El enigmático color ultramarino (vltrà-Maro), con su profundo simbolismo en el arte sacro y su prominencia en la tradición artística barroca, floreció en el siglo XVII tanto en Europa como en el Virreinato del Perú. Tito Yupanqui, descendiente de la realeza inca, ganó reconocimiento en tratados de arte por esculpir la imagen de Nuestra Señora de Copacabana utilizando esta técnica.
Cual si fuese un triste verso que desgarra el alma y cala las emociones, así como el olor de las flores frescas en primavera —que al calor de la mañana se muestran radiantes ante cualquiera que se detenga a observarlas—, en ese momento que parece detenerse, el Illimani se muestra silencioso ante las miradas y, entre esa su quietud, parece radicar su magia que, como destellos fulgurantes, encanta a todo aquel que posea la dicha de convertir en arte lo que la naturaleza nos regala.