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Cadenas rotas, legado vivo: la historia de los afrodescendientes en Bolivia

Desde su llegada forzada para trabajar como esclavos en las minas de la Villa Imperial y en las haciendas de los Yungas, hasta su lucha actual por el reconocimiento y la igualdad, los afrobolivianos han forjado un camino de resistencia y legado.

En las profundidades de las minas de Potosí y en las verdes laderas de los Yungas, en La Paz, se teje una historia silenciada: la de millones de africanos arrancados de sus tierras y traídos a América como esclavos, sus manos construyeron imperios, pero sus voces fueron acalladas. Este es el relato de los afrodescendientes en Bolivia, una odisea de sufrimiento, resistencia y legado cultural.

Historia

La historia de Bolivia está inextricablemente ligada a la de millones de africanos arrancados de sus tierras y traídos al continente americano como esclavos. Durante la época colonial, miles de personas de origen africano fueron llevadas a lo que hoy es Bolivia para trabajar en condiciones inhumanas en las minas de Potosí y las haciendas de los Yungas.

A pesar de su numerosa presencia y su invaluable contribución a la economía colonial, los afrodescendientes han sido sistemáticamente invisibilizados en la historia oficial del país, su legado cultural, marcado por la influencia de la cultura afro, ha sido fundamental en la formación de la identidad boliviana, especialmente en la música, la danza y las tradiciones culinarias.

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Jorge Medina (Der) uno de los principales impulsores de la defensa de los derechos del pueblo afroboliviano.

La abolición de la esclavitud no significó el fin de la explotación para los afrodescendientes, el sistema de pongueaje, que los obligaba a trabajar en las haciendas a cambio de una pequeña parcela de tierra, prolongó su situación de dependencia, no fue sino hasta la reforma agraria de 1952 que los afrobolivianos obtuvieron un mayor acceso a la tierra y pudieron comenzar a construir una vida más independiente.

Hoy en día continúan enfrentando desafíos como la discriminación racial, la falta de reconocimiento y la desigualdad. Sin embargo, gracias a la labor de organizaciones afrodescendientes y activistas se ha logrado visualizar su historia y sus luchas.

Este reportaje busca rescatar del olvido la historia de los afrodescendientes en Bolivia, reconociendo su contribución a la construcción de la nación y visualizando las injusticias que han sufrido.

Luchas sociales de los negros en la colonia y la república

Los negros, esclavizados en Bolivia durante la Colonia y los primeros años de la República, protagonizaron numerosas luchas sociales motivadas, principalmente, por la búsqueda de su libertad y la oposición a los abusos que sufrían.

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A pesar de que coincidieron en tiempo con los procesos independentistas, las sublevaciones de los negros tenían objetivos específicos:

Libertad: la conquista de su libertad personal era el principal motor de estas rebeliones.

Denuncia de abusos: los negros se levantaban en armas contra los maltratos y las injusticias cometidas por sus amos, sin importar si estos apoyaban o se oponían a la independencia.

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Un ejemplo destacado de estas sublevaciones es la rebelión de Santa Cruz, en 1809. En esta revuelta, liderada por el mulato Franciscote, participaron tanto negros libres como esclavos, mulatos e incluso indígenas; la diversidad de participantes demuestra que la lucha contra la esclavitud unía a diversos grupos sociales que sufrían opresión.

Estas luchas sociales de los negros durante la Colonia y la República fueron un reflejo de su deseo de liberarse de la esclavitud y de vivir en condiciones dignas. Estas rebeliones, aunque a menudo silenciadas en la historia oficial, son un testimonio de la resistencia y la lucha por la justicia de un pueblo que ha sido marginado durante siglos.

La experiencia afro en los Yungas

Los afrodescendientes en Bolivia, tras la abolición de la esclavitud, encontraron un nuevo hogar en las haciendas de los Yungas. A diferencia de otros grupos que migraron a las ciudades, muchos de ellos se quedaron en estas regiones, convirtiéndose en peones al igual que los indígenas aymaras.

La convivencia entre afros y aymaras en las haciendas yungueñas generó un interesante sincretismo cultural. Se mezclaron creencias, tradiciones y costumbres, dando origen a una identidad única que perdura hasta hoy en día en algunas comunidades. A pesar de compartir un destino común, los afros lograron mantener ciertas estructuras sociales y culturales provenientes de África.

La Reforma Agraria de 1953, al igual que benefició a los indígenas, también otorgó tierras a los afros yungueños. Sin embargo, la ideología revolucionaria de la época priorizó el concepto de “campesino” sobre el de “indígena” o “afrodescendiente”, lo que contribuyó a homogeneizar a ambos grupos y a ocultar sus particularidades culturales.

A finales de los años 70, con el surgimiento de movimientos indígenas y afrodescendientes en América Latina, se inició un proceso de reivindicación de las identidades étnicas. En Bolivia esto llevó a una revalorización de las culturas indígenas y afrodescendientes, y a la recuperación de términos como “indio” y “negro” que antes tenían connotaciones negativas.

