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Obra Fiesta y Poder del pintor Cristian Laime. Foto: Janela Vargas

El arte en la festividad del Señor Jesús del Gran Poder

Esta celebración, reconocida por la Unesco, es un testimonio vibrante de la herencia cultural y espiritual de los bolivianos, inspirando a artistas a plasmar en sus obras la conexión entre lo ancestral y lo contemporáneo.

La Paz, 27 de mayo de 2024 (David Aruquipa Pérez - AEP).- La festividad del Señor Jesús del Gran Poder, en todo su ciclo devocional, es una explosión de arte, desde los actos rituales, el preste, la ch’alla, las novenas, el cambio de manto al Tata, hasta cada una de las danzas con su sabiduría estética propia y el trabajo de los artesanos que dotan de vida a cada traje a través de hermosos bordados, una herencia cultural que nos acompaña y se renueva constantemente. Este complejo mar de colores, coreografías, música y cuerpos danzando son una poesía visual que recorre las serpenteadas calles de nuestra ciudad de La Paz, al son de las bandas, los cantos, los fuegos artificiales y demás sonidos embriagadores.

El arte y la fe acompañan a la Fiesta Mayor de los Andes, toda la ciudad se viste de fiesta. Basta caminar por la calle Los Andes, que en sí misma es un museo a cielo abierto, cada taller es una sala de exhibición de obras de arte, una zona de artistas, bordadores, mascareros, matraqueros, boteros, orfebres, etc. Estos artistas entregan sus obras a los miles de danzarines quienes activan la magia de invocar a los seres protectores de la festividad.

La festividad del Señor Jesús del Gran Poder integra la sensibilidad de artistas plásticos, que reflejan los sentidos estéticos de la fiesta en diversos soportes y materiales. Como diría la recordada Karin Schulze: “Cada artista tiene un motivo propio para hacer su arte, representa la visión de la persona, pero al mismo tiempo de la colectividad (…) La festividad del Señor del Gran Poder inspiró a artistas a realizar varias obras que la representan, pero también se cuestionan aspectos de la misma fiesta”.

En esa línea, quiero referirme a tres artistas de los muchos que crearon obras inspiradas en esta magnífica festividad, porque los conozco y sus obras son parte de mi colección artística.

Tradición, cultura y fe

En 2021, la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FC-BCB), a través del Centro de la Revolución Cultural (CRC), presentó la muestra artística Fiesta y poder: tradición, cultura y fe, un abanico de reflexiones sobre los diversos lenguajes artísticos, visuales y culturales vinculados a la memoria, la ritualidad, la historia y las artes presentes en la festividad de la Santísima Trinidad del Señor Jesús del Gran Poder, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 2019.

En esta muestra conocí al joven artista contemporáneo Cristian Laime, a quien invitamos a ser parte de esta exposición porque su obra se fundamenta en la cultura aymara, en la cosmovisión y arraigo a la tierra. Ello se ve en su representación de la Pachamama, a través de su principal inspiración, su madre, la musa que conecta su arte con la naturaleza y con la identidad cultural de su territorio. La obra, presentada por Laime en aquella exposición, lleva por nombre Fiesta y poder y en ella se muestra la celebración del Gran Poder mediante tres mujeres viviendo la celebración.

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Obra Fiesta y Poder del pintor Cristian Laime. 

La exploración de este artista con la Fiesta Mayor de los Andes no se detuvo ahí. Más tarde, tuve la suerte de ser fuente de inspiración para otra obra denominada Whapuri Galán. Fue una grata sorpresa verla terminada y firmada por Cristian Layme, quien describe así su visión sobre estas obras: “El proceso creativo comienza con una inmersión profunda en las festividades, observando y participando en los eventos, comprendiendo los simbolismos y las historias que se esconden detrás de cada detalle. Luego, estas experiencias se filtran a través de la imaginación, convirtiéndose en composiciones visuales que buscan capturar no solo la apariencia externa, sino también el espíritu y la energía de la fiesta. Mis pinturas están impregnadas de colores vibrantes y formas dinámicas que reflejan el dinamismo de las danzas y la intensidad de la devoción. A través de ellas intento mostrar cómo la fiesta del Señor Jesús del Gran Poder no es solo un evento cultural, sino una manifestación de nuestra herencia espiritual, que se renueva y se celebra cada año con fervor y alegría. En el caso de las obras Fiesta y poder y Wapuri Galán, estas tienen un carácter místico donde los personajes trascienden la danza y se sumergen en la levitación del cuerpo como depósito de la espiritualidad, para ser receptores de lo divino. Siempre hablaré de mis trabajos desde la idea, el concepto, el mensaje y las sensaciones que supeditan lo técnico”.

Es tan profundo dialogar con Cristian sobre la festividad del Gran Poder desde el arte porque nos conduce a entenderla como un encuentro identitario ancestral del tiempo, espacio y territorio, reflejados en los mundos del Alax Pacha, Aka Pacha y Manqa Pacha, elementos de la cosmovisión andina que se conectan con la Santísima Trinidad y los tres rostros del Señor Jesús del Gran Poder.

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Cristian Laime (izq.) y David Aruquipa en la entrega del cuadro Whapuri Galan, 2023.

Laime profundiza sobre su obra: “La conexión entre lo ancestral y lo contemporáneo se manifiesta en mis cuadros, donde el pasado y el presente coexisten en una danza visual. Este diálogo constante entre épocas y culturas es lo que, creo, da a mis obras una profundidad y un significado que trascienden la simple representación. En resumen, mi arte es un puente entre la herencia cultural andina y la expresión contemporánea, un homenaje a las festividades que celebran nuestra identidad y espiritualidad”.

Transformar la chatarra en obras de arte

Mariano Ramírez es un artista y amigo que conozco hace muchos años y siempre me fascinó su destreza y talento, el sello propio que imprime en sus obras con chatarra metálica. “Ningún fierro es efímero en su totalidad, todo hierro tiene una remetalización”, dijo al transmitir su visión.

Constantemente recalca que si algunos creemos en la reencarnación, él cree en la remetalización como redención del material despreciable, oxidado, olvidado y desechado que vuelve a cobrar vida. Mariano le da a la materia una nueva oportunidad de transmitir belleza.

Al referirme a la relación de su arte con la festividad del Señor Jesús del Gran Poder, me comentó: “La fiesta en sí misma es una explosión de arte en todo sentido, los colores, la coreografía, la música, la vestimenta, la gastronomía, es una poesía visual que recorre las calles de nuestra ciudad acompañada por bandas de sonidos exuberantes. El arte y la fe acompañan esta hermosa expresión cultural, donde maestras/os del bordado, mascareros, matraqueros, etc. despliegan una gama de técnicas, conocimientos e imaginación en cada obra que elaboran. Entonces, es ineludible al ojo del arte plástico, siendo una fuente de referencias pictóricas, escultóricas, antropológicas, abierta a todo material con el cual la/el artista logra la alquimia y la obra final”.

Esculturas en chatarra del artista Mariano Ramírez.

Ramírez es un poeta del arte y como tal ha llegado hasta mi colección con tres obras: Waphuri Galán, escultura en chatarra (2019); Señor del Gran Poder, dibujo sobre óxido de hierro (2020); y China Morena, escultura en chatarra (2022). Al respecto, Mariano narra: “Las obras mencionadas fueron fruto del esplendor que despliegan tanto la misteriosa imagen del Tata de la Santísima Trinidad —Trinidad que a su vez es unidad e individualidad— como la danza del Whapuri Galán, que tiene una estética formidable y original y, con un movimiento demoledor, interpela los prejuicios, al igual que la china morena que ahora es un ícono de resistencia desde la población LGBTI”.

Los tres rostros del Señor del Gran Poder

Cierro este recorrido artístico con la obra de mi querido amigo y mentor Édgar Arandia Quiroga, multifacético escritor, político y artista popular, quien ha escrito y publicado sobre diversos pasajes de las fiestas populares de nuestro país, como la Festividad de las Ñatitas, una reconexión de los seres humanos con la Madre Tierra. Arandia también es autor de Los tres rostros del Señor Jesús del Gran Poder, espacios sagrados y tiempos míticos, un libro álbum con 16 láminas de las obras sobre la imagen icónica de la Santísima Trinidad del Tata del Gran Poder y sobre su relación profunda con la cosmovisión aymara. Cada imagen es una historia y refleja las diferentes prácticas rituales sincréticas entre lo católico y lo andino, desde las ch’allas, misas, prestes, afectos, familia.

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Obra del Tata del Gran Poder, denominada Save deus natura I de Édgar Arandia. 

Una de estas obras me ha cautivado desde que la vi en la sala de Édgar. Fue una noche de tertulia, estábamos compartiendo unos ricos drinks y una charla amena, cuando sentí que esta obra del Tata del Gran Poder, denominada Save deus natura I, nos había elegido para acompañarnos. Me obsesioné con la obra y ese momento comenzó una historia de persecución por más de dos años, hasta que Édgar Arandia, el sábado 20 de mayo de 2023, me dijo: “Si no es esta noche, no te entrego más el cuadro, por todo el valor simbólico que tiene”. Ese día era difícil movilizarse, coincidía con la Larga Noche de Museos. Pero me dije “es ahora o nunca”. Nos citamos con Édgar en la plaza del Obelisco. Él vino acompañado de Ángelo Valverde, otro artista y amigo en común. El cuadro, una pieza rectangular de 110 x 30 cm, estaba envuelto en un papel blanco. La entrega fue un acto ritual emotivo, ch’allamos este intercambio con un vaso de whisky con nuestro testigo que saludaba el rito. Sentí la tristeza de Édgar por el desprendimiento. Pero luego me dijo: “Ahora está contigo, este Tata es muy milagroso”.

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Édgar Arandia, dedicando su libro del Gran Poder, 2023.

Desde ese momento, esta maravillosa obra es parte de nuestro hogar. Cuando le pedí a Édgar que me cuente por qué no quería desprenderse de ella, me contó: “El origen de esa pintura se remonta a muchos años, cuando fui a la casa de mi abuela, vi una tabla vieja, contorsionada, con tres clavos en cada extremo de la pieza, intuitivamente me la llevé a mi taller, porque sabía que simbolizaba la vida dura que mi abuela había vivido en la Guerra del Chaco, manteniendo a mi madre, a mi tío, a la familia entera. Entonces, esa deformación tenía espíritu, no era solo un trozo de madera. Luego tuve una vida de exilio y ya retornada la democracia, aproximadamente en 1983, aún estaba esta pieza en el taller. Llegué a realizar mis primeros trabajos sobre el fenómeno del Gran Poder, es tan hermosa esta construcción colectiva de la festividad, que cuando vi esta tabla que había conservado tantos años me dije: este es el soporte donde voy a plasmar la idea de los tres rostros, que fueron cubiertos en el cuadro original de 1930, por encargo del obispo Augusto Schieffer. Esa imagen de los tres rostros se relacionaba con los tres mundos indígenas. Entonces empecé a pintar y, aunque parezca increíble, no estaba conforme con mi obra. La repinté tres veces y al final logré que me gustara porque interpretaba todo lo que quería expresar desde el arte, la simbología del Tata”.

Desde 2017, el cuadro peregrinó por diversas exposiciones realizadas por Édgar Arandia en el país. Hubo varios intentos de compra por otras personas que se enamoraron del cuadro, pero este estaba destinado a estar conmigo.

Édgar me recomendó mucho sobre el respeto y cuidado que debo tener con la obra: “Una vieja tabla con clavos en los extremos, de alguna manera significa la pasión de Cristo en la cruz, y en ese pequeño espacio pude representar estos elementos que hacen de la fiesta un espacio popular, sincrético y donde debe renovarse constantemente la fe”.

Estos relatos, en el marco de la festividad del Señor Jesús del Gran Poder, representan un agradecimiento profundo a la comunidad de artistas, artesanos, danzarines, músicos, investigadores, periodistas, bordadores, diseñadores, fraternos y a todo el equipo humano que constantemente crea y recrea esta Fiesta Mayor de los Andes.

Y nos vamos al ritmo de la morenada:

Fiesta y Poder

Tradición cultura y fe

Es la fiesta del Gran Poder

Patrimonio de la Humanidad

Nuestro orgullo boliviano

Artesanos manos de oro

Son la magia sin igual

Lentejuelas y cascabeles

¡Viva la Fiesta Mayor!

Las polleras multicolores

Todas giran al compás

Y las ruecas nos invitan

Llenas de fiesta y poder.

Suenan las bandas

El Illimani quiere bailar

Las cholitas, los morenos

¡Por el Tata del Gran Poder!

Letra y música: Eddy Zabala

Arreglos musicales: José Escóbar

Interpretación: Sajama Fusión

Propiedad: Fundación Cultural del

Banco Central de Bolivia (FC-BCB)


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