a su límite”, dijo, a nombre del gremio, su máximo ejecutivo, Franklin Zegarra.

El temor ciudadano provocó, recordó el ejecutivo de Cifabol, que en algún momento se produjera una sobredemanda de algunos productos.

“Y ello ocurrió como efecto del pánico mediático vivido en esos momentos, lo cual nos llevó a emitir comunicados públicos para que la ciudadanía retome la racionalidad en el consumo de los medicamentos”.

La Cámara de la Industria Farmacéutica Boliviana decidió no suspender los procesos productivos y mantener los niveles de aprovisionamiento.

Esa decisión, antes de que llegaran las vacunas con el gobierno del presidente socialista Luis Arce, salvó miles de vidas.

Antivirales

La fabricación de un medicamento de calidad y confiabilidad implica un proceso de cuidados extremos en el que se observa el más mínimo detalle para evitar riesgos de contaminación.

Las áreas de investigación, producción o empaque de medicamentos, que son extremadamente limpias y estériles, cumplen con una serie de requerimientos como el uso de vestimenta adecuada para evitar que penetren contaminantes.

En las áreas de investigación y desarrollo galénico con las que cuentan las empresas de la industria farmacéutica nacional, profesionales de alta calificación y especialización investigan el desarrollo de nuevos medicamentos para enfrentar las enfermedades en Bolivia y también para mejorar aquellos con los que ya se cuentan.

La industria garantiza el cumplimento que exigen las normas nacionales de seguridad, identidad y estabilidad del medicamento.

Con esa experiencia acumulada desde 1935, uno de los grandes desafíos que surgieron para los laboratorios nacionales durante la pandemia fue diversificar la oferta productiva de algunos medicamentos de importación, en especial aquellos que se utilizaban en países de la región para el tratamiento del Covid-19, entre ellos los antivirales.

La situación de emergencia llevó a las industrias farmacéuticas a marcar esfuerzos en desarrollos galénicos, complejas formulaciones y producción responsable de medicamentos para brindar a los bolivianos una alternativa terapéutica con antivirales producidos en el país.

“Esa situación demostró que la industria farmacéutica nacional tiene las condiciones de infraestructura, equipos, tecnología y profesionales bolivianos para proceder con la asimilación de tecnología y conocimientos en el sector”, indicó el representante la Cámara de la Industria Farmacéutica.

La industria farmacéutica produce una variedad de formas con calidad internacional, como los comprimidos y cápsulas, jarabes, inyectables, cremas, sueros, soluciones oftálmicas y soluciones ópticas.

Todas las plantas donde se fabrican esas formas farmacéuticas cuentan con instalaciones de agua y aire purificados de calidad farmacéutica.

Una compleja y moderna maquinaria garantiza que tanto el agua como el aire que se utilizan no tengan ningún tipo de contaminación ni elementos o agentes químicos que dañen la calidad de los productos farmacéuticos

Oxígeno

La Organización Mundial de la Salud consideró el oxígeno medicinal como un “medicamento esencial” para el tratamiento del coronavirus.

El oxígeno salva vidas, y no solo en casos con Covid-19, e invertir en infraestructuras de gases medicinales es, según el organismo de Naciones Unidas, una inversión en salud.

La industria farmacéutica nacional, en ese marco, no escatimó recursos y desplegó esfuerzos mayores por mantener el normal abastecimiento de medicamentos en condiciones de acceso y oportunidad para que la cadena de suministros no se vea afectada en los ámbitos privado ni público.

Lino Eguino destacó la participación de las industrias productoras de oxígeno medicinal.

“Esas industrias son el vivo ejemplo de los sacrificios desplegados, ya que tuvimos niveles de consumo de oxígeno que superaron cualquier previsión y se tuvo que superar diversas dificultades para que los tanques puedan llegar en forma oportuna a los centros de salud”.

El suministro del oxígeno medicinal fue un elemento clave a la hora de tratar a pacientes graves con coronavirus.

Cuando un paciente contrae Covid-19 grave, sus niveles de oxígeno pueden bajar y, para mantenerlos a un rango normal, es necesario administrar gases medicinales.

Garantía

Cifabol ofrece garantía, seguridad y la certeza de que en el país se fabrican medicamentos seguros, eficaces y de alta calidad.

Las industrias farmacéuticas cumplen la exigente normativa boliviana para la obtención de los registros sanitarios de medicamentos y están sujetas al control permanente de la Agencia Estatal de Medicamentos y Tecnologías en Salud, autoridad que ejerce la vigilancia y el control en ese ámbito.

De la normativa vigente, Cifabol destaca que aprobó las Buenas Prácticas de Manufacturas que rigen en el país en conformidad con informes de la Organización Mundial de la Salud.

Las Buenas Prácticas de Manufacturas son cumplidas rigurosamente por las industrias nacionales y ello asegura que los medicamentos nacionales cumplan con la calidad, seguridad y eficacia requeridas.

La industria tiene también certificaciones de Buenas Prácticas de Laboratorio,  Buenas Prácticas de Almacén, Buenas Prácticas de Farmacovigilancia y en Sistemas Integrados de Gestión el ISO 9001: 2015, ISO 14001 y el OHSAS 18001.

La industria farmacéutica nacional está llamada a jugar un papel crucial ante crisis sanitarias futuras. Ha demostrado, por su protagonismo en la lucha nacional contra la pandemia, que puede aportar también en brindar empleo de calidad, producción propia con estándares internacionales e invertir en tecnología para modernizarse.

Vacunas

El 28 de enero de 2021, con el presidente socialista Luis Arce al mando de la nación, llegó al país el primer lote de 20.000 dosis de la vacuna Sputnik V y el combate a la pandemia fue más exitoso.

Luego de la vacuna rusa, el Ejecutivo de Arce gestionó la llegada de dosis AstraZeneca, Sinopharm, Pfizer y Janssen a todo el territorio nacional.

Desde entonces, se aplicaron más de 16 millones de dosis, entre la primera, segunda, tercera, cuarta y unidosis, a los diferentes grupos etarios.

El total de las vacunas gestionadas y adquiridas por el Gobierno nacional alcanza a 23.815.500 dosis.


Imprimir   Correo electrónico

Ahora El Pueblo logo

Búsqueda