La experiencia de los afrodescendientes en los Yungas bolivianos es un ejemplo de resistencia cultural, sincretismo y lucha por el reconocimiento. A pesar de las adversidades históricas, han logrado preservar elementos de su identidad africana y construir una nueva identidad mestiza, producto de la interacción con otras culturas.

Migraciones afrodescendientes en Bolivia a partir de la reforma agraria

La Reforma Agraria de 1953, si bien otorgó tierras a los campesinos afros yungueños, no garantizó su permanencia en estas regiones. La división de las tierras en minifundios, sumada al crecimiento demográfico, hizo que los terrenos resultaran insuficientes para sostener a las nuevas generaciones.

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La saya identifica la cultura afroboliviana. Fotos: Juan Alberto Torrez Ticona

A partir de la década de 1970 se produjo un éxodo masivo de jóvenes afros yungueños hacia las ciudades y nuevas zonas de colonización. La búsqueda de mejores oportunidades económicas y educativas fue el principal motor de estas migraciones.

Factores que impulsaron la migración

Insuficiencia de tierras: la división de las tierras en parcelas cada vez más pequeñas limitó las posibilidades de desarrollo económico en las zonas rurales.

Escasas oportunidades económicas: la falta de empleo y la baja productividad agrícola obligaron a muchos jóvenes a buscar mejores condiciones de vida en otros lugares.

Búsqueda de educación: la falta de acceso a una educación de calidad en las zonas rurales impulsó a muchos jóvenes a migrar a las ciudades.

A pesar de estas migraciones, las comunidades afrodescendientes mantienen una presencia significativa en las provincias de Nor Yungas, Sud Yungas, Caranavi y Alto Beni; también se han establecido comunidades afrodescendientes en las ciudades de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.

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La música está presente en los afrobolivianos.

La historia de los afrodescendientes en Bolivia después de la Reforma Agraria ha estado marcada por la movilidad geográfica, si bien las migraciones han dispersado a estas comunidades, también han contribuido a su presencia en varias regiones del país y a su participación en la vida urbana.

Este proceso migratorio ha tenido un impacto significativo en la cultura y la identidad afrodescendiente, planteando nuevos desafíos y oportunidades para estas comunidades.

La rica fusión cultural de los afrobolivianos

La cultura afroboliviana es un mosaico vibrante que combina elementos de África y de las culturas indígenas de Bolivia. A pesar de siglos de colonización y mestizaje, los afrodescendientes han logrado preservar y transmitir muchas de sus tradiciones ancestrales.

Una de las características más notables de la cultura afroboliviana es su sincretismo. La vestimenta, por ejemplo, refleja una mezcla de influencias africanas y aymaras, especialmente en el atuendo de las mujeres. Las trenzas, cargadas de simbolismo, representan rutas hacia la libertad y conectan a las mujeres afrodescendientes con su historia ancestral.

Las ceremonias religiosas como el mauchi son otro ejemplo de este sincretismo. El mauchi, un ritual fúnebre, conserva elementos profundamente arraigados en las tradiciones africanas, como los cantos en lenguas kikongo y kimbundu, que invocan a la naturaleza y a los espíritus.

Además de la vestimenta y las ceremonias, el lenguaje también ha sido enriquecido por las lenguas africanas, muchos términos y expresiones utilizados en la vida cotidiana de los bolivianos tienen su origen en África, lo que demuestra la profunda influencia de esta cultura en la sociedad boliviana.

Las trenzas como símbolo de identidad en Bolivia

En Bolivia, especialmente en comunidades de los Yungas, las trenzas han trascendido su función estética para convertirse en un poderoso símbolo de identidad, resistencia y conexión con las raíces africanas, se han convertido en un elemento clave en la reivindicación cultural de los afrobolivianos. La historia de las trenzas surge desde África, llegando a América como parte del legado cultural de los esclavos africanos.

Las trenzas fueron más que un adorno; eran un medio de comunicación y una forma de mantener viva la cultura africana en un contexto de opresión. Las trenzas son una resistencia cultural. Hoy en día son mucho más que un simple peinado para la comunidad afroboliviana, son un símbolo de resistencia, identidad y conexión con las raíces africanas. Al utilizarlas los afrobolivianos están reivindicando su historia, su cultura y su lugar en la sociedad.

La música y la danza como identidad afroboliviana

La música y la danza son el corazón de la cultura afroboliviana. Estas expresiones artísticas no solo son una forma de entretenimiento, sino que también representan un puente hacia el pasado, un medio de comunicación y un símbolo de identidad, que permite conectarse con sus raíces africanas, recordando su historia y sus tradiciones. Estas expresiones artísticas les permiten reconocer su realidad y comprender los desafíos que han enfrentado.

La música afro ha sido fundamental para visualizar la realidad de los afrobolivianos. A través de sus canciones expresan sus experiencias, luchas y aspiraciones, generando conciencia sobre la importancia de reconocer y valorar la diversidad cultural.

