En ese momento, la palabra “inflación” no era prioridad. Lo urgente era sobrevivir.
La historia de la inflación mundial que estremeció al planeta no comenzó con una guerra ni con un colapso financiero. Inició con una pandemia que obligó a detener la economía global casi de inmediato, para luego reiniciarla con fuerza, en medio de rupturas logísticas, subsidios masivos y una incertidumbre sin precedentes.
Era marzo de 2020 cuando el mundo entero apretó el botón de pausa. Una pandemia viral, silenciosa al principio, terminó por colapsar hospitales, cerrar fronteras y detener fábricas. Al miedo sanitario se le sumó otro temor: el colapso económico.
En ese momento, la palabra “inflación” no era prioridad. Lo urgente era sobrevivir. Sin embargo, esa pausa planetaria fue apenas el preludio de un fenómeno económico que sacudiría la economía global como no se veía desde los años 70: una ola inflacionaria global.
El MUNDO DETENIDO Y LA BOMBA MONETARIA SILENCIOSA
Con la expansión del Covid-19, en 2020, los gobiernos del mundo tomaron medidas drásticas. Para evitar una recesión masiva, muchos países desarrollados aprobaron paquetes de estímulo sin precedentes.
La Reserva Federal de EEUU, el Banco Central Europeo y otros comenzaron a inyectar liquidez a los mercados, redujeron las tasas de interés y activaron programas de estímulo económico. Gobiernos aprobaron gastos fiscales masivos para proteger empleos y empresas, mientras millones de personas en todo el planeta recibían cheques, bonos o transferencias directas para sostener el consumo.
Por primera vez en la historia moderna, se paralizó la oferta global, pero se mantuvo artificialmente viva la demanda a través del crédito barato y el gasto público. Los gobiernos pagaban a las personas para quedarse en casa, mientras las fábricas, los campos y los barcos reducían su ritmo. Era una bomba de tiempo.
LA RECUPERACIÓN DESIGUAL Y LOS PRIMEROS SÍNTOMAS
Cuando en 2021 se empezaron a distribuir masivamente las vacunas y las restricciones se relajaron, el mundo volvió a consumir. Pero el aparato productivo aún estaba lesionado.
Comenzaron a faltar microchips, papel, madera, contenedores, piezas de autos, insumos agrícolas para restablecer al ámbito productivo. Las cadenas logísticas globales estaban rotas. China, uno de los principales proveedores del mundo, aún mantenía estrictas restricciones por el Covid.
Los precios empezaron a subir. Al principio fue el combustible. Luego, los alimentos. Después, la energía eléctrica. En cuestión de meses, el planeta entero enfrentaba lo que los economistas llamaron “cuellos de botella inflacionarios”.
Los bancos centrales, todavía cautelosos, aseguraban que la inflación era “transitoria”. Pero la historia demostraría que no lo era.
LA GUERRA QUE ENCENDÍO EL POLVORÍN Y EL ESTALLIDO INFLACIONARIO
El 24 de febrero de 2022, la guerra regresó a Europa. Rusia invadió Ucrania, y con ella comenzó una nueva fase en la crisis inflacionaria y el mundo no solo se enfrentó a un conflicto militar, sino a un shock económico global sin precedentes.
Rusia es uno de los principales exportadores de gas, petróleo, fertilizantes y cereales. Ucrania, un actor clave en la producción de trigo, maíz y aceite vegetal. Las sanciones impuestas a Moscú, la interrupción de exportaciones ucranianas y el cierre de rutas comerciales elevaron los precios de la energía y los alimentos a niveles históricos.
En Europa, los hogares comenzaron a pagar facturas de gas duplicadas o triplicadas. En África y Asia, se dispararon los costos de los alimentos. En América, la gasolina superó los cinco dólares por galón en Estados Unidos, y países como Argentina o Brasil vieron crecer sus precios de manera sostenida.
El precio del trigo alcanzó su nivel más alto en más de una década, el gas natural se volvió escaso y caro, sobre todo en Europa, los fertilizantes subieron de precio, encareciendo la producción agrícola global, el petróleo Brent superó los $us 120 el barril.
