Encuéntranos en:
Búsqueda:

Marco Polo narrando la tierra de los tártaros: lapislázuli, Gengis Kan y cerámica lajvardina

La fascinante conexión entre Bolivia y Asia a través del lapislázuli, la piedra azul ultramarina, y su impacto en la historia, el arte y la cultura.

Lo que se lee en adelante detalla una ruta que va del lago Titicaca a la estepa y la tundra asiática, específicamente Mongolia, que tiene como común denominador el lapislázuli.

Luis A. Alegre Galilea, en la presentación de la versión facsimilar del Libro del famoso Marco polo veneciano… (2006), enfatiza en que la peregrinación de Marco Polo tenía planes comerciales, la exploración económica junto al deseo de la apertura de nuevas rutas para el descubrimiento.

Cronicas 2 2624

El libro de relatos de Marco Polo es considerado un clásico de la literatura de viajes y los estudios geográficos, siendo de gran influencia para la construcción del imaginario de la época moderna. Siendo impreso en castellano por primera vez en 1529 en la Rioja. Entre su influencia se adscribe la construcción de un imaginario que le dio a Cristóbal Colón, ideas y significados respecto a los mundos con lo que se topó en 1492, los cuales explicó recurriendo a un imaginario occidental, respecto a Asia, que escudriñaba en el exotismo del lejano oriente. A la literatura de viajes deben sumarse los estudios científicos de cosmografías y peritaje de sextantes. Muchos siglos después, las descripciones —plasmadas en mapas, relatos de viaje y demás de Marco Polo— dieron paso a las interpretaciones que hizo Colón de las primeras islas americanas.

¿Fue acaso Marco Polo quien permitió que el azul de ultramar adquiriera un lugar principal entre los pigmentos de los pintores renacentistas? Pues se dice que el famoso explorador, encantado por lo que vio en el Oriente, llevó esta roca a occidente. El lapislázuli (piedra semipreciosa, de la cual se obtiene el azul ultramarino) era extraído de pocos lugares, uno de ellos, la actual región de Mongolia. Las crónicas de Marco Polo hacen reverencia a este pigmento hallado en la región y detalla, con bastante minuciosidad, otras características. 

De quienes habitaban y gobernaban la estepa mongola

Son de importancia los comentarios realizados desde el capítulo XLII en el periplo “Del comienço del señorío de los tártaros e de muchas cosas maravillosas”, que narra acerca de quien gobernó antes dichas tierras refiriendo al nombre de “Preste Juan”, quien habría ejercido el puesto de gobernador cristiano en el lejano oriente, además de patriarca, presbítero y rey cristiano. El mencionado “preste” estaba afiliado a una doctrina cristiana, denominada como nestorianismo o difisismo, que consideraba a Cristo separado en dos naturalezas (humana y divina), dos entes independientes, pero unidos.

Cronicas 3 2624

Aquello ocurrió antes de que Gengis Kan (Chinchis), el guerrero y conquistador mongol, unificara a las tribus nómadas, en el norte de Asia, para fundar y ser el primer “gran Kan” del Imperio Mongol. Chinchis, ya invadiendo la región, demandó al “preste” que entregase a su hija, para que fuese su esposa, imponiendo el supuesto derecho a disponer de cualquier mujer en el territorio conquistado, incluyendo la hija directa del monarca. El preste señaló que antes de entregársela la mataría a razón de que creía, o aseveraba, que los tártaros eran esclavos y no hombres de guerra. Chinchis, la forma como se refiere Marco Polo a Gengis, hervido en ira, y apoyado por las tribus nómadas, fue contra él, enfrentándose los ejércitos en el llano de Tanguth, en una batalla que duró varios meses, “e finalmente, después de muerto Preste Juan e muchos muertos de cada parte, quedó el campo por Chinchis, e conquistó todas las provincias, cibdades y villas de Preste Juan, e reinó después de su muerte seis años, y en cabo de los seis años, combatiendo Chinhis un castillo, fue herido en la rodilla de una frecha y de aquella herida murió” (Capítulo XLII, 286).

Polo describe la forma cómo vestían los tártaros: “Los señores ricos e poderosos se visten de paños de oro i de seda enformados en pieles preciosas: sus armas son de arco de cuero de búfalo o de otros animal muy fuerte. Son los tártaros hombres valientes en las más armas y duros para todo trabajo, e sufren hambre e sed y en la guerra están a las vezes en mes que no comen otro manjar sino carne salvaje y caçan, no beben sino leche de yeguas confaccionada. (Capítulo XLII, 288).

Polo también realiza apreciaciones de los roles de género, señalando que las mujeres tártaras “compran y venden” todo lo que es necesario para su casa, es así que los maridos “entienden de cazar y guerrear”. En torno a los rituales de unión, los tártaros podían “tomar cuantas mujeres quieren”, de manera que la endogamia estaba normalizada, según Polo. Era sabido que los tártaros tenían la posibilidad de establecer uniones con miembros de su ascendencia común, en cualquiera de los grados. De sus vínculos religiosos y espirituales, el gran Kan ambicionaba ascender a la condición de divinidad, y tenía como ídolo a Nochygay, a quien calificó como un dios eterno que cuida del gran Kan, su mujer, hijos, animales y sementeras.

Cronicas 4 2624

El gran Kan instauró un linaje que continuó con Balti Kan, Chinchis Kan y Cublay Kan, a este último se lo recuerda como el más poderoso de la familia y linaje Kan. Polo se refiere a él como el príncipe más poderoso que existe entre cristianos y moros. La descendencia del linaje, desde el Gran Kan, estaría sepultada en el monte Alchay, en la región de Cuthogora, donde descansa el señor de los tártaros. Polo transmite detalles de la memoria oral de los rituales funerarios del linaje, contando que mientras era trasladado a su sepulcro material, las huestes guerreras que acompañaban el cortejo iban liquidando a todo aquel que encontraban a su paso, mataban a cuantos encontraban en la calle, y al momento de su ejecución los despachaban diciendo: “Id servid a nuestro señor al otro mundo”. En los rituales también se despachaban a los camellos, caballos y mulas, pues se creía que iban a servir a su señor en el otro mundo.

El territorio de los tártaros, a partir del cual extendieron su imperio, comprendía la tundra, la estepa y la taiga, esta geografía hostil exigía una forma de vida acondicionada a la rigurosidad del entorno, descrita: “en el invierno moran los campos llanos, callentes y de buenos pastos para sus animales, y en el verano en los montes e arboleadas e lugares frescos, e hazen casas redondas de madera e cúbrenlas con fieltros, y estas casas llevan consigo doquiera que van, e siempre ponen la puerta de la casa que asientan do van en el verano fazia Mediodia, y en el invierno fazia Setentrión” (Capítulo XLII, 287).

Los pueblos al norte de los tártaros, caminando cuantiosas jornadas en la estepa, arribando a una llanura de nombre Barga, a cuarenta jornadas hacia el Setentrion de esta, eran habitados por la gente llamada Mechrith, calificada de salvaje por cazar siervos y otros animales. A diez días de caminata de este lugar, con dirección al Oriente, se llega a un reino denominado —o llamado— Erguil, que está en la provincia de Tanguth, uno de los primeros lugares dominados por el Gran Kan. En esta ruta, Polo sintió el estupor, pues “en el camino se oyen voces de espíritus malignos”. En la región viven tres linajes de personas (cristianos nesturianos, idolatras y mahometanos). Siguiendo el viento Xiroco, entre Levante y Mediodia, andando hasta Calthayo, se encuentra una ciudad llamada Sirigay, lugar donde se halla el mejor almizcle del mundo. Aunque este se consigue del ciervo almizclero, en esta región se lo obtiene: “el animal q’ lo haze es de cuerpo de un gato de quatro dientes, dos arriba y dos abajo, luengos como tres dedos. Son delegados de cuerpo y tienen el pelo como ciervo y los pies semejantes al gato. E tienen una posternación de sangre cabe el umbligo entre cuero e carne, la qual se saca como una bexiga, y aquel es el almizque” (292).

Tanguth se estima que fue una etnia histórica que vivió en la actual Mongolia interior. En otra época fue la última parada de la Ruta de la Seda, el origen de la etnia estaba en las estepas y montañas del sudeste de las actuales Qinghai y al noreste de Sichuan (China). Era una conexión o ensamble primordial para el comercio entre Asia Central y China. Tanguth, pueblo chino-tibetano, fue tomado por el imperio mongol en 1227, estaba bajo el dominio de Tuyulum, que representaba a la dinastía Xia Occidental. La captura de los tártaros de esta región ocasionó la desaparición de sus registros escritos y su arquitectura. En el siglo XIII, Gengis Kan unificó las praderas del norte de Mongolia y, a través de seis campañas contra las tropas de Xia occidental (1205-1227), logró conquistar la región en veintidós años de conflicto. Fue en la última oleada, durante la cual Gengis Kan falleció, que se apropió del territorio.

Por añadidura a la historia de los tártaros, Polo se refiere a la fantástica piedra semipreciosa denominada como lapislázuli. Su relato en el capítulo XLIII dice: “de la provincia que dizen Tanguth que es sujeta a Preste Juan, e de lapisláguli que en ella se hallan e de Goth e Magoth. Partiéndose de Erguil y entrándose en las regiones de preste Juan, llégase a una provincia que llaman Tanguth, la qual señorea un rey de linaje de Preste Juan que se llama Jorge por propicio nombre. E tiene aquellas tierras por el Gran Kan […] Mayormente después que Chinchis, primero rey de los tártaros, mató a preste Juan en batalla (…) En esta tierra se falla lapislázuli, que es piedra que se hace azul muy fino. La mayor parte desta provincia son christianos, y ellos enseñorean las tierras, aunque también ay allí algunos mahomentano y biven quasi todos de ganados y de lavor de la tierra. En esta provincia ay otro linaje de gente q’ llaman argarones o gúhumelos. E dízense ansi porque descienden de dos linajes diversos: es a saber de los christianos de Tanguth de los que siguen a Mahomat. E son hombres bellos y sabios más que los otros de aquella tierra. Aquí está aquel lugar que la escriptura sacra llama Goth y Magoth” (capítulo XLIII: 293). Lo interesante de que en “esta tierra se [h]alla lapisláguli, que es piedra que se hace azul muy fino” es que era utilizada en la fabricación de utensilios como cuencos, vasijas y botellas.

Tipos cerámicos que utilizaban el lapislázuli

Se resguardan implementos de calidad y sofisticación en cerámica de azules y blancas, vidriadas y de motivos vegetales, como ser jarras, botellas y cuencos. Lajvardina es la designación con la que el imperio persa conocía el lapislázuli, la roca. Así también Lajvardina es como se conoce a un tipo de cerámica presente en azulejos y molduras. Apareció los días en que Mongolia dominó el territorio del actual Irán, en los siglos XIII y XIV, durante el reinado de Ilkhamids (Iljanies o Iljanato), forma como la ascendencia de Gengis Kan nominó a esa parte de su imperio, antes en manos de los persas.

Una singularidad de la cerámica es su esmalte azul, ciertamente el tratado del persa Abu’l Qasim al-Kashani del siglo XIV resguarda los conocimientos de producción con este material, formando parte de la memoria cultural y artística de Oriente. A razón de su tratado, Kasham es como se designa a los azulejos trabajados con la roca lajvardina, esta última hace referencia al material como al estilo de la cerámica.

Abu’l Qasim al-Kashani descendía de un linaje de alfareros que por siglos perfeccionaron el empleo de la roca aplicada a la cerámica, y escribió el tratado en 1301, donde detalla los procesos para la pasta, técnicas de decoración y horneado. Un modelo de la cerámica que usa roca lajvardina fue descubierto en Takht-e Suleiman, santuario de la religión del zoroastrismo, del antiguo imperio sasánida y reconstruida los días del Iljanato mongol, en las excavaciones del Palacio Abaqa, en el actual Takab (Azerbaiyán Occidental-Irán).

En la escultura de Nuestra Señora de la Virgen de Copacabana de Tito Yupanqui se encontró que el escultor aplicó azul de ultramar con una técnica bastante vanguardista, la cual está detallada en los tratados de pintura desde el siglo XVI. Sin embargo, ceramistas persas usaron el material siglos antes, siendo un referente en las artes islámicas.

Por: Marcelo A. Maldonado Rocha / Crónicas 


Imprimir   Correo electrónico

Ahora El Pueblo logo

Búsqueda