Sus bailes

La semba: originaria del Río de la Plata, esta danza se caracteriza por su movimiento de caderas y su conexión con la fertilidad en Bolivia. El rey Bonifacio Pinedo la utilizaba para dar mensajes a su comunidad.

El baile de tierra: una especie de “cueca negra”, se baila en parejas y se acompaña de cantos y toques de tambor, representa una celebración comunitaria.

El huayño negro: se baila en grupo y suele seguir al baile de tierra.

La saya: si bien la vestimenta de la saya es un elemento visualmente llamativo y cargado de simbolismo, es importante destacar que la influencia aymara en la saya va más allá de la pollera y el sombrero. La adopción de elementos de la vestimenta aymara por parte de los afrobolivianos es un claro ejemplo de sincretismo cultural, un proceso mediante el cual diversas culturas se mezclan y se influyen mutuamente. Este intercambio cultural no fue unidireccional, los afrobolivianos también aportaron elementos fundamentales a la cultura aymara, enriqueciendo así el patrimonio cultural de toda Bolivia.

La música que acompaña a la saya es otro elemento fundamental, los ritmos africanos, con sus percusiones y melodías características, se fusionan con elementos de la música andina, creando una sonoridad única y cautivadora.  Los instrumentos musicales utilizados en la saya, como las denominadas cajas (bombos), la huancha y los cantos son una muestra vibrante de esta riqueza cultural.

Los movimientos de la saya son enérgicos y llenos de vida. Los bailarines expresan a través de su cuerpo la alegría de vivir, la resistencia ante la adversidad y la conexión con sus raíces africanas. La saya es una danza colectiva, lo que refuerza el sentido de comunidad y hermandad.

Esta danza surgió en un contexto histórico marcado por la esclavitud, la colonización y la lucha por la supervivencia. Los afrobolivianos utilizaron la saya como una forma de resistencia, de mantener viva su cultura y de expresar su identidad. Este baile es una manera de celebrar sus raíces africanas y de resistir la imposición de una cultura dominante.

La saya hoy en día

Hoy en día, la saya afroboliviana es reconocida como una de las expresiones culturales más importantes de Bolivia, se baila en fiestas populares, festivales culturales y eventos internacionales, y es un símbolo de la diversidad, riqueza cultural del país.

La saya afroboliviana es un baile que nos invita a reflexionar sobre la complejidad de la identidad cultural, la importancia del sincretismo y la capacidad de las comunidades para adaptarse y resistir a los cambios, es una danza que nos conecta con el pasado y nos inspira a construir un futuro más justo y equitativo para todos.

Septiembre, mes de celebración y reconocimiento de la cultura afroboliviana

Septiembre es un mes especial para Bolivia, ya que conmemora el Día Nacional del Pueblo y la Cultura Afroboliviana. Esta celebración, establecida por la Ley 200 en 2011, es un reconocimiento a la rica historia, cultura y contribuciones de los descendientes de africanos en el país. A través de esta ley, el Estado boliviano busca visualizar y valorar a un sector de la población que ha sido históricamente alejado

Sin embargo, es fundamental continuar trabajando para superar las desigualdades y garantizar que los derechos de los afrobolivianos sean plenamente respetados. Celebrar este día es no solo recordar el pasado, sino también construir un futuro más equitativo para todos los bolivianos.

Ser afro significa ser orgulloso de nuestras raíces

“Ser afro significa estar dividido en dos mundos diferentes. En el uno es decirle a la gente mestiza, indígena, blancoide que nosotros existimos, que evidentemente nosotros estamos como un pueblo originario más de Bolivia, sin embargo hay una discriminación fingida que en algunos lugares todavía se la puede notar”.

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Juan Alberto Tórrez Ticona, del Cadic.

Con esas palabras, en conversación con Ahora El Pueblo, describió a uno de los mundos, Juan Alberto Tórrez Ticona, quien es licenciado en Comunicación Audiovisual y actualmente se desempeña como jefe de Comunicación del Centro Afroboliviano para el Desarrollo Integral y Comunitario.

En su manera de ver, la otra mitad, o el otro mundo, “ser afro en Bolivia significa ser orgulloso, sentirse realmente con ese orgullo de no tener fronteras”.

El no tener fronteras, explica Tórrez, es por más que seas boliviano, “cuando vas a Colombia o viene un colombiano, un norteamericano, un francés o un africano, tanto ellos como nosotros sabemos que somos familia”.

“Es como una frase que dijo la señora Seynabou Sakho (africana, de Senegal), citando al poeta afrocubano Nicolás Guillén, ‘sin conocernos, nos reconocemos y ese es el orgullo que nosotros tenemos, de reconocernos en los ojos de los demás afros y es un orgullo’”.

Finalmente, señaló que es una pena el ser invisible para algunos y el ser discriminado inconscientemente por otras personas.

La Paz/AEP/Carmen Cristina Ibáñez Calcina


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