En América Latina, aunque el fenómeno fue menos uniforme, países como Argentina, Chile, Perú y Colombia sufrieron alzas notables.
La guerra encendió el polvorín económico. En los meses siguientes, la inflación mundial tocó máximos históricos: el mundo estaba en llamas económicas. Y aunque Bolivia parecía un oasis, la tormenta también se acercaba.
LA INFLACIÓN GLOBAL TOCA LA PUERTA DE BOLIVIA
En el país, el impacto de estos fenómenos que golpearon duramente al mundo fue inevitable, aunque amortiguado. La inflación comenzó a subir, aunque en niveles más bajos que los países vecinos.
La inflación en Bolivia ha sido un tema central en la gestión del presidente Luis Arce, especialmente luego de la pandemia de Covid-19. A pesar de los desafíos económicos globales, el Gobierno implementó políticas bajo el Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP), que ayudaron a controlar este indicador.
Estas políticas adoptadas en 2022 permitieron que la inflación alcance un promedio del 3,1%, muy por debajo de los dos dígitos que se vivían en buena parte del continente.
POLÍTICAS ECONÓMICAS FRENTE A LA INFLACIÓN
Para enfrentar la inflación global, el Gobierno boliviano optó por el control de precios y subsidios a productos clave (combustibles, alimentos), la estabilización cambiaria, manteniendo el boliviano firme frente al dólar, el fortalecimiento del mercado interno, a través de bonos, subvenciones e inversión pública y la Sustitución de importaciones, con proyectos para industrializar recursos naturales como el litio, el gas y los alimentos.
De acuerdo con el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, el gobierno del presidente Luis Arce ejecutó al menos nueve estrategias para mantener los indicadores de inflación entre los más bajos de toda la región.
La primera estrategia es la priorización de abastecimiento al mercado interno. Para el Gobierno, el objetivo principal de sus políticas económicas es fortalecer el mercado interno.
La segunda comprende los subsidios y las subvenciones a alimentos y combustibles.
La tercera medida es la lucha contra el contrabando hacia y desde Bolivia. En este ámbito, la Aduana Nacional intensificó los operativos de control para decomisar los productos que llegan de manera ilegal y perjudican a la producción nacional.
La cuarta es el fomento a los programas de apoyo a la producción agropecuaria, que se enfocan en riego, entrega de insumos, capacitación y apoyo comercial, entre otros ámbitos.
La quinta estrategia que impulsa el Gobierno para mantener los índices de inflación controlados comprende los créditos de apoyo a microempresas afectadas a través del Fondo de Crédito de Apoyo a Microempresas (Focremi). Es un fondo que tiene por finalidad restablecer y mejorar la actividad económica de microempresas que hayan sido afectadas por factores climáticos.
La sexta medida es la atención a desastres climáticos, como sequías, inundaciones, incendios y granizadas. El Gobierno nacional respondió a estas emergencias a través de medidas financieras, entrega de insumos, programas de reactivación, entre otros.
La séptima radica en el control de precios. A través de sus brazos operativos, el Gobierno ejecuta constantemente inspecciones a los mercados para controlar el precio, principalmente de los productos de la canasta familiar.
La octava estrategia está relacionada con los controles contra el agio y la especulación.
Y la novena medida se basa en el desarrollo de ferias del precio justo. Se convirtió en uno de los principales instrumentos para nivelar los precios, ya que son productos comercializados directamente de los productores a los consumidores, sin intermediarios.
“Garantizamos las medidas para cuidar el poder adquisitivo de los bolivianos frente a la crisis inflacionaria internacional y los efectos de la crisis climática mundial”, precisa una información del ministro de Economía, Marcelo Montenegro.
Durante el período más crítico de la inflación mundial (2022), según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE) y organismos como la Cepal y el FMI, Bolivia logró mantener una de las tasas de inflación más bajas del planeta, con un promedio de 0,90% en 2021; 3,12% en 2022; 2,12% en 2023; y 9,97% en 2024.
