A pesar de la complejidad y dedicación de los titiriteros, su arte sigue siendo subestimado y relegado en el panorama teatral, debido a prejuicios clasistas y una falta de apreciación de lo local.
Ambos llevan un traje rojo y reparten regalos. Uno existió realmente; el otro es una figura de ficción, con una historia bastante compleja.