En un mar de especulaciones sobre la fiabilidad de los indicadores económicos, constantemente barajados por actores mediáticos y políticos, es necesario recordar a la población que un sistema financiero sólido sustenta el crecimiento económico y el desarrollo. Además es crucial para el aumento de la productividad de un país, aliviando la pobreza e impulsando la prosperidad compartida.

En los últimos días, el país ha sido testigo de un conflicto que ha dejado en evidencia las contradicciones de ciertos sectores transportistas.

Para las elecciones generales de 2025, los golpistas de la derecha fascista ya difunden mentiras para manipular al pueblo boliviano y captar el voto del electorado; esa estrategia ya fue realizada en el pasado convocando a CABILDOS donde aprobaron resoluciones a gusto incluso rayanas en el delito y la estupidez, que no se cumplieron; resultando obligado analizar sus consecuencias.

Una conspiración que contó, además, con la complicidad de la ultraderecha cartelizada de Europa y América Latina, y de los presidentes de Argentina, Chile, Perú, Costa Rica, Panamá, República Dominicana y Uruguay.

Esa ineficiencia del Gobierno gaucho trata de ser disfrazada con los insultos que hace el presidente a autoridades y gobiernos que no piensan como él o que tienen otra forma de economía que da mejores resultados que su modelo liberal.

El 28 de julio tuvieron lugar las elecciones presidenciales en la República Bolivariana de Venezuela. El domingo en la noche, el Consejo Nacional Electoral (CNE), única autoridad competente, ofrecía una rueda de prensa en la que confirmaba que, con más del 80% de los votos escrutados, la tendencia irreversible daba la victoria al candidato Nicolás Maduro Moros.