La idea de una revolución antiimperialista y socialista es en sí un fuego que ilumina y permite que la humanidad construya caminos hacia la justicia social, el amor al prójimo y el desarrollo productivo.
Durante las elecciones generales de 20 octubre de 2019, Carlos Meza candidato de Comunidad Ciudadana y la derecha fascista, apoyados por Luis Almagro -Secretario General de la OEA-, cínicamente gritaron: ¡hasta los muertos habían votado! ¡fraude monumental! y otros, para justificar su derrota empañando la victoria de Evo Morales del MAS-IPSP y dar el golpe de Estado.
Se van a cumplir 2 años del genocidio del pueblo palestino, con la hambruna impuesta como arma de guerra, junto a bombardeos contra zonas civiles y puntos de ayuda en la Franja de Gaza, por parte del régimen israelí, que ha cobrado la vida por hambre hasta el momento de más de 250 palestinos, incluidos más de 130 niños, ascendiendo a más de 61.400 palestinos asesinados desde el 7 de octubre de 2023 —más de la mitad niños y mujeres—.
En Bolivia, la historia no se repite como farsa ni como tragedia: se repite como un castigo. En pleno siglo XXI, cuando el pueblo clama por dignidad, soberanía y justicia social, los fantasmas del pasado retornan envueltos en trajes de modernidad y discursos de eficiencia.
La ciudad de Quillacollo, integrada en la metrópoli lineal de Kanata, es un ejemplo paradigmático de cómo la ausencia de planificación y gestión urbana ha convertido un territorio con alto valor estratégico en un cuello de botella permanente.
Bolivia cumple dos siglos y, aunque el calendario lo marque como un número redondo, lo que realmente celebramos son doscientos años de lucha, esperanza y resistencia.
