El director del Museo de Arte Precolombino e Indígena (MAPI) del Uruguay reflexionó sobre el proceso de aprendizaje en curaduría. Resaltó que la gestión cultural se nutre principalmente de experiencias y el intercambio de conocimientos, más que de una enseñanza tradicional.
Facundo de Almeida aterrizó con un paquete de enseñanzas sobre arte, cultura y curadurías. Él es el director del Museo de Arte Precolombino e Indígena (MAPI) del Uruguay y arribó este mes a Bolivia gracias a la Embajada de México y a las gestiones de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FC-BCB). Entre las diversas actividades que realizó, destacó un taller de curaduría y arte visual en el Museo Nacional de Arte (MNA), que contó con una masiva participación.
Sostuvimos una entrevista que él no tardó en volverla lúcida y divertida, al hablar de los pormenores del valor comunitario que tiene la construcción de una exposición de arte y las tareas de un equipo curatorial en particular.
La charla tuvo como hilo conductor su amplia experiencia como curador y gestor cultural, así como su labor en el MAPI, donde subrayó que toda curaduría debe concebirse desde la comunidad: “Debe pensarse la curaduría no como la decisión de una persona o de un pequeño grupo de personas, sino que debe ser pensado en función de los intereses y las necesidades del público y de la comunidad. Si una persona no entra a una exposición y sale distinta, entonces esa exposición no sirvió”.
¿Qué temáticas vinculadas a curaduría es preciso abarcar en el taller de curaduría?
Facundo de Almeida (FdA): Es difícil enseñar curaduría. Las temáticas vinculadas a gestión cultural no se enseñan, sino que se aprenden. En estos casos, lo importante es la experiencia y el intercambio. Estaba viendo la agenda y las actividades que realiza el Museo Nacional de Arte y me siento completamente identificado con lo que propone, es la misma línea que desarrollamos en el MAPI. Hay que invertir la lógica, concebir la curaduría desde el público y, a partir de ello, recién desarrollar una propuesta expositiva. Luego vienen los elementos más prácticos que tienen que alinearse, como el hecho de seleccionar las obras. Debe pensarse la curaduría no como la decisión de una persona o un pequeño grupo, sino en función de los intereses y necesidades del público. Muchas veces siento que la curaduría tiene como finalidad alimentar el ego del curador, o en congraciarse con los críticos de arte o, a veces, se focaliza mucho en el artista.
En ese sentido, ¿qué es un curador?
FdA: Yo creo que el curador es un mediador entre los bienes culturales y el público, ni siquiera hablo solo entre las obras de arte, porque una curaduría es mucho más que las obras de arte. Y acá tengo que hacer una diferenciación entre el público que ya tiene el museo y el público potencial, porque un curador debe considerar la idea de captar también público nuevo. Cuando digo público potencial, me refiero a advertir otras perspectivas que ustedes, como museo, también están haciendo: una curaduría no implica solo hacer una exposición dentro de una sala y colgar unos cuadros, sino llevar al museo fuera de sus paredes. El Museo Nacional de Arte lo está haciendo con el programa El Museo donde tú Estás. Cuando yo llegué a la Terminal Metropolitana de El Alto y vi obras de arte en la terminal de buses me dije de inmediato: “Yo amo a esta gente”. Nosotros tenemos un programa similar que se llama El MAPI Va a… y ahí se añade El MAPI Va a la Playa, El MAPI Va a la Plaza, El MAPI Va al Campo. Es un programa basado en el espíritu de que se quiere trascender más allá del museo.
¿Cómo es un proceso curatorial? ¿Cómo se construye una exposición de arte?
FdA: Creo que una exposición no se puede concebir aislada del resto del funcionamiento del museo. Cuando llegué al MNA me presentaron al curador y al encargado de Pedagogía al mismo tiempo. Ese simple gesto ya me está hablando de este museo, porque en muchos casos existe tensión entre el curador y el encargado del área educativa. Yo creo que al hablar de una exposición debe haber un trabajo en equipo desde el minuto cero, porque a veces primero se hace el trabajo de curaduría, luego cuelgan las obras y recién se llama al equipo del área educativa para pedirles materiales pedagógicos y resulta que ambas áreas están desvinculadas. Pensar la curaduría junto al área educativa es pensarla desde el público. Cuando los museos no hacen eso se empiezan a transformar en instituciones intrascendentes a las cuales el público no va. Cuando el público no va a los museos, eso no es culpa del público, es culpa de los directores de museos.
En este ejercicio de acercamiento a la comunidad, el MAPI tuvo poderosas experiencias que fueron protagonizadas por la niñez. Cuéntanos al respecto.
FdA: Una vez llega al museo el Instituto Iberoamericano de la Infancia —organismo de la OEA (Organización de los Estados Americanos)—. Querían hacer una muestra para celebrar los 30 años de la Convención Interamericana del Niño, Niña y Adolescente. Sería la exposición de un fotógrafo que tomaba fotos de la niñez por varios países y, además, querían que participe el canciller. Yo dije: “¿Un evento dedicado a los niños donde no participan niños? Eso es un absurdo”.
Entonces el MAPI hizo una convocatoria pública: se inscribieron 120 niños, luego tuvimos que depurar, porque muchos estaban inscritos por interés de los padres. Y al final quedaron 30 niños que fungieron de curadores de esa exposición. Entonces, cuando surgió el tema de la OEA, se les dijo que este Consejo de Niños podrían ser los curadores y se puso a disposición de estos ‘curadores’ al equipo técnico del museo para que se lleve a cabo la exposición. Al final, en la inauguración estuvo el canciller, pero también habló una niña que participó en la curaduría, además nos vinculamos con escuelas, más las familias de los ‘curadores’ niños y niñas, más sus amiguitos. Así que al final asistieron 400 chiquilines y fue un acto de niños.
La experiencia de disfrutar los museos
De Almeida recalcó un cambio fundamental en el trabajo de los museos ocurrido en 2022, en el escenario pandémico: el ICOM (Consejo Internacional de Museos) modificó el concepto de lo que es un museo: “Un museo es una institución sin ánimo de lucro, permanente y al servicio de la sociedad, que investiga, colecciona, conserva, interpreta y exhibe el patrimonio material e inmaterial. Abiertos al público, accesibles e inclusivos, los museos fomentan la diversidad y la sostenibilidad. Con la participación de las comunidades, los museos operan y comunican ética y profesionalmente, ofreciendo experiencias variadas para la educación, el disfrute, la reflexión y el intercambio de conocimientos”.
“Disfrute”, señala De Almeida, es la palabra que hace gran diferencia, ya que la gente debe disfrutar su visita a los museos: “Lo cierto es que los museos competimos por el tiempo de ocio de las personas”.
La Paz/AEP/Marcela Araúz Marañón