No existe una receta única ni una política cultural que auspicie, oriente y, menos, financie los centros culturales de barrio.
En esta oportunidad vamos a destripar (casi como un ajusticiamiento) esta película de una criatura de horror victoriana que dejará al espectador con los pelos de punta y sin poder parpadear ni un segundo, ya que las imágenes darán pie a sentimientos encontrados.