Es el primer edificio neoandino y representa la nueva visión del alteño aymara que busca consolidarse como un ciudadano industrial moderno, pero sin dejar su cultura ni raíces atrás.
La Paz, 03 de marzo de 2024 (AEP).- El Crucero de los Andes navega en el aire sobre unos cuatro mil metros sobre el nivel del mar. Sus paredes están llenas de color, cultura boliviana, incluso, en su interior, está un pedazo de la ciudad árabe Dubái.
Es el primer edificio neoandino que se vislumbra en la avenida Adrián Castillo de la zona Alto Lima, uno de los primeros barrios de El Alto, que representa el presente y el futuro de esta ciudad que cumplirá el 6 de marzo 39 años de ser reconocida como una urbe independiente del departamento de La Paz.
También representa el sueño cumplido de un transformador y emprendedor alteño, Víctor Choque, hijo de padres migrantes.
El sueño comenzó hace algo más de seis años, pero su visión de transformación nació desde que era niño. El padre de Víctor, un migrante aymara del municipio paceño de Huarina, siempre le dijo que debía construir un futuro mejor al que tuvieron su madre y él en el campo.
Hoy, don Luis Choque, a sus 85 años, ha visto el sueño transformador de uno de sus hijos.
“Mi padre siempre nos decía que debíamos construir un futuro mejor, trabajar para salir adelante. Él ahora vio con sus ojos lo que transformamos en la ciudad, en la zona donde nacimos”, comenta Víctor.
Su padre esperaba con ansias que concluya la obra para poder descansar en paz el año pasado. Afortunadamente él y su esposa, Isabel Flores de 77 años, aún siguen con vida mirando de palco lo que es capaz de hacer un aymara alteño.
Paso a paso vieron cómo esa casa que compraron con su esposa, luego de migrar del campo, y que construyeron de adobes para vivir y formar un hogar se convirtió hoy en el primer edificio neoandino de El Alto, una obra calificada como única e innovadora del arquitecto Freddy Mamani.
La infraestructura representa la modernización de los tradicionales ‘cholets’, término que deriva de cholo con chalet, que comenzaron a levantarse en El Alto hace más de 17 años, luego de la denominada Masacre del Gas y Octubre Negro de 2003.
Un episodio que marcó la vida de muchos alteños, que hoy no le temen a nada y son capaces de transformar un futuro industrial, moderno, pero sin perder la esencia de las raíces alteñas ni de su cultura.
“Creo que ya no le tenemos miedo a nada y somos capaces de transformar e invertir en nuestra tierra. Creo que nosotros los alteños no le debemos nada a nadie y hemos construido nuestro futuro con esfuerzo y lucha”, afirma.
Cultura y un pedazo de Dubái
El Crucero de los Andes comenzó a edificarse en 2017 en la avenida Adrián Castillo, de la zona Alto Lima, que tiene más de 67 años como barrio alteño y uno de los primeros asentamientos de migrantes del área rural y mineros, luego de la relocalización de 1986.
Fue inaugurada en septiembre del año pasado. A diferencia de los tradicionales cholets, en los que varios ambientes están destinados a tiendas comerciales y el último piso para que habite el dueño de casa, en éste la apertura es más amplia y la visión, más que comercial, es mostrar cultura y arte, al mismo tiempo que se abre a los visitantes para que conozcan desde el primer hasta el último piso del edificio.
Las puertas de Sol, la Luna, la Chakana y otras figuras de la cultura tiwanakota resaltan entre las paredes del Crucero de los Andes.
A lo lejos se puede apreciar el gran barco azul y plomo, en el que también están plasmados la cultura de Tiwanaku y un toque moderno por las luces, además de un mural que muestra las raíces alteñas.
Aunque no navega en el mar, lo hace por los cielos. Desde el último piso donde está el barco se puede apreciar los cuatro puntos cardinales en los que se extiende la ciudad de El Alto, incluso, los majestuosos nevados del Huayna Potosí y el Illimani.
En su interior y en el primer piso está el salón Dubái. Con colores vivos, luces y un decorado al estilo árabe que dejan a más de uno asombrado. Es más, en las sillas, que son parte del salón, están talladas en acero la figura de Burj Al Arab, una de las edificaciones de lujo y el más emblemático de Dubái y de los Emiratos Árabes Unidos.
Su diseño arquitectónico se asemeja a la vela de una embarcación, tiene 321 metros de altura y tardó en construirse cinco años, entre 1994 y 1999.
Casi el mismo tiempo que tardó en construirse el Crucero de los Andes, que también tiene un hotel para hospedar a los turistas y que será estrenado en breve.
Víctor explica que la idea de innovar fue del artista Freddy Mamani, otro alteño y el impulsor de la construcción andina en Bolivia y que traspasó fronteras.
La idea de diseñar un salón Dubái surge porque el dueño del crucero considera que El Alto tiene una semejanza con la ciudad árabe, pues antes nadie quería vivir en ella y ahora es una de las más pujantes de los Emiratos, de igual forma pasa con El Alto, quienes viven en esta urbe esperan que, en un futuro, no lejano, El Alto sea la gran Dubái andina o el décimo departamento de Bolivia.
Además, actualmente el crucero recibe un centenar de visitas de turistas nacionales e internacionales, por lo tanto la inversión millonaria y por la cual se endeudó de tres entidades financieras “valió la pena”, asegura Víctor, quien ahora retomará su vida personal para dedicarse a su futura esposa, pues dejó el matrimonio en espera mientras concluía su sueño.
El Alto, ciudad de edificios cholet y temáticos
El Alto fue creado como una entidad municipal independiente y con el rango de ciudad el 6 de marzo de 1985. Es considerada como una de las ciudades más jóvenes de Bolivia y forma parte del área metropolitana de La Paz con infraestructuras en las que se destacan un centenar de edificios cholet andinos y los robotizados o temáticos como los Transformers.
Antes de ser declarada como ciudad, El Alto era una pampa del altiplano con pajas y ríos y donde las primeras edificaciones se hicieron de barro y paja por los propios migrantes aymaras y quechuas.
Según el historiador alteño Miguel Ramos, hace 30 años, un metro cuadrado de un terreno costaba solo un peso. Ahora una casa cholet, y más si está ubicada en una zona comercial como la avenida Alfonso Ugarte de la 16 de Julio, sobrepasa el millón de dólares.