El reciente descubrimiento de la orden de la Curia General de la Compañía de Jesús de "conservar" el diario del pederasta español Lucho Roma como "información clasificada" es un golpe más a la ya maltrecha confianza en las instituciones religiosas.
Este acto de encubrimiento, revelado por el periódico El País, no solo es una afrenta a las víctimas, sino también un desafío directo a los principios de justicia y transparencia que deberían regir toda institución, especialmente aquellas que proclaman valores morales.