RECONOCIMIENTO DE ORGANISMOS INTERNACIONALES
Los indicadores económicos registrados en los primeros periodos del gobierno de Arce permitieron que organismos internacionales reconozcan a Bolivia como una de las economías con la inflación más baja con respecto a otras, ante los efectos mundiales de la guerra entre Rusia y Ucrania y la pandemia del Covid-19.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) destacó la estabilidad económica de Bolivia.
El presidente Luis Arce señaló “que la baja inflación es un reflejo de la solidez del Modelo Económico Social Comunitario Productivo y resaltó que la estabilidad de precios es envidiada por otros países”.
La BBC de Londres reconoció el manejo macroeconómico boliviano y varios institutos extranjeros señalan al país con la menor inflación en Latinoamérica.
“Mientras la economía mundial vive conmocionada por la ola de inflación global, en Bolivia el Índice de Precios al Consumidor (IPC) se ha mantenido sorprendentemente estable”, se lee en una publicación de la BBC.
Trading Economics, una entidad que brinda indicadores económicos de casi 200 países, reportaba, en su informe de enero-febrero, que “con el 0,7% Bolivia se posicionó como el primer país que tiene la inflación más baja en América Latina”.
Asimismo, el líder mundial en inteligencia empresarial The Economist Intelligence Unit (EIU, por sus siglas en inglés), mediante un estudio, señaló a Bolivia como el país en América Latina mejor posicionado para resistir los efectos mundiales de la guerra en Ucrania.
También el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó recientemente que Bolivia tiene una de las tasas inflacionarias más bajas del continente americano y del mundo, que estará por debajo del 5% con respecto a otras como el de la Argentina que supera el 51,7%, según un reporte del rotativo Ahora El Pueblo. Y Bloomberg emitió un ranking internacional en el que Bolivia aparece como el país con menos inflación en el mundo.
CRÍTICAS A LOS INDICADORES Y AL MODELO ECONÓMICO
Con el afán de desacreditar los logros obtenidos del gobierno de Luis Arce en el ámbito económico, medios opositores y analistas iniciaron una campaña negativa bajo el argumento de que la baja inflación puede ser engañosa, ya que podría estar siendo sostenida por medidas que no son sostenibles a largo plazo y que podrían estar generando problemas en otras áreas de la economía.
El economista Gonzalo Chávez argumentó que la baja inflación se debe al tipo de cambio fijo y a los subsidios, que no son sostenibles. Mientras que el presidente de la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (Cainco), Jean Pierre Antelo, atribuyó la inflación y el déficit fiscal más elevado en la historia de Bolivia al MESCP.
El presidente Luis Arce defendió el MESCP y señaló que las críticas a la baja inflación son infundadas. Reafirmó la solidez del modelo económico, destacando indicadores como la baja inflación y el crecimiento económico sostenido.
“La economía está mejorando, pero los medios de comunicación locales no reconocen ese crecimiento y lo que estamos haciendo, pero sí quienes reconocen son los medios de comunicación internacionales”, dijo Arce.
FACORES CLAVE QUE IMPULSARON LA INFLACIÓN
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la inflación en Bolivia alcanzó el 9,97% en 2024, la cifra más alta en 16 años. De esta cifra, aproximadamente el 3,77% se atribuye a los bloqueos de caminos organizados por sectores afines al expresidente Evo Morales y a la especulación que estos generaron. Específicamente, el cierre de vías representó un 2,05% de la inflación, mientras que la especulación con productos de la canasta familiar sumó un 1,72%
Estos bloqueos, que ocurrieron en dos periodos principales —enero-febrero y octubre-noviembre de 2024— duraron un total de 40 días. Durante estos eventos se registraron desabastecimiento de productos esenciales como alimentos y combustibles, lo que generó aumentos de precios debido a la escasez y al comportamiento especulativo de algunos comerciantes
De la misma manera, en 2025, el INE explicó que la inflación en Bolivia en 2025 mostró un incremento elevado, atribuible en parte a bloqueos de caminos organizados por sectores ligados al expresidente Evo Morales, así como a prácticas de agio y especulación. Estos factores han tenido un impacto significativo en los precios de productos esenciales, afectando especialmente a alimentos y combustibles.
AEP