Películas apocalípticas como Soy leyenda, Guerra Mundial Z o, finalmente, toda la saga de las películas de zombis son una premonición de lo que jamás imaginaríamos que iba a pasar.
La Paz, 17 de marzo de 2024 (AEP).- El otro virus y el causante de nuestro apocalipsis será el propio hombre con el capitalismo y el consumismo. Este es el causante de un ejército de zombis idiotizados por los nuevos cantos de sirena. Los celulares, las redes, los placeres efímeros y artificiales que nos quitan la humanidad.
Películas apocalípticas como Soy leyenda, Guerra Mundial Z o, finalmente, toda la saga de las películas de zombis son una premonición de lo que jamás imaginaríamos que iba a pasar. En realidad, todos estos films eran una metáfora de la infección. De la verdadera guerra que abatiría al hombre, la bacteriológica. Ya fue premonitorio en su tiempo H. G. Wells con su obra La Guerra de los Mundos. Los marcianos son vencidos por los microbios de la tierra. A lo largo de este texto voy a describir y proponer que estos largometrajes de zombis no han sido otra cosa que una metáfora premonitoria de lo que vivimos el 2021 y 2022 con el coronavirus (Covid-19). Y, paralelamente, es una metáfora de lo que refleja George Romero 2 en sus películas: el capitalismo como un virus.
No te conviertas en uno de ellos
Pongámoslo así, si buscamos un símil perfecto encontraremos, con gran acierto, que la película Soy Leyenda, basada en la novela de Richard Matheson encaja perfectamente con nuestra realidad. Es escalofriante, pero en la novela también se entra en una cuarentena. El virus infecta a la gente y éstos se vuelven seres monstruosos que contagian, a su vez, a todos los seres humanos sanos. Las ciudades se quedan desiertas y los pocos que hay se comunican a través de aparatos tecnológicos de última generación (obsoletos ahora).
¡Qué lucidez de estos escritores al predecir el caos! Pensamos que las armas nucleares nos destruirían, las guerras, las dictaduras y tiranos. Tiranos como Hitler que intentaron acabar con una raza y con todas las razas al final y que no lo consiguieron. Pero venimos a tener la certidumbre aterradora de que no era todo esto lo que nos haría temblar, sino un enemigo invisible pero mortífero y aterrador, letal y más efectivo que una bomba. Lo que para nosotros eran simples películas de zombis era una alegoría de lo que nos iba a pasar.
Este apocalipsis infernal ya se dio en otras épocas como en el siglo XIV. Y como siempre la peste viene de Asia (pero no Mongolia). Esa vez el virus era la peste negra producida por la pulga de las ratas. Al igual que ahora, había cuarentena y esta circunstancia dio lugar a obras memorables pergeñadas al calor de ese azote. El Decamerón, de Boccacio (10 personas se recluyen en una villa en momentos de la peste a contarse cuentos). La Peste, de Albert Camus, y Los novios, de Alessandro Manzoni.
Estas pandemias posibilitaron que de nuevo la gente se pueda recluir, muy a pesar suyo en sus casas y mejor, en el campo. Como privados de libertad. Para ilustrar mi postura baste nombrar un cuento escalofriante de un autor extraordinario, Edgar Allan Poe: La Máscara de la Muerte Roja. El príncipe Próspero se recluye en un castillo junto con un grupo de cortesanos. Tratan de escapar de la peste roja y de la rutina. Se dedican a festines todos los días creyendo que ahí están a salvo de la parca, pero, hete aquí que la muerte roja llega al castillo en forma de un invitado no deseado, una, como se dice, persona non grata. Esa persona non grata está entre nosotros ahora. En el festín degenerado de la humanidad ya que los hombres son egoístas. En medio de una cuarentena realizan fiestas como el festín del príncipe Próspero.
Pero tal vez eso es lo que necesita la humanidad. Un buen sacudón para que reaccione. ¿Era necesario que pase esta amenaza para que la gente se recluya o deje de salir a la calle? ¿Para no frecuentar tanto discotecas o lugares donde se concentra la gente? Y uno se pregunta, ¿por qué pasan estas cosas?
Me voy a arriesgar a dar una respuesta. Muchos hábitos y actitudes han posibilitado esta amenaza: La falta de limpieza es una de ellas. Con la peste negra fue así. La falta de respeto por la naturaleza y los animales, la sobrepoblación y el hacinamiento o la concentración de personas en centros urbanos son otras. O La idea de felicidad efímera que proyecta el consumismo. En películas como I AM a Hero, donde los zombis hablan de su trabajo o la felicidad, se puede notar que hablan de posesiones materiales. El consumismo ha convertido a las personas en autómatas. Recordemos que en Santa Cruz la gente no permitía que una mujer vaya a un centro de salud. Se están convirtiendo en monstruos más nefastos que los zombis. El virus lo que ha hecho ha sido acrecentar esta situación. El virus vive en nosotros. Somos esa repercusión zombi. Generación Z. Este mundo globalizado nos ha convertido en mutantes. Egoístas, insensibles, egocentristas, materialistas, estresados, malhumorados, posesivos, acelerados y eso ha posibilitado esta catástrofe. Bueno, creo que he dado muchas respuestas. Pero con eso no quiero decir que todos estamos perdidos; que todos estamos infectados; que todos supuramos maldad. No. Algunos son inmunes a la garra negra. No nos convirtamos en uno de ellos. Bestias sin raciocinio ni reflexión. Pero veamos ahora cómo surgieron estas criaturas antropofágicas de ficción o no tanto.
