Cultura. El crítico Franco Sampietro propone una primera interpretación de la escritura literaria en este departamento.
La Paz, 15 de abril de 2024 (AEP). – Cuando María Virginia Estenssoro publicó su primer libro, El Occiso, en 1937, anticipándose al escándalo que causaría, ella misma escribió en el epígrafe: “Este libro es una crucifixión y un inri”. Sin embargo, Franco Sampietro, quien decidió hacer un primer esbozo de la literatura tarijeña —en el libro Para un canon Tarijeño, que se publicó en 2023 por la Editorial 3600— rescata otro de sus libros como uno de los más importantes para la escritura de este departamento: Memorias de Villa Rosa.
Esta obra, que aglutina diversos cuentos, solo vio la luz de la publicación en 1975, gracias a la iniciativa de los hijos de la autora. En ella, narró Sampietro, la autora hace una crítica contundente, dura y absolutamente vigente a la sociedad en la que se crió.
“Es increíble lo bien que está escrita esta recopilación de cuentos, que para mí está al nivel de lo mejor de la literatura hispanoamericana. Pero, además de su calidad, tiene una impresionante cantidad de datos documentales de la época. Muestra el abuso de poder —contra las mujeres, los campesinos— que tiene un pueblo con una sociedad obsesionada con los títulos de nobleza y todas esas cursilerías. Y si bien muchas de las instituciones de las que se habla ya no existen más, impresiona la vigencia que tiene, porque mucha de esa ideología y forma de ver la realidad persiste”, comentó el autor.
Al encontrarse con lo que él considera una joya, Sampietro cuestionó la falta de crítica literaria sobre ella, así como que fuera casi imposible encontrar el libro en librerías o bibliotecas disponibles para el público.
“En Tarija hay gente que tiene una plaza con su nombre y se los considera autores destacados, pero absolutamente nadie los lee. Y hay otras obras, que son perlas literarias, recontra interesantes que no deberían perderse, que todo el mundo la debería conocer y que debería informar parte del canon de la literatura tarijeña, que están totalmente olvidadas, ninguneadas y no las conoce nadie, porque no se consiguen por ningún lado”, comentó.
En su búsqueda, el crítico descubrió el silencio de la sociedad ante esta obra y se dio cuenta de que se debía a un intento por ocultar y olvidar que el libro existió. Esto porque los cuentos eran una crítica clara a la clase alta de una ciudad pequeña, que lo era aún más en el siglo XX.
“Se ha hecho lo posible para ocultar este libro, ¿por qué? Porque no les gustó la verdad que decía sobre la clase alta, los hace quedar en ridículo. Entonces decían que la ficción que implica siempre la literatura no alcanzaba a disimular la familia descrita, lo que se constituyó, según ellos, en un ataque al honor, con una difamación”, aseveró.
María Virginia Estenssoro
En el polo contrario de Memorias de Villa Rosa está un libro que tiene ya más de 20 reimpresiones y 10 ediciones, “Subdesarrollo y felicidad” de Willy Bluske. Obra que pinta un paisaje idílico, que coincide con lo que la élite poderosa quiere que se diga de su territorio.
“Es el libro oficial, te muestra una sociedad con tremendas diferencias de clase, con un abuso de poder escandaloso, sí, con una discriminación a las mujeres impresionante, pero que se lo describe como si fuera positivo, casi como si fuera una especie de sabiduría apócrifa que nadie que no sea tarijeño puede apreciar. Ese transmite la ideología oficial que la clase dirigente quiere mostrar”, afirmó el crítico.
Óscar Alfaro
Según Sampietro, el tema más recurrente, que se repite casi de forma obsesiva, es el origen étnico de su pueblo, obsesión que ha creado una versión en la que todos descienden de conquistadores españoles.
“Óscar Alfaro tuvo que irse por enfrentar a la rosca y acusarles de explotadores terratenientes, porque es el primero que dice de modo frontal que el campesino tarijeño es de origen indígena”, comentó.
Además de Alfaro, quien es parte de aquellas rarezas que han sabido crecer en esta flora perfectamente cortada, está Jesús Urzagasti (1941-2013).
El escritor chaqueño —proveniente de una región del departamento que se identifica de forma diferente a los “chapacos”— tiene la capacidad de crear, con su escritura —en obras como De la ventana al parque, Tirinea o En el país del silencio— una mitología del chaco, desde la cual ser y estar en cualquier parte del mundo.
Con estos ejemplos, Sampietro buscó iniciar una tarea muy grande, que es ordenar y separar, como él dice, “lo que sirve de lo que no sirve”. Sin embargo, reconoce rápido que es un esbozo, que espera que pronto otros interesados puedan continuar el trabajo, pero que quienes tengan curiosidad no se vuelvan a encontrar solo con silencio y vacío.
Más datos
María Virginia Estenssoro nació el 2 de julio en La Paz, sus padres fueron Alfredo Estenssoro Rivero y María de la O. Romecín Martínez. Vivió su adolescencia en Tarija. Inició su camino como escritora boliviana en la revista Gaceta de Bolivia, integró el Ateneo Femenino, fue directora literaria de la revista Cielos de Bolivia, docente de la materia Historia de la Música en el Conservatorio Nacional de Música, y directora de la Biblioteca del Congreso Nacional.