Zombielan
La evolución de estas criaturas crepusculares es graciosa y aterradora. Desde la primera película de zombis se podía ver en La Noche de los Muertos Vivientes, de George Romero, (1968) donde los muertos eran torpes y se arrastraban, se ve cómo evolucionan después. En su secuela, El Amanecer de los Muertos y en las últimas películas, ya son casi omnipotentes. En Soy Leyenda, todavía no podían enfrentarse al sol, pero en la última película, Guerra Mundial Z, los moradores del polvo corren, vuelan, caen al piso y no se fracturan. Realizan cien metros planos casi como Carl Lewis y lo que es peor, ya no les hace nada el sol. Atacan ciudades enteras de día y nada los detiene. Las ciudades se han convertido en sus bastiones. En la película I am a Zombie, hasta hablan y tienen recuerdos. No hay duda que esa es una metáfora del virus. Este se propaga a ritmo acelerado, mortal y nada lo detiene y para vencerlos se requiere más que armas. Y tal vez luego vamos a tener la sorpresa de que se van a reproducir. Pero el antecedente de rigor es Drácula, de Bram Stoker, que al lado de éstos es una adorable niñita que lloriquea por un caramelo. Richard Matheson nos reveló la parte científica de usar ajos y ganar el amanecer para salvarse de este vampiro, una premonición del virus. El murciélago. Un planeta lleno de vampiros o quirópteros hematófagos y curiosamente en la película Soy Leyenda se puede ver un anuncio de la película Batman, El Caballero de la Noche. Los seres crepusculares habitarán la tierra. ¿Tendremos que vivir en las sombras?
Zoofagia o depredación
La película Doce Monos es el antecedente idóneo de un virus esparcido adrede por un virólogo por el Asia y el mundo. La película se llama así porque existe el ejército de los doce monos que son activistas que quieren liberar a todos los animales del zoológico ya que están en contra de la zoofagia, el consumismo y la deshumanización. Bueno, el punto es que en esta película la ¿civilización? sobrevive debajo de la tierra tratando de no estar en contacto con el aire de la superficie. Ese encierro vuelve locos a los hombres que no están hechos para vivir en cautiverio y en soledad. Aislados y desolados. Y a eso nos ha llevado lo que el personaje loco sentencia en la película, cito: “Ya no nos necesitan, James, todo es automático. Si compras cosas eres un buen ciudadano, pero si no lo haces…eres loco.” Y es premonitorio en cuanto al virus en esta frase del agente patógeno: “Cositas invisibles que se te meten al cuerpo llamadas gérmenes y que hay que lavarse las manos”. Y finalmente vaticina nuestro destino: “Somos una especie en extinción”. Esta civilización nos ha empujado a esto. Curiosamente el actor Bratt Pit que interpreta al hijo del virólogo en ese momento había interpretado a un vampiro en Entrevista con el Vampiro y luego llegaría a realizar la película Guerra mundial Z donde también es un paladín.
Precisamente este es la medula espinal del problema. El principal animal depredador de este planeta es el hombre que se come todo. Absolutamente todo, hasta el excremento. Y ahora es la cacería del hombre contra el hombre. “El hombre es lobo del hombre”, Tomas Hobbes. 3 Existe otra película post apocalíptica llamada la Carretera, basada en la novela homónima de Cormac McCarthy donde no hay zombis, pero sí hay caníbales. Hombres bestias deshumanizados y antropófagos. Es la involución del hombre hasta sus más bajos instintos. Nuestras peores pesadillas se ven hechas realidad con este holocausto. Tendremos que vivir en cautiverio por no respetar la naturaleza y los animales se apoderarán de las metrópolis y todo se convertirá en una cuestión de comer o ser comidos. Jaurías hambrientas atacarán todo lo que se mueva y hordas de seres infectados depredarán a su propia especie porque no están acostumbrados a vivir en cautiverio, soportando los retos epicúreos del equilibrio del placer. 4
El antídoto
El virus ha obligado a confinarse a las personas y estar alejado de conglomerados y a guardar un metro de distancia y tal vez vamos a llegar al extremo de tener relaciones sexuales a través de impulsos eléctricos como en la película El Demoledor 5 en donde tiene que colocarse unos cascos para tener relaciones.
¿Será como en la novela Ensayo sobre la Ceguera, todos nos contaminaremos? En la novela de Richard Mathenson los infectados son los normales y los sanos (inmunes) los monstruos. ¿Tendremos que unirnos a la jauría? Estaremos viviendo los 7 jinetes del apocalipsis o ¿éste es el infierno que nos merecemos? En El Amanecer de los Muertos Vivientes dicen: “cuando ya no haya espacio en el infierno los muertos saldrán a la superficie”. Quizás Hitler se equivocó de época para nacer. En este tiempo estaría feliz. No necesitaría recurrir al exterminio. Sólo sentarse en un sillón y ver las noticias. O tendríamos que desaparecer como raza. Así como dice en la Biblia vendría el milenio de paz y una nueva estirpe surgiría. Pero no seamos fundamentalistas o dramáticos. El antídoto también está en nosotros. Sí, vencimos esta pandemia, pero vendrán otras y, como los zombis, mutarán y se harán más fuertes. Sólo el amor nos salvará. Está en el amor al prójimo y eso significa amor a la naturaleza, respeto a la Madre Tierra y a todo lo que ésta contiene. Con esta macabra parca nos dimos cuenta de lo importante que era saludar con un apretón de manos, un abrazo y un beso. Nos hace falta estar entre otros seres humanos, pero en esta sociedad se está solo entre una multitud, aunque la tecnología ha proporcionado herramientas para comunicar a las personas sin estar presentes. Si Robinson Crusoe hubiera tenido Whatsapp o Facebook tal vez nunca hubiera salido